Lo
bonito de la música popular, de los dichos y los proverbios y en muchas
ocasiones de las respuestas de los niños y de los borrachos, es la sabiduría que emana de todos ellos.
Y visto
lo que está sucediendo día si día también en España, nada mejor que fijarnos en
la letra de la canción que encabeza este artículo:
Vengan chicos vengan chicas a bailar
Esto es muy fácil lo que hacemos aquí
Esta es la yenka que se baila así:
Izquierda izquierda derecha derecha
Adelante detrás, un dos tres
Izquierda izquierda derecha derecha
Adelante detrás, un dos tres
No soy
el primero (ni seré el último) en utilizar esta canción infantil, original de “Johnny
y Charley” pero popularizada en nuestra juventud por Enrique y Ana, para
ilustrar la falta de rumbo de nuestros gobernantes, de su corte de políticos inútiles
pero bien pagados y del resto de la alelada
población extramuros que les ríe las gracias y les mantiene con sus votos; pero no hay duda que estos infantiles versos encajan
a la perfección con la ausencia de ideales, de objetivos, de sensatez y de inteligencia
que impregna la realidad de nuestra querida España y guía las actuaciones de esos
falsos representantes de la voluntad y el sentir popular.
Dando
una de cal y otra de arena, tenemos por ejemplo a la nueva representante de la ya
casi eterna dictadura socialista andaluza, Susana Díaz, que por un lado
investiga los fraudes de los ERES mientras que por detrás continúa
subvencionando a la misma camarilla de ladrones; artista ésta que siguiendo a
pie juntillas la letra de la canción un día defiende la unidad de España, y al
día siguiente propone una reforma de la constitución con argumentos tan
infantiles como que la sociedad actual no tuvo la opción de votar esa ley
fundamental. Como si se tratara un convenio colectivo que se renueva cada año: eso
sí, con grandes fastos, bolsos falsificados y en sedes subvencionadas con
nuestros impuestos (o con subvenciones para formación de parados) al grito revolucionario
de “A las mariscadas”.
Otro
ejemplo que me llena de estupor, por patético, son las actuaciones de las tan poco
agraciadas militantes de “Femen”, que muestran impertérritas sus poco estéticas
ubres a diestro y siniestro, cobrando por ello la módica cantidad de 1.000
euros mensuales (casi el doble del salario mínimo en España), y, ahí radica la
falsedad, atacando a esa parte de la sociedad que realmente defiende a la vida
y la libertad y con ello a las mujeres, en vez de echarle un poco de valor a su
triste existencia enfrentándose por ejemplo al islamismo radical y la penosa
situación que viven las mujeres bajo las normas de la sharía, tanto en los
países musulmanes como en nuestra propia patria, encerradas, vendidas y casadas a
tierna edad, y violadas y subyugadas en sus domicilios por radicales islámicos
que se benefician de nuestro estado social y de derecho y de sus subvenciones
para roerlo por dentro cual ratas infectas.
Dice la
letra “todo el mundo viene ahora sin pensar”, acertadísima frase para definir
por ejemplo a los que ahora alaban al gran Papa Francisco, como si sus hechos o palabras fueran revolucionarios
y de izquierdas, cuando simplemente repite, literalmente, las actuaciones y las
enseñanzas de su maestro y mentor, el inolvidable Joseph Aloisius Ratzinger.
De nuevo
aparece esa extraña facilidad de la izquierda para quedarse con los símbolos
superficiales, hacerlos suyos y proclamar a los cuatro vientos que la libertad
la inventaron ellos. Cuando bien es sabido que la izquierda solamente tolera y
fomenta la libertad (que encima confunden con el libre albedrío y la violencia)
cuando está en la oposición, olvidándose de ella en cuanto llega al poder.
Para no
hablar de los tan españoles “Morancos”, que por poco caen en la telaraña tan bien
tejida por los medios nacionalistas catalanes y se convierten en estandarte del
nacionalismo anti español. Suerte que han reculado a tiempo y han conseguido
sacarse el aguijón de la tarántula catalanista antes de que el veneno invadiera
sus cuerpos y sus mentes.
Y
prefiero no entrar en demasiados detalles sobre sus altezas reales, sus sueldos
y sus privilegios, humillación constante (y sonante) de la clase trabajadora
española. Bribones todos ellos que al son de la Yenka entran y salen de España,
cargados de dinero de origen desconocido, sin dar nunca ese “saltito”
definitivo que queremos todos (y que por justicia les corresponde) para acabar
en el único sitio en el que merecen morar: en los calabozos más profundos y en
el olvido y desprecio absoluto por haber mancillado la historia milenaria de nuestra
patria.
Pero,
como suele ser, y más en nuestro país, la superficialidad, la simpleza y la incapacidad
intelectual de la izquierda y el materialismo, despotismo y la falsedad de la
derecha, acaban con dar al traste con cualquier atisbo de regeneración de la
sociedad.
Al son
del “izquierda, derecha, adelante y detrás”, España sigue sin encontrar su
rumbo en la historia, sigue a merced de mentirosos y embaucadores, de manipuladores
y lacayos del capital, de ladronzuelos de izquierdas convencidos de su
superioridad moral y de mangantes banqueros de derechas que simplemente persiguen la entrada en el club de los 85 mamones
que poseen el 50% del capital del mundo.
Vergüenza
ajena nos debería dar a todos que al despertar cada día y ver el triste espectáculo,
no nos rebelemos contra todos ellos, contra los saltitos y los tumbos a diestro
y siniestro que no llevan a ningún lado más que al hundimiento absoluto de
nuestra sociedad.
Ni
incultura ni despotismo. Ni estupidez ni falsedad. Ni aprovechamiento ni
explotación.
Ni izquierdas
ni derechas.
No hay
baile que valga: hay que acabar con la “Yenka” de una santa vez.
Patria,
justicia, revolución.
Ay, la yenka, Ernesto... es sonar la música y todo el populacho salta a la pista a sudar la gota gorda al son marcado por el solista de la orquesta. El pueblo español es así, siempre en busca de un flautista al que seguir.
ResponderEliminarOtra cosa es la casta política, siempre haciendo el juego que mas le conviene.
Pero claro, como les permiten jugar sin reglas! La gran mayoría de quienes los critican, de encontrarse en la misma situación, actuarían de forma muy similar.
Hace falta una gran revolución, sí... pero en todos los aspectos de la vida.
Un saludo, maestro.