La
casualidad, o mejor dicho la pésima gestión de los directivos del RCD Españyol
por un lado y de los golpistas de la autonomía catalana por otro, nos ha
llevado a unas fiestas navideñas en las que más que pedir tenemos que implorar
al niño Jesús, a los Reyes Magos y al Tió de Nadal que nos echen un cable y con
sus regalos nos saquen del atolladero en el que estamos metidos.
La
situación dramática que está viviendo nuestra patria chica, Cataluña, con el golpe
de estado organizado por unos pocos iluminados nacionalistas con el único fin
de mantenerse en el poder y ocultar sus miserias y latrocinios, se ve reflejada
tristemente en nuestro querido Real Club Deportivo Españyol. Deportivamente nuestro futuro pende de un
hilo, estando nuestro equipo cerca del abismo de las posiciones de descenso a
segunda división, y políticamente Cataluña está asimismo jugando con fuego,
dividida artificialmente por manipuladores, mentirosos, ladrones y prófugos.
¡Vaya
fiestas nos esperan!
En
Cataluña, un minoría separatista (en votos lo es, aunque la ley electoral
vigente les otorgue una representación mayor que la voluntad real del pueblo)
intenta dinamitar la convivencia basándose en medias verdades, leyendas,
manipulaciones, falsas acusaciones y demás ardides, con el único fin de
mantenerse en el poder y con ello seguir exprimiendo al pueblo catalán y evadiendo
los porcentajes “recaudados” a paraísos fiscales.
Y por si
no bastara con los malos resultados deportivos, en nuestro querido club, el
Real Club Deportivo Españyol, otra minoría separatista (en este caso tan
minoritaria que sin duda cabe en un microbús), liderada en la sombra por el
vago de Argentona, intenta imponer a una mayoría social apolítica, amante del
deporte como único objetivo, sus partidistas banderas de odio y confrontación.
Y si a esto sumamos a determinados elementos “periculerdos” de la directiva
actual, que desde que rigen nuestros destinos han hecho más mal que bien, las
felices fiestas navideñas se nos presentan por desgracia cargadas de dudas,
miedo e impotencia.
Pero
nadie nos va a asustar ni estropear a estas alturas del siglo XXI las fiestas
familiares por excelencia. Nuestra herencia blanquiazul se basa en una
idiosincrasia de familias luchadoras, fieles, creyentes, unidas y
tradicionales, amantes de la alegría, la bondad, la convivencia y la
diversidad.
En el mundo blanquiazul no hay odio, ni discriminaciones, ni
fundadores protestantes, racistas y masones, ni directivos encausados y
expresidentes enjaulados. Somos normales, de aquí y de allá, ni superiores ni
inferiores a nadie. Somos de Girona y de Vic, de Santa Coloma y de Badalona, de
Tarragona y de Reus, de Masnou y de Arenys, de Ciutat Vella, de la Verneda y de
Sarriá.
Y encima nunca hemos crecido de
forma artificial regalando carnets de socio, ni hemos utilizado nuestros nobles
colores para otro fin que no sea la sana competición deportiva.
Al
igual que la mayoría de catalanes, que ni odian al prójimo, ni son racistas, ni
roban ni mienten.
Y aunque
en los últimos 30 años los separatistas, con la necesaria complicidad del otro
club de la ciudad, hayan conseguido desvirtuar esa esencia catalana de
tolerancia, de gente trabajadora, de región de acogida, de “seny” y de nobleza,
la mayoría hasta ahora silenciosa de nuestra región, y también de nuestro
querido club deportivo, se impondrá sin dudarlo a la insensatez de los borregos
adoctrinados.
Esperemos
que tanto el día 21 en las Elecciones Autonómicas como el día 22 en el crucial
partido ante el Atlético de Madrid y los días 4 y 11 de Enero ante el Levante,
el espíritu de buen catalán y mejor perico triunfe y nos lleguen esos regalos
navideños que tanto anhelamos y merecemos.
¡Felices
fiestas blanquiazules a todos!
Bon
Nadal.
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