Ahora que estamos en pleno Año
Francobeo (no sé quién acuñó esta acertada expresión, pero, por lo que veo, su primera aparición en X fue el 11 de diciembre del año 2024),
todos los socialistas, los vividores del sistema, los paniaguados periodistas, los
cómplices en la judicatura, los vendidos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
del Estado, los militares traidores, los inútiles ministros, criminales y corruptos
todos ellos, y, sobre todo, los familiares de Pedro Nicolás Sánchez Maduro,
andan locos por sellar su credencial y conseguir su ansiada Francostela,
ese certificado de fidelidad al líder máximo que confirma haber mentido como mínimo
100 veces en el último año, o en su defecto haber cometido suficientes delitos
para ser merecedor de la recompensa, de la indulgencia plenaria que en este
caso no es más (ni menos) que poder seguir robando, mintiendo y viviendo del
cuento a costa de los impuestos de los españoles, mientras nuestra patria muere
poco a poco.
Y no estoy lamentándome como
Jeremías, sino más bien redactando una clara y rotunda filípica, con el necesario
propósito de que mis lectores abran los ojos de una maldita vez. Y con una segunda
y obvia intención, cagarme en los muertos del tirano Sánchez.
Por desgracia, y ante el
desconocimiento de la historia y la realidad por la mayoría de la población
española, inculta y manipulada como pocas, hemos llegado a un punto sin
retorno, como les pasó con anterioridad a los cubanos hace más de 60 años, a
los chinos y norcoreanos hace ya 76, a los venezolanos hace 26, a los
nicaragüenses hace 13 y a otras tantas naciones que sufren sanguinarias dictaduras
por el mundo. Y no quiero hablar aquí de la dictadura globalista de la Unión
Europea, ya que daría para escribir un libro entero.
En España nos salvamos por los
pelos de caer en las garras del terrorífico sistema social-comunista en 1939,
pero pasados 86 años de la victoria del bando nacional, volvemos a estar a un
paso de convertirnos en esclavos de un psicópata, de un autócrata sin
escrúpulos, de un mentiroso compulsivo, de un ser maligno, de un Largo
Caballero renacido, de un criminal, de un tirano. Hablad con cualquier
cubano o venezolano en el exilio, que ellos ya han pasado por este trance,
ellos vienen del futuro montados en su DeLorean DMC-12 para advertirnos de lo
que nos espera si no le ponemos remedio con urgencia. Con máxima urgencia.
Lamentablemente, no todos leemos
medios libres como la Gaceta o el Debate (más aún, la inmensa mayoría de la
población no lee), o escuchamos Informa Radio o Radio Libertad, o vemos el Toro
TV. Somos una minoría entre los 48 millones de españoles, por no hablar del micro
mundo de las redes sociales, en las que en nuestra inocencia creemos ver una
reacción y una gran cantidad de personas que piensan lo mismo, cuando somos
simplemente y por desgracia un minúsculo grupo de correligionarios unidos por
un algoritmo.
No nos llevemos a engaño con
nuestros tan valiosos comunicadores en X, los columnistas de La Gaceta o El Debate, los grandes
profesionales de Informa Radio o del Toro TV y sus 50.000 o 100.000 seguidores:
por cada uno de nosotros, idealistas, sanos, formados, preocupados y
luchadores, hay 200.000 garrulos en TikTok, 500.000 viciosos en Onlyfans y
1.000.000 de lerdos en Facebook. Ayer mismo vi las cifras de Onlyfans y da
miedo y asco: hay unos 80 millones de hombres americanos usuarios activos, y el
mayor accionista de la empresa gana un millón y medio de dólares ¡diarios!
Pero bueno: la esperanza no se
pierde. Faltaría. Y sin duda, la victoria de Trump algo ayudará, igual que la
presidencia de Milei, pero ambos nos pillan lejos. Europa ya no pinta nada en
el mundo y España no pinta nada en Europa.
¿Y qué hacer?
Pues lo mismo que llevamos
haciendo desde hace tantos años, trabajar, estudiar, comprender, compartir,
enseñar. Haciendo proselitismo, siendo evangelizadores, luchando contra viento
y marea.
Cambiando lo de armados por
preparados, la frase de Ramiro Ledesma bien aplica hoy:
"España se salvará si
aparecen cien mil españoles jóvenes, disciplinados y armados, cuyo propósito
único consista en barrer del escenario nacional la voz de los farsantes y de
los traidores".
Y hasta armados, si hiciera
falta.
Y todos sabemos muy bien quiénes
son los farsantes. Y los traidores.
Porque el tirano no se irá
voluntariamente. Eso lo debemos tener muy claro.
Y España no es un lúdico “escape
room”, una de las “actividades” previstas por el tirano para su Año Santo Francobeo.
Porque este tipo de atracción tiene una salida, aunque a veces cueste encontrarla.
Pero las checas no tienen salida.
Y España está a punto de convertirse en una inmensa checa.
Y de las temibles checas, tan queridas
y usadas por socialistas y comunistas, solamente se sale de una manera: con
los pies por delante.
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