Pero, como diría Víctor Hugo,” rayando el alba, a la hora en que el campo palidece”, el sueño se desvaneció, y me di de bruces con “la realidad grotesca y desatinada”, con el esperpento español popularizado por Don Ramón María, con el intolerable escenario de un “Ruedo Ibérico” lleno de mentiras, corrupción y desfachatez, con un país en manos de perjuros, de gestores y administradores que incumplen sus tareas desde el mismo momento en el que en teoría asumen sus responsabilidades, con un presente intolerable y un futuro menos alentador que una noche en el infierno de Dante.
Pero
aquí no hay comedia que valga, por muy divina que sea. Esto es un drama. El “Untergang” de la
civilización occidental, de los valores cristianos, de la moral, de la
seriedad, de la responsabilidad, de la hombría.
Ha
triunfado el mal en forma de avaricia, de inmoralidad, de mangoneo a diestro y
siniestro, de sueldos millonarios a miembros encausados de la familia real y a
gestores de bancos corruptos, de subvenciones a partidos políticos cuyo
contrato de trabajo, léase su programa electoral, no sirve más que para secar
las lágrimas de los ingenuos ciudadanos que les votaron y que ahora contemplan
inermes como ese panfleto no era más que un papel mojado que los políticos usan
como burda toallita perfumada de buenos sueldos, dietas y prebendas para
limpiar su poco noble trasero desde el mismo día en el que asumen el poder.
Y hasta saltan, ahora que les tocan la paga de navidad instaurada por un “dictador” y los días moscosos, los miles de empleados de la administración, que no funcionarios de carrera, para reclamar, ¿ahora sí eh? , sus derechos adquiridos a base de mínimos esfuerzos y complicidades máximas con los gobiernos de diferente color pero mismas intenciones a los que han servido tan fielmente durante los últimos 35 años.
Anoche soñé que España existía, pero no fue más que una pesadilla de un verano que con sus altas temperaturas y sus consiguientes incendios está arrasando la tierra, la sociedad y la historia de esa antaño orgullosa y respetada parte de Europa, que linda al norte con los pirineos, al sur con África, al este con el Mare Nostrum y al oeste con el “finis terrae” de la civilización occidental.
Anoche soñé con la victoria sobre Miramamolín, con el descubrimiento de las Indias, con la invención del submarino de Peral y hasta con la expansión del Chupa-Chups alrededor del orbe.
Pero, de nuevo, despuntó el sol por el Este, y con resignación me enfrenté a la realidad de los titulares de la prensa, a la intolerable relación de los sueldos de los altos ejecutivos de las multinacionales españolas, que se mueven en un rango entre 17 y 5 millones de Euros, es decir, el salario mínimo de unos 20.000 españoles de bien, al nuevo blindaje económico del Urdanga, príncipe consorte y ladrón, y también a los siempre animosos, constructivos y bonitos comentarios de grandes columnistas, llámense Girauta, Tertsch, Sostres o hasta González Pons (por su Tercera de hoy), que por desgracia los leemos muy pocos y se los lleva el viento cual canción de Ramón Pelegero Sanchís, alias Raimón.
Anoche soñé que España existía, y que de alguna forma podríamos “cobrarnos ese pagaré que firmaron los políticos cuando nos pidieron su voto”, parafraseando aquí a Martin Luther King.
Pero desperté.
Es también mi temor: Despertar y darme cuenta de que España ya no existe; y si existe, a nadie le importa; y si a alguien le importa, no tiene poder para expresarlo; y si tiene poder, no quiere ejercerlo.
ResponderEliminarLa economía se arreglará hasta el nivel en que podamos mantener el clientelismo espurio en el que nos hemos ido dejando caer, y continuaremos siendo un país de segunda. Luego vendrán los otros y cumplirán con su obsesión de convertirnos definitivamente en un país de tercera.
Tristes letras, Ernesto.
ResponderEliminarSe percibe cierto pesimistmo en el ambiente y no creo que el entuerto esté tan mal como para ser tan derrotistas.
Yo, compartiendo todas y cada una de tus palabras, te diré que no creo que España desaparezca. Todos los factores indican la llegada de un periodo muy combulso, pero no creo que aquello que venga sea peor que lo presente.
La Historia, querido Ernesto, está llega de pequeños giros imprevisibles.
Un abrazo y suerte por la capital.
¡Joé, qué bien has estado Ernesto! y qué nudo en la garganta.
ResponderEliminar(y que a la altura el comentario de Servus,... y nuestro Herep intentando animarnos, jeje, gracias Herep por el intento)
Joder, Ernesto... te has lucido. Pesimismo vitalista... el mismo que da ese sentido a nuestras Ideas: el verlo todo hecho una porquería, querer arrancar la ponzoña de un zarpazo, desearlo... hasta hacerlo.
ResponderEliminarPorque sabes, amigo mío, que lo haremos. Nadie más quiere ni puede. Nadie más lo hará. Te veo en la trinchera...
Apreciado amigo, la realidad es cruda y espeluznante, pero creo que algo tendra que pasar. España y Occidente no puede seguir en la situación actual. Tengo la esperanza del resurguir de nuestra nación y de Europa. Animo y un abrazo.
ResponderEliminarEsa figura de la concisión expresiva que ha resultado ser la diputada del PP Andrea Fabra vendría a resumir la situación descrita diciéndonos de buena gana "Os jodéis". Sería, efectivamente, el mejor resumen de nuestra realidad: nos jodemos. A menos que algo hagamos, claro.
ResponderEliminarYo creo que tras cada situación de crisis surge algo nuevo. Lo que hace falta es que ese algo sea una España unida, escarmentada de tanta aventura separatista y tanto político sinvergüenza que nad tienen que ofrecer, salvo un abrevadero para los mansos.
ResponderEliminarNo us preocupeu que a Espanya us pasarà com a Libia, Egipte, Tunísia etc tindreu la vostra primavera àrab, com que sou moros...jajajajaja!!!
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