Este
11-M he intentado abstraerme del tema, no recordar los fatídicos sucesos e
intentar aquello de “a otra cosa mariposa”, sabedor de que cualquier recuerdo
de esas fechas, de los hechos en sí, pero sobre todo de sus consecuencias y de
toda la maraña de mentiras, utilizaciones partidistas, amarillismo, sensiblería
cara a la galería, ocultaciones y medias verdades, me revuelve las tripas cual “chop
suey” (de gato o de perro) a las ene delicias de un inmundo restaurante chino.
Obviamente
no he podido pasar del tema.
Ni
olvido ni perdono. Esta frase es casi el
“leitmotiv” de mi vida, ya no solamente referido a los tristes sucesos del 11
de Marzo del 2004, sino a cualquier acto bárbaro e injusto que ha sufrido y
sigue sufriendo la sociedad española. Y aquí caben tanto los muertos y heridos en
estos atentados, como los más de 800 asesinados por ETA y la connivencia del
poder en tales tropelías, el viaje de Carod –Rovira a Francia para negociar con
ETA, las recientes declaraciones de un miembro de Omnium Cultural vanagloriándose
del asesinato de un aficionado al fútbol por el simple hecho de ser del RCD Español,
los abusos de banqueros robando a inocentes su dinero en forma de preferentes,
swaps o cláusulas suelo, la corrupción generalizada de la toda la corrupta clase
política, los sobres de Bárcenas, los ERES de Andalucía, la ITV de uno de los hijos
de Pujol, los desfalcos de Urdanga y señora, los perjuros y las infidelidades
del Bribón, la manipulación educativa de la juventud catalana, etc. etc.
Una
lista interminable de hechos asquerosos, egoístas y dañinos que simplemente
buscan el placer personal, en forma de venganza, de notoriedad, de poder o de
enriquecimiento; actos todos ellos con el denominador común de hacer daño a
inocentes.
Como el
caso del Guardia Civil Ignacio González de Castro que viajaba en uno de los
trenes del 11-M y que milagrosamente salvó la vida, si es que a lo que le ha
quedado se le puede llamar vida. Escuchaba anteayer el programa el “Partido
de las 12” de la COPE, en vísperas del 11-M, y me quedé literalmente helado siguiendo
la entrevista que realizaron a este joven Guardia Civil que, aunque escapó a un
fatídico final, nunca superará los hechos vividos, tal como él mismo iba
explicando.
Impresionado por lo que iba
contando, por la naturalidad de sus explicaciones, por la profunda indefensión y
humanidad que irradiaba, por su
sinceridad hablando de los tratamientos, de las secuelas, de su lenta pero
constante superación de los traumas y los recuerdos a través del deporte, no
pude conciliar el sueño hasta bien entrada la madrugada. Llegado un punto los
presentadores, como corresponde a esta tertulia diaria, llevaron el tema hacia
el fútbol y hablando de una camiseta de Fernando Morientes firmada por todos los
jugadores del Valencia que en su día le regalaron al joven Nacho, se incorporó
a la conversación dicho ex jugador, algo que no solo alegró al pobre Guardia
Civil, sino que me puso los pelos de punta tanto a mí como seguro que al resto
de los oyentes y los tertulianos. Morientes, Guardia Civil de vocación, hijo,
nieto y hermano de miembros del benemérito cuerpo, demostró una vez más su gran
valía como persona, su sensibilidad, su capacidad de emocionarse, su humildad,
conversando con el afectado como si se conocieran de toda la vida, dándole
ánimos e invitándole a una sesión de entrenamiento en Valdebebas para dar una
charla a los chavales que ahí se están formando. Nada planificado o intencionado, fue una reacción
natural de una persona, honesta y sensible. De un Guardia Civil de corazón,
como bien explicó.
Dijo
Morientes al afectado, “yo quería ser Guardia Civil pero opté por el deporte y tu
en cambio has tenido que dejar el Cuerpo y usar el deporte para recuperarte de los
atentados….”
Estos
pocos y emocionantes minutos fueron más valiosos para el joven guardia (y seguro
que para muchos oyentes), que por culpa
de unos desalmados y sus cómplices tuvo que prejubilarse a los 36 años,
destrozado, traumatizado, muerto en vida, mucho más valiosos que todo el falso apoyo, soporte o ánimo
que haya podido dar ningún ministerio, órgano o partido político en los últimos
diez años.
Os
recomiendo a todos dedicar unos minutos a escuchar la entrevista (clic aquí),
no dudo que sentiréis lo mismo que yo.
Y como
bien remató el siempre acertado Tomás Guasch al final de la entrevista, “personas
como Morientes hacen que te sientas orgulloso de ser español y de ser su paisano”.
Y yo añadiría, "y personas como Nacho". Y como tantos Guardias Civiles.
Ni
olvido ni perdono.
Viva la
Guardia Civil.
P.D. Os
dejo algún enlace adicional que habla sobre esta persona.
Impresionante documento, Ernesto.
ResponderEliminarNo conocía la historia de este Guardia Civil, y me ha impresionado la soledad que dice haber vivido... cosa que me ha dado mucha materia para la reflexión.
Supongo que, dentro de la marabunta de historias e historietas que se han venido contando durante este aniversario, esta es la más auténtica de todas... de las que calan por auténtica y desinteresada.
Un saludo.