Soltado así a bote pronto, más aún como título de un artículo, suena bastante fuerte. Parece la clásica expresión de un integrista, de un miembro de la tan “religiosa” familia Ruiz Mateos, de un abducido por una secta evangelista o de un taxista de cualquier metrópoli española, sudamericana o asiática en la que la España imperial dejó su huella católica, apostólica y romana; esforzado conductor este que honra el recuerdo de glorias pasadas y previene los malos farios decorando su vehículo con imágenes del Redentor, colas de zorro, un muñeco de Elvis Presley sumamente inquieto y algún que otro abalorio más.
Pero se trata de algo mucho más simple: una cuenta de Twitter que responde al nombre de “Jesus Christ”, a la que otorgué mi confianza dándole al botón de seguir y que inmediatamente me correspondió con su recíproco seguimiento. Ante tantas cuentas, usuarios, grupos de fans, juegos, eventos, listas de distribución, clubes y campañas virales de solidaridad con los hipopótamos que todos los usuarios de redes sociales vemos pasar ante nuestros ojos, ésta en concreto me llamó la atención de inmediato. Por el nombre, por la imagen del avatar, pero, sobre todo, por lo que removió en mi interior cual ardor de estómago antes de ser tratado con el Almax de rigor.
Esa necesidad de espiritualidad, de religiosidad, de valores trascendentales, que tan poco se ven y viven en nuestra sociedad actual, y menos aún en el mundo virtual de las redes sociales, debió de ser lo que me impulsó a darle al botón izquierdo de mi ratón y aceptar sin dudar esta nueva “amistad” que me brindaba esa pantalla que, a pesar de estar configurada a 1024x768 y con 16 millones de colores, no es nada más que un trozo de cristal enmarcado por plástico que me aleja de la vida real en vez de acercarme a ella.
Para ser sincero no tengo demasiado interés en esta cuenta (Dios me perdone), ni en saber quién está detrás. Lleno está el mundo de falsos profetas, y hasta este mismo usuario de Twitter cita a San Marcos en uno de sus tuits: “Se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar.”
Lo que sí me ha importado del hecho relatado es esa sacudida en mi interior. Ese pequeño golpe a mi conciencia que me ha hecho reflexionar hasta el punto de compartirlo con vosotros, mis lectores.
Será por la educación religiosa que recibí, por mi sincera y meditada fe en Dios, o por los remordimientos que siento muchas veces por la falta de seriedad, de entrega al prójimo, de generosidad, de paciencia, de sinceridad o de humildad que deberían de impregnar el día a día de cada uno de nosotros, y que solamente florecen, por lo menos en mi caso, en escasas ocasiones.
¿Quién sabe si no ha sido una señal para que despierte y me aplique un poco en ser más bueno (léase cristiano)? No de boquilla, de puterío semanal con posterior y teatral misa dominical y confesión simulada, sino de hechos concretos.
Teniendo en cuenta que hay gente que se cree las leyendas Mayas sobre el fin del mundo, las sandeces de la Cienciología, las gilipolleces de Dan Brown, apoya las alianzas de civilizaciones de Zapatero y la conjunción planetaria de Pajín o jura y perjura que el asesino Santiago Carrillo es un santo, ¿por qué no voy a creer en Jesucristo nuestro Señor?
Me parece bastante más factible y serio que todo lo demás.
Me parece genial. Yo tb sentí una "sacudida" espiritual hace unos años, algo así como: "¡¡Despierta, hija mía!! ¿Qué estás haciendo?". Y desde entonces soy más coherente con mi fe, y mucho más feliz.
ResponderEliminarBesos,
Angeles
Enhorabuena. Siempre viene bien un pausado viaje al interior de uno mismo y encontrarse.
ResponderEliminarQuizás es en éstos tiempos de incertidumbre, cuando el mundo gira tan deprisa que la tecnología avanza por segundos y nuestro destino está cada vez más lejos cuando debemos de empezar a mirar en nuestro interior y ver si la espiritualidad es la solución y respuesta a nuestra carencia de principios.
ResponderEliminarQuizás haya llegado el momento de buscar nuevas alternativas y fijarnos en nuevos retos, cómo el de volver la vida atrás y hacer acto de contricción basándonos en las creencias de toda la vida.
Un saludazo.