
Al igual que sucede en Navidad, en la Fiesta de los Reyes, en
Semana Santa o cualquier simple y llano domingo, muchos nos preguntamos: ¿qué rayos
celebráis? O mejor aún, habría que preguntárselo a ellos, a los que celebran por
todo lo alto todas y cada una de nuestras fiestas religiosas, sin tener ni
puñetera idea del porqué ni el por quién; lo único que saben es el para qué:
para descansar, divertirse, consumir o viajar en la mayoría de los casos; para
molestar, insultar, blasfemar y delinquir en muchos otros.
Y la contestación de que son “tradiciones” o “costumbres” despojadas
de cualquier contenido religioso, se la pueden meter donde les quepa. En su cerebro,
por ejemplo, que anda sobrado de espacio. Porque tradiciones y costumbres ha habido y
sigue habiendo de todo tipo, pero ni por asomo celebramos todas ellas. Por lo
menos en nuestro amenazado mundo occidental. Otra cosa sería hablar de las primitivas,
bestiales y humillantes tradiciones del islam o de tribus primitivas africanas, americanas
o asiáticas. Esas ¿tradiciones? que a la chita callando se están recuperando y
promocionando en todo el mundo con el apoyo de la enferma progresía y su constante
involución que amenaza con llevarnos de vuelta a tiempos oscuros.
Hoy mismo he leído dos cartas al director (en La Vanguardia
y en el ABC) en las que el autor se queja de la falta del anuncio de la solemne
misa en nuestra preciosa basílica consagrada a la Mercè, acto clave y principal de las fiestas ignorado en los programas oficiales
de las fiestas patronales de Barcelona.
No es la primera vez, ni por desgracia
será la última, en la que nuestra sucia, vaga, inculta e impresentable
alcaldesa omite a conciencia cualquier referencia religiosa en los festivos ligados
a la Iglesia Católica que celebramos a lo largo del año. Claro que no se trata
de celebraciones musulmanas, o budistas, ni años nuevos chinos o la
conmemoración de la liberación por parte de los Omaticaya de la luna Pandora. Pero
no lo hace solamente Inmaculada Colau (¿no habrá pensado en cambiarse de una
vez el nombre por algo menos religioso, por ejemplo “Imbécil”?), sino todos los
dementes progres que por desgracia pululan por nuestra querida España.
Del Cabo
de Gata hasta Finisterre tenemos a ineptos gobernantes, en todas nuestras múltiples
administraciones, que dedican gran parte del tiempo a desmontar, manipular o
tergiversar todo lo nuestro, todo lo conseguido, descubierto, creado e
instaurado durante siglos y siglos de evolución. Nuestra historia, nuestra fe,
nuestra cultura, nuestra ciencia, nuestro arte, nuestras tradiciones, nuestros
hábitos (véase en ese sentido la ridícula campaña de El País estos últimos días
explicándonos todo lo que hacemos mal desde tiempos inmemoriales), en resumen,
nuestra avanzada civilización es, según todos estos retrógrados iluminados, un
gran fracaso, y hay que volver atrás, a los sacrificios humanos, la esclavitud
(como ya practican cerca de nuestras playas los traficantes africanos y sus cómplices
del OpenArms y similares oenejetas), la ablación genital, la
idolatría, la poligamia y hasta el canibalismo.
Si no creemos en la aparición simultanea de la Virgen a san
Pedro Nolasco, al rey Jaime I de Aragón y a San Raimundo de Peñafort en el año
del Señor de 1218, pues no pasa nada. No lo celebramos y sanseacabó.
Yo tampoco me fustigo hasta sangrar cada nueve de septiembre,
el día de la Ashura, para conmemorar un ayuno de Moisés, ni me emborracho
y me pongo alegre por obligación el día del Purim judío, para celebrar
que Haman no matara a todos los judíos en Persia hace no sé cuántos
siglos, ni me enlazo los jueves a las plantas de mi jardín para conectar con Eywa.
Pero claro, yo no soy “ImbécilAda” Colau. Esta demente lo celebra
todo. Con tal de emborracharse, algo que al parecer es muy común en ella y que
el otro día hasta fue filmado en directo en las fiestas del barrio de Gracia en Barcelona.
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