A partir de aquí empecé a rebuscar
en mi mente a todos esos personajes que encajan con la descripción, y tuve que
parar, porque son legión y ya me veía insultando a diestro y siniestro. Desde Echenique
hasta Iceta, pasando por Pablo Motos, Pere Aragonés, José Javier Vázquez, Jordi
Pujol…, hasta amigos y conocidos más cercanos, que no hace falta que nombre:
bastante tendrán con el acoso sufrido de pequeños (o mejor de jóvenes).
Y siguiendo la corriente “woke”
(se nota que acabo de leer el último libro de mi estimado Girauta, que os
recomiendo vehemente a todos), igual tendríamos que exigir a la RAE que incluya
de inmediato la palabra “milmujeres”, o mejor “milmenstruantes”, porque ahí si
que podría meter el hacha a fondo y quedarme a gusto insultando a ellas y elles,
a toda esa patulea de mujeres bulliciosas que no sirven para nada. No hace
falta ni que las nombre. Tampoco hay folio para tanta impresentable loca del
coño. Porque, amigos míos, estamos rodeados de tanto y tanta inútil, que da
pánico. Y encima ocupando cargos de relevancia que están marcando nuestro
presente y, si no espabilamos, nuestro futuro. Sin duda cualquier grupo de
gigantes y cabezudos de nuestras fiestas populares gestionaría mejor nuestra
otrora gran nación.
Todo vale para atontar, asustar y
con ello amordazar al pueblo llano, vago en sus hábitos de lectura hasta el
punto de que en pocos años será incapaz de formarse una idea sobre cualquier
tema. Tragará lo que le echen, desde mil nuevos géneros hasta escarabajos y
saltamontes en el arroz. Que no todo van a ser gambas, mejillones, almejas y
langostinos. Estos últimos, por cierto, hay que ir olvidándolos, teniendo en cuenta
el acaparamiento que están haciendo de ellos los ministerios de los milhombres y las “milmenstruantes”.
Como decía, este estío que se
acerca a su fin (disculpad el excurso anterior), nos ha traído de todo, desde
centenares de nuevos asesores gubernamentales nombrados a dedo, pasando por las
ya tradicionales vacaciones de lujo del demente y su cuadrilla en Lanzarote,
disfrutando del palacio de la Mareta, la protección de unidades especiales de
la Guardia Civil (mientras el resto de las islas y costas son invadidas por cientos
de ilegales traídos por oenejetas ávidos de comisiones) y sus helicópteros y
aviones de uso personal, abusivo e ilegal, o por lo menos carente de ética, hasta
un infantil decreto de ahorro energético del que aún se están riendo más allá
de los Urales.
El “acabar con él” en sentido democrático, claro está. Que lo del “Falcon
derribado” queda para los duros, húmedos e inquietos sueños caniculares.
P.D. No puedo acabar sin
agradecer al gran Alberto su visita a Can Donkey, sus sublimes arroces,
su generosidad y su paciencia. Que no todo en la vida son milhombres, también
existen grandes hombres. Como él.
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