Conforme
pasan los años, esa ilusión que arrastro desde pequeño, el amor a una España grande,
libre, justa, culta, competente y ejemplar, se va diluyendo cual azucarillo en
un café con leche. Bebida que por cierto en estos últimos días está muy en boga
gracias a la impagable (para llamarla de alguna forma) intervención de Ana
Botella en la masónica y esperpéntica reunión del COI celebrada en Buenos
Aires.
Buenos
Aires: ¿Dónde si no se podría haber celebrado una reunión cargada de mentiras y manipulaciones
y plagada de comisionistas, aduladores, vividores, prostituyentes pagando y meretrices
bailando un tango antes de cobrar, que en la antaño llamada Real de Nuestra
Señora Santa María del Buen Ayre y hogaño convertida en reducto de judíos,
psicoanalistas, dentistas, aduladores y demás gentes de mal vivir? Si Pedro de
Mendoza levantara la cabeza se volvería a embarcar raudo y veloz en dirección a
su querida España, aunque tal como están las cosas hoy en día en la península
ibérica igual el remedio hubiera sido peor que la enfermedad. Pero dejemos la
historia contrafactual y volvamos a nuestra cruda realidad, es decir, al Siglo
XXI, la Vía Catalana, el inexistente nivel cultural de los españoles, el “I have
a dream” del reyezuelo Arturo y las sandeces del impresentable y balbuceante alcalde
de Barcelona, que sin lugar a dudas haría mejor compartiendo pesebre con
cualquier burro autóctono catalán que hablando en público para vergüenza propia
y ajena.
No haré
más leña del árbol caído, ni pienso recrearme en los problemas lingüísticos de
determinados personajes, la nula capacidad de comunicación de nuestro actual
presidente del gobierno o la simplista y engañosa mercadotecnia del editor de “El
Mundo”, siempre en pos del dinero fácil a costa de la inocencia de los lectores
(recordemos el 11-M, como paradigma de las maneras de hacer de dicho medio). Para
ello ya tenemos las redes sociales, que están echando humo de tanto insulto,
chiste fácil y críticas a diestro y siniestro; eso sí, en textos simples, burdos,
faltones y sobre todo cargados de faltas de ortografía. Fiel reflejo de nuestra
querida patria, que a falta de cultura se ha convertido en líder mundial en el
uso de teléfonos inteligentes (en la mayoría de los casos bastante más que sus propietarios),
consumo de drogas varias y arraigo de la prostitución en polígonos, clubes de
alterne y parques públicos. Eso sí, el nivel cultural y académico brilla por su
ausencia, en todos los ámbitos, por lo que en el fondo se me antoja peor la
reacción barriobajera y cutre de los creativos de “memes”, animaciones, foto-montajes
y demás sandeces que los propios hechos acaecidos allende el gran charco.
Porque dicha
derrota, más predecible que el enésimo fracaso
de los teléfonos con Windows 8, en el fondo solamente aporta cosas buenas a
nuestro país: menos gastos, menos vividores representando a nuestro país con su
patética imagen y su poca preparación, menos comisiones bajo mano y obras
públicas por adjudicar y, sobre todo, menos daño a los pobres inocentes, en su
mayoría niños, que siguen creyendo en los Reyes Magos y las Olimpiadas como
paradigma del deporte sano y la convivencia mundial en armonía e igualdad. Puaj.
Porque
vistas las caras de los jóvenes, y algunos no tan jóvenes, en los alrededores
de la Puerta de Alcalá a los pocos minutos de conocerse la derrota, el único
sentimiento que se apoderó de mí es el de odio eterno a los manipuladores, los
mentirosos, los intermediarios y los profesionales de la adulación y la comisión
(y al fútbol moderno, por añadidura).
Es decir, mi profundo y justificado desprecio hacia todos los que mienten, magrean, saquean, utilizan y destrozan a nuestra querida patria. No hace falta que os diga quiénes son. Por algo no votáis muchos de vosotros.
España,
que difícil es quererte.
P.D. Tal como me dijo una amiga ayer, espero
que en este artículo siga cuidando las palabras y el contenido y sea certero en
lo que digo. ;-)
Como siempre genial.
ResponderEliminarDesde la Catalunya profundamente Hispánica, un saludo.
Jorge C. Juárez.
A mí me hierve la sangre cuando hasta la Iglesia catalana hace ondear las esteladas en sus campanarios. Ejemplo: la parroquia de San Medín en el barrio de Sants en Barcelona.
ResponderEliminarMuy certero, Ernesto.
ResponderEliminarEs dífícil, pero yo soy de los que piensa que España nos sobrevivirá a todos, míseros parásitos. Los enemigos y los "cambiacapas" son muchos y muy variados, pero... ¿qué cosa mejor hay que ser español, amigo?
Yo no lo elegí. Es un Don que me dio Dios.
No estaría bien hacerle el feo.
Un abrazo.