En esta
época de supuesta vida compartida, en unión y amistad, gracias a las redes “sociales”,
patrañas informáticas éstas de puro objetivo mercadotécnico, y que en el fondo
no llevan más que a una cada vez mayor soledad, a ese “aislamiento en grupo“ tan buscado por los publicitarios, los hechos realmente
importantes pasan por delante nuestro consiguiendo como mucho ser “trending
topic” por un día y ocupar una ínfima parte de nuestras neuronas por un
periodo de tiempo cada vez más corto.
Ya
puede caer un meteorito en Rusia, pueden aparecer micrófonos cubriendo toda la
Camarga, antes conocida por sus preciosos caballos y su gastronomía y ahora
convertida en área de entrenamiento de la “Tienda del Espía”, o puede retirarse
el por mi ya muy añorado Papa Benedicto XVI:
la mayoría de la sociedad lo consumirá
cual “sugus” de piña, saltará al siguiente tuit, actualizará su Flipboard o
pulsará F5 en su Facebook, y a por la siguiente “noticia”.
En esta
época en la que muchos, demasiados, “detentan” cargos con los que nos hacen la
vida imposible, se enriquecen, engañan al prójimo y arruinan siglos de
evolución y crecimiento social y económico de la sociedad, y en la que por otro
lado muy, pero que muy pocos, realmente “ostentan” un cargo o una posición de
honor y privilegio, como nuestro Papa que acaba de tener ese “seny” que tanto
falta en Cataluña, esa nobleza y clarividencia para decir “hasta aquí hemos
llegado” y asumir sus capacidades y limitaciones pensando en el bien común, la
sociedad sigue dale que te pego aferrada a superficialidades, al mensaje
gracioso del Whatsapp de turno o a una de tantas cadenas de televisión vacuas, simplistas
y dañinas.
Los
pocos miles de ciudadanos que piensan (luego existen), que leen, que aprenden
día si día también una palabra nueva leyendo a Ignacio Ruiz-Quintano, que descubren
lo fácil que es entender la mentira que nos rodea con los siempre constructivos
artículos de Juan Carlos Girauta o que ven de forma resumida los desvaríos de la
prensa vendida, izquierdista de boquilla pero dictatorial e inculta de fondo,
que nos brinda (o brindaba, reconozco que llevo meses sin comprar el diario en
el que escribe, y eso que la línea editorial de su correspondiente canal de televisión
cada vez me gusta más) en su paseo de cada día Carlos Esteban, esos pocos
millares de lectores no son nadie comparados con la “masa” uniforme, atontada,
moldeada a gusto del poder y el imperio del dinero, que la mantiene (a esa “masa crítica” para el
bien de sus objetivos comerciales y su “Ebitda” anual) viva pero calladita.
Calladita
pero consumiendo. Un chute de micro noticia banal tras otro. Viendo pasar la
vida en forma de tetés, whatsapps, colores y sonidos efímeros, con pocas verdades
pero mentiras a tutiplén cual fragmentos del supuesto meteorito caído en Rusia.
Y
mientras, sin que la mayoría lo valore en su justa medida, una de las pocas personas grandes, eternas,
capaces, que ostentan con pleno derecho y no detentan como tanto político, nos
deja.
Ojalá hicieran
lo mismo todas las hienas que nos rodean. Y no me refiero a los jugadores del Madrid. Esos no tienen nada de alimañas. Los políticos en cambio...
Gracias
Santidad por estos ocho años de grandeza espiritual e intelectual.
P.D.
Esos pocos que leen, o leemos, aunque sea poco, siempre podemos pasarnos por
estos 2 grandes blogs (La Legión de los Condenados y el Ejército de los 12 Monos). Sus artículos llenan bastante más que el constante ruido
de tanta red “asocial.”
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