Herru Santiagu,
Got Santiagu,
E ultreia, e suseia,
Deus adiuva nos. (¿qué es esto?)
Got Santiagu,
E ultreia, e suseia,
Deus adiuva nos. (¿qué es esto?)
Librito del Camino 2013 |
Se me
antojaba duro volver a recorrer las queridas tierras de España sin mis
habituales compañeros de los últimos diez años Lupe y Carlos (D.E.P). Después
de tantos kilómetros compartiendo alegrías y tristezas, discusiones y
reconciliaciones, inclemencias del tiempo y brillantes días soleados, cansancio
y heridas, ricas tapas en los pueblos y desayunos campestres a base de pan,
queso y vino de Gandesa traído expresamente desde la bodega Víctor de Sarriá (municipio
situado en las afueras de Barcelona), duchas frías y dormitorios ruidosos; después
de todas estas experiencias, estaba seguro de que esta vez sería un Camino extraño.
Pies de Lémur |
Nuestro honor se llama fidelidad |
Aunque no se trataba de la
primera vez que andaba sólo, si que iba a ser el primer tramo sin la existencia
física de Carlos Oriente, presente siempre. Tan presente que antes de salir me
tatué una concha y su nombre en la pierna, en esas piernas cuyas extremidades él
solía tildar, con su típica sorna, de “pies de lémur”, por la curvatura de mis
dedos, pero que por otro lado no dudó en curar la primera vez que salimos
juntos al Camino y se me llenaron de incómodas y dolorosas ampollas nada más
empezar nuestra primera travesía juntos desde Somport en el Camino de Aragón. Y
eso fue en el ya lejano año 2003.
Y duro
fue, obviamente, llegar al pueblo de Carcaboso donde lo dejamos en el año 2011,
con media Vía de la Plata hecha y otra media por recorrer. Era el Camino,
obviamente, y las flechas, los milarios , el peso de la mochila y mi propia
vestimenta me lo recordaban a cada paso, pero se trataba de otro Camino. Un
Camino plagado de recuerdos y con una clara intención en mi interior de
homenajear con cada paso, cada doloroso pinchazo, cada cuesta y cada gota de
lluvia, pero también con cada cerveza, parada, tapa, cena, majestuoso paisaje o
agradable encuentro, a nuestro recordado y añorado camarada.
Nuestra
tan querida expresión “PRESENTE”, que usamos muchos de nosotros desde nuestra
tierna juventud recordando a ilustres pensadores de nuestra patria y a bravos
guerreros caídos en esa nuestra lucha por la patria, la justicia y la libertad,
se volvió de golpe, de sopetón, en algo más que una palabra ritual repetida una
y mil veces. La presencia, in mente pero real, de Carlos, ha sido una constante
en estos exiguos 150 km recorridos la semana pasada. Por primera vez en mi vida
lo de “presente” ha ido más allá del momento del grito y del recuerdo, del
homenaje y los vítores, convirtiéndose en una realidad agradable y palpable. El
camarada estaba ahí, en mis pensamientos, en mis conversaciones con los parroquianos
cuando preguntaban por la razón del tatuaje, en mis meditaciones tan típicas
del Camino, tramos en los que te aíslas de todo, caminas a tu ritmo y
simplemente te dedicas a disfrutar del aire, del sol, del paisaje y de la siempre
lenta pero constante cuenta atrás hasta el siguiente albergue. Por momentos hasta me imaginaba a Carlos
aparecer tras el siguiente recodo, y, quién sabe, igual estaba ahí y no fui
capaz de verle por estar más pendiente de mis pies buscando tierra blanda que de
mi alrededor.
Comenzó
pues mi andadura en un pequeño pueblo extremeño, Carcaboso, al que llegué
andando en un “aperitivo” de 13 km por la carretera nacional desde Plasencia, y
pasando por Cáparra, Aldeanueva del Camino, Baños de Montemayor, Puerto y
Calzada de Béjar, Valdelacasa, Fuenterroble de Salvatierra y San Pedro de
Rozados alcancé el destino de este año, Salamanca, sin mayores sobresaltos y
con los eventos ya conocidos de sobra (que por muy conocidos siguen siendo la
sal y el sentido del Camino) de tanto dar vueltas a España por senderos marcados
con flechas amarillas: impresionantes
vistas, naturaleza en todo su esplendor, alguna vuelta adicional de varios kilómetros por una variante errónea o mal señalizada, animales de todo tipo (este año hasta desperté sin querer de su descanso a un águila real en un árbol a menos de 2 metros de mí, con el consiguiente susto al ver desplegar sus alas que casi me rozaron la cara al iniciar este ave majestuosa su lento vuelo), lugareños curiosos, rótulos de calles históricos, iglesias preciosas, gente encantadora, abierta y servicial en todas y cada una de las paradas, cruceiros antiguos y milarios romanos por doquier, problemas físicos que desaparecen por arte magia al día siguiente, albergues sorprendentes y hostales de carretera, y un
par de extranjeros, como no podía
ser menos, haciendo el Camino. A estos 2 únicos peregrinos que me encontré este
año no los vi hasta la tercera etapa, por lo que no llegamos a intimar
demasiado, aún así, y por esa “magia” del Camino que conocemos todos los que lo
hemos hecho, las dos etapas con ellos las guardaré en el recuerdo, como a toda la gente que he ido conociendo
desde el año 1999. Porque es bien sabido (y lógico) que desayunar, andar, descansar, comer, visitar
el pueblo, beber, cenar y compartir albergue durante dos días da para mucho,
son 48 horas intensas que en tu vida normal no sueles compartir ni con tus
amigos más cercanos. Cosas del Camino.vistas, naturaleza en todo su esplendor, alguna vuelta adicional de varios kilómetros por una variante errónea o mal señalizada, animales de todo tipo (este año hasta desperté sin querer de su descanso a un águila real en un árbol a menos de 2 metros de mí, con el consiguiente susto al ver desplegar sus alas que casi me rozaron la cara al iniciar este ave majestuosa su lento vuelo), lugareños curiosos, rótulos de calles históricos, iglesias preciosas, gente encantadora, abierta y servicial en todas y cada una de las paradas, cruceiros antiguos y milarios romanos por doquier, problemas físicos que desaparecen por arte magia al día siguiente, albergues sorprendentes y hostales de carretera, y un
Poco
más. Seguiré caminando.
Y Carlos
seguirá presente, sin duda. Este año ha estado a mi lado, y como no va a haber discusiones
ni divergencias en cuanto al camino a seguir, al bar que entrar o que tapa pedir, el año que
viene repetiremos. Ambos.
¡¡Buen
Camino camarada!!
Ete aquí una de mis tareas pendientes: andar el Camino.
ResponderEliminarEspero que el momento llegue y pueda vivir esa experiencia tan recomendada por todos quienes lo anduvieron anteriormente.
Un saludo, Ernesto.
Ernesto...
EliminarPerdóname por el "ete" ese...
No se puede escribir con prisas... :((