Querido
y admirado Juan Carlos.
Admiro
tu valentía de echarte al ruedo del mundo futbolístico el mismo día en el que la
mayoría de ciudadanos de España se levantan con una resaca de órdago después de
destrozar todas las audiencias medidas hasta el momento durante la celebración
de la final de la Euro 2012 en las lejanas Polonia y Ucrania, y de sentirse las
personas más dichosas del planeta tierra. Celebración y victoria, que de eso se
trata en el deporte. Por muchas campañas sensibilizadoras al estilo de “lo
importante es participar”, sabemos muy
bien que nuestra parte animal solamente acepta dos estados: victoria o derrota.
Y por mucho que lo queramos negar, que nuestro intelecto quiera llevarnos por
otros derroteros, o que los
intelectuales de turno hayan denostado durante años el fútbol como el refugio
del primitivo, del desarraigado, del inculto y del violento, al final la
realidad se ha impuesto y hoy en día ya nadie puede negar que el deporte, en
España con el fútbol como principal disciplina, es un motor básico de la
sociedad, una distracción para los ciudadanos y, sobre todo, uno de los
mercados más importantes para la mercadotecnia, para el juego interesado y
partidista con los sentimientos de las personas, y hasta para la manipulación y
el blanqueo de importantes sumas de dinero.
Seguro
que muchos lectores te tacharán de oportunista, más aún cuando admites no saber
demasiado del tema del balompié, aunque conociéndote estoy seguro que han sido
otras razones que te han movido a escribir sobre esa sinrazón de 11 personas
corriendo detrás de un balón, cuando se
les podría dar uno a cada uno. Tu intento de llevar el triunfo de la selección española
a lo que es, a una simple victoria en un partido de fútbol, y de desligar al
mismo tiempo al Barça del nacionalismo excluyente, es digno de loar, pero, por desgracia,
tanto la historia como la realidad social de este Siglo XXI, que podríamos
llamar de las “Pocas Luces”, demuestran todo lo contrario.
No voy
a darte ahora una disertación sobre la
historia, racista y excluyente desde sus
inicios, del FCB Barcelona (razón por la cual nació por ejemplo y como reacción
el Real Club Deportivo Español), ni las relaciones del nacionalismo y
separatismo catalán pasado y actual con el equipo de debajo de la Diagonal, causas estas de la rivalidad y el odio que le
profesan la mayoría de los demás equipos de Catalunya y del resto de España. Para ello tienes a tu disposición libros y hemerotecas
de sobra; siempre y cuando aciertes y encuentres algo mínimamente objetivo,
algo harto difícil en un tema tan espinoso como la relación entre el fútbol y
la política, fuente natural de odios, violencia y hasta guerras, para desgracia
del espíritu lúdico y de compañerismo que debería ser parte intrínseca de
cualquier disciplina deportiva.
Pero,
mal que nos pese, el fútbol no es rugby, deporte en el cual prima lo deportivo
sobre todo lo demás, sino una máquina de generar, usar y vender cuotas de poder, de manipular
sentimientos nobles en aras de intereses particulares y de explotar el instinto
animal de rivalidad a muerte de los seres humanos para generar pingües
beneficios a sus gestores. Más o menos como los partidos políticos, pero con el
desagradable añadido de disfrazarlo de
nobleza deportiva. Llevado todo esto al extremo por los grupos mafiosos
llamados UEFA, FIFA o COI, el deporte no
es más que otra manera de explotar los sentimientos del ciudadano en beneficio
propio.
Dices que
el Barça es un club como otro cualquiera. Yerras. El Barça es un montaje de
intereses clasistas, políticos, mafiosos y nacionalistas que han sabido
mantener a flote durante más de 100 años enarbolando primero la bandera del anti
-españolismo, después la del anti-franquismo, y ahora una mezcla del
anti-centralismo-madridismo y anti-españolismo, a fin de conservar sus posiciones
privilegiadas a bordo de una máquina aniquiladora de la diversidad deportiva y
social en Cataluña y generadora de robots descerebrados que siguen cantando lo
de “Mes que un Club” convencidos de ser
parte de algo, cuando solamente son instrumentos de alguien.
Pero
por suerte, en el caso de la selección española, por ahora se está manteniendo
ese “seny” que tanto les falta a los nacionalistas, que se las dan de únicos y auténticos catalanes,
y de manos de una persona sensata, como Vicente del Bosque, y de un equipo de
jóvenes deportistas venidos de todas las regiones, susceptibles de ser
manipulados en algunos momentos por sus respectivos reyezuelos locales o sus
partidos excluyentes, pero al final sensatos y capaces de ver las ventajas de
la unidad frente a las desgracias de la separación, ha triunfado una selección
de fútbol, para mayor gloria de nuestra vilipendiada patria, y para disfrute de
millones de personas para las que (mal que nos pese a los que pensamos que el
deporte debería limitarse a eso, a ser deporte), las victorias de la selección
de fútbol son el único bálsamo para curar sus heridas.
Y para
toda esta ingente masa vestida de color rojo, color por cierto de la camiseta
de España, y no de una empresa eléctrica, una marca de cerveza o un fabricante de coches, para bien o para mal,
esto es más que un juego. Lo es todo.
Con
todo mi cariño y admiración, un fuerte abrazo
Excelente comentario Ernesto....
ResponderEliminarExcelente comentario, mas claro....
ResponderEliminarmuy bueno.. magnífico
ResponderEliminarPor desgracia, Ernesto, en este país todo es política. El deporte no escapa a este leviatán de cien tentáculos.
ResponderEliminarMagnífica entrada.