Que
conste que me he visto forzado a escribir este artículo por dos razones de peso:
la primera, porque que de golpe y porrazo aquí opina sobre el fútbol, la utilización del deporte para defender
intereses nacionalistas-aldeanos y sobre la libertad de expresión todo quisque
(approved by Moliner), me imagino que para cumplir con su contrato y llenar su
respectiva columna con las suficientes letras a tamaño 12, fuente Arial, para
cobrar su paga mensual; y por otro lado, por la falsedad de otros tantos columnistas
palmeros intentando restarle importancia a un “simple” partido de fútbol (al
estilo de Ramos tirando balones fuera), cuando el resto del año es el único
tema sobre el que se escribe en España y del que por lo tanto comen, se visten
y viven la mitad de ellos. Solamente me
faltaría ver a Homer Simpson comentar el tema, o al bueno de Dilbert olvidar
sus problemas existenciales en la empresa y dedicar alguna frase sabrosa a este
esperpento tan típicamente español que estamos sufriendo estos días.
Y estando
acostumbrado en mis 23 años de vida laboral a leer, y últimamente a escribir,
tostones de informes, análisis funcionales, diseños técnicos, ofertas de
colaboración o propuestas estratégicas para el siguiente milenio, para al final
acabar resumiendo todo el contenido en una o dos transparencias en Powerpoint,
a poder ser con poco texto y mucho gráfico, para no cansar la vista de los
siempre ajetreados ejecutivos de máximo nivel, que en el fondo lo único que quieren
saber es cuánto cuesta y que riesgo corre su dorada poltrona, pues no he podido
resistirme a resumir a mis lectores, de forma ejecutiva, el grave problema de
la Copa del Rey de Fútbol que Dios y Esperanza mediante no se celebrará el próximo
viernes aquí en Madrid.
Resumen
ejecutivo:
- 2 equipos de fútbol de dos regiones ESPAÑOLAS que juegan la liga y la copa ESPAÑOLAS se enfrentan en la capital de ESPAÑA ante la presencia del rey o del príncipe de ESPAÑA para dilucidar cuál de ellos se lleva la Copa de ESPAÑA
- Los partidos nacionalistas y separatistas de sus respectivas regiones aprovechan la ocasión, con el soporte abierto y público de sus gobiernos regionales, para fomentar y subvencionar (esto sí que lo hacen de soslayo) una pitada al máximo representante de la nación a la que pertenecen y al himno que los hermana a todos bajo una misma bandera, por lo menos sobre el papel y ante las leyes.
- La muy respetable presidenta de la región de Madrid, expresando el sentimiento de muchos, muchísimos ciudadanos de aquende y allende del río Manzanares, opina que en tal situación debería de suspenderse el partido. Algo lógico, comprensible, y encima conforme a las leyes que rigen en España.
- Los virreyes regionales se sublevan y de golpe reclaman una libertad de expresión que ellos mismos no permiten a nadie en sus respectivas aldeas, y encima piden libertad para insultar y menospreciar a su propio himno, su bandera y su actual jefe de Estado.
- Los políticos de todo color y pelaje, y con ellos sus lacayos periodistas, se rasgan con absoluta falsedad las vestiduras, se hacen los ofendidos e intentan defender lo indefendible, todo con el único fin de agradar a unos y otros, para arramblar con un poco de popularidad y algún que otro voto en sus respectivas aldeas.
- Los poderes ejecutivo y judicial callan y otorgan. Uno no pone orden para impedir el aquelarre que se aproxima, como sería de desear, y el otro, el judicial, no aplica las leyes existentes, que persiguen y penan cualquier menosprecio de los símbolos de la nación española.
Fin del
resumen
Sinceramente
creo que hasta el más inepto CEO, CIO, COO, Director General o Consejero
Delegado de cualquier multinacional sería capaz de entender este resumen.
En caso
contrario me presto a redactar un voluminoso informe, lleno de referencias,
citas, ilustraciones y tablas comparativas, sobre el particular. Aunque espero que no haga falta.
Pero
mientras tanto, periodistas del tres al cuarto, políticos mentirosos y payasos
animadores del burdo folclore anti-español que tanto triunfa en las aldeas incultas de la periferia, por
favor, dejen de tocar la pelota de fútbol.
La
solución es muy fácil: unos a jugar la liga vasca contra el Saint Jean de Pie
de Port en un ambiente bucólico, rodeados de troncos, vacas autóctonas y féminas
unicejas y poco agraciadas y los otros, a peregrinar al Pi de les Tres Branques
a darle a la pelotita contra el Atlétic d’Esparraguera entre pa amb tomaquet,
all i oli y el desagradable pitido inicial de cualquier sardana.
Pero mientras
estas regiones sean parte de ESPAÑA y sus equipos jueguen la liga y la copa ESPAÑOLAS, sigan las
reglas y compórtense como ciudadanos serios.
En caso
contrario, ya saben. Carretera, manta y de excursión a la montaña.
Porque que se apliquen las leyes en
este santo país ya ni lo pido. Eso no ocurre desde hace muchos, muchísimos
años.
Me quito el sombrero: ole ole y ole!!!!
ResponderEliminarHa sido un brillante resumen ejecutivo que ha hecho que hasta yo, que soy un zote, haya adquirido lo que Descartes llamaría una muy clara y distinta percepción del asunto. Yo, por descontado, no lo expreso así a causa de lo zote que soy.
ResponderEliminarY, quizás justamente por eso mismo, vuelvo a aquello de que antes nos decían que volcábamos nuestras frustraciones políticas en el fútbol (osea, el fúmbols) porque, justamente, no teníamos política. Y vuelvo a ello porque, de ser así, ¿cómo es que ahora que sí la tenemos seguimos haciendo política en el fúmbols y, de hecho, la hacemos (bueno, hacen) más que nunca?
Algo falla, claro. Pero lo que está claro es lo del principio o "navaja" de Ockham: "No multiplicar los entes innecesariamente". Es, coño, un elemental principio de economía. Y aquí los estamos multiplicando porque sí.
Vamos, que, ya que estamos haciendo política en el fúmbols, la cosa no es, como ha sugerido la señá esa, prohibirlo. No. La cosa es mantenerlo, porque con él matamos dos pájaros de un tiro: la necesidad de fúmbols y el hacer política.
Luego lo que hay que prohibir es la política; que está de más, ya que la hacemos en el fúmbols. Y, narices, eso supondría un ahorro público de narices (valga la redundancia).
Esta propuesta tendría que gustarle mucho a la señá esa, porque a los de su cuerda les gustan las privatizaciones. Y es que prohibiendo la poítica (algo público) y teniendo el fúmbols para hacerla, se privatizaría la misma. La pagarían los clubes y demás, como los fichajes y todo el aparato; y no les supondría gasto añadido, porque política ya se hace en el fúmbols.
Sí, sí. Descarado: ¡prohibir la política ya! Señá mía, se ha quedado sin trabajo (usté y todos, entiéndame; que ya va siendo hora).
Genial. Ojalá los artículos fueran tan buenos como los comentarios !
ResponderEliminarAPLAUDO EL ARTICULO.
EliminarBreve, esquemática, clara... Muy buena entrada, Ernesto.
ResponderEliminarQuien no lo entienda, o es tonto o malo. Nada más.
El victimismo nacionalista sigue con fuerza. Y la otra mejilla está ya al rojo.
Un saludo desde la tierra de los eternos silbidos.