Y a mí
qué me importa. Supongo que digo esto por tradición: nunca he sido amigo del
paripé (que gran palabra para describir un proceso electoral) de los quince días de mentiras, de promesas
incumplibles, de exageraciones y de amores interesados, que simplemente allanan el camino y justifican
“legalmente” otros cuatro años de desgobierno, de sinrazón, de corrupción, de
nepotismo y de poco, que no nulo, valor añadido para nuestra sociedad.
Prefiero
mantenerme en mis trece, seguir dudando del sistema y no participar en el
juego. Así he llegado a una ya madura edad, sin haber usado jamás una urna para dar el voto
a unas siglas que simplemente representan intereses partidistas, y así moriré,
que tampoco falta tanto. Y asumo al
mismo tiempo cualquier crítica que pudiera lloverme por parte de bienintencionados
camaradas y amigos que, siendo tan descreídos como yo, luchan desde dentro del
sistema por conseguir mejorar nuestra sociedad.
“Chapeau” y admiración por ellos, por lo menos por los
que lo hacen con buenas y altruistas intenciones. Que tampoco es oro todo lo que reluce, y más
de uno de nuestros conocidos simplemente apuesta a caballo ganador, cual veleta
al viento, buscando en la política esos ingresos y privilegios que en la vida
real no consigue. Allá cada uno con su conciencia. Los buenos, admirables, los
malos, más odiosos aún que los incultos e infantiles adoradores de esta falsa
democracia. Esos ya purgan sus penas creyéndose a pie juntillas todas las sandeces
que el sistema y sus medios de comunicación esclavos les hacen creer, sin dejar que la luz y la
libertad ilumine sus tristes existencias de ovejas sumisas y consumistas.
Poco
más que decir, mi intención era escribir un artículo sobre música, sobre el "revival" de los grupos ochenteros, pero tenía que soltar mi discursillo anti elecciones de cada
año. Sea para justificarme ante mí mismo o ante los que luchan desde dentro del
sistema.
Y me quedo
con lo dicho por algunos de esos músicos de los ochenta que protagonizarán mi siguiente
artículo, si es que llega: como por ejemplo Carlos Goñi de Revólver en una
reciente entrevista: “No sé qué habría
que hacer, pero aunque no creo que todos los políticos sean corruptos, sí que
tenemos la peor añada de nuestra historia. Justo en el momento menos indicado,
con una crisis tremenda en diversos ámbitos: nacionalista, económica...”, o
Loquillo, que últimamente está sembrado tanto musicalmente como en sus
entrevistas: “tengo claro que soy un
disidente, y voy a seguir siéndolo. Seguiré “disparando” a izquierda y derecha,
contra todo lo que no es justo.”
Mucha suerte a los que estáis en la lucha política con nobles
intenciones. Que los resultados os sean favorables.
O “May the fourth be with
you”, para los incondicionales de la Guerra de las Galaxias.
A los que estáis en política para pillar, mangonear y vivir
del cuento, que os den por ahí.
que gran dilema... Crea tu propio partido Ernesto y cambiemos el mundo! jajaja
ResponderEliminarDespués de mucho análisis empírico en los laboratorios de nuestro ejército, puedo aseverar que quien entra en política es, simple y llanamente, para trincar de esta Ubre estatal todopoderosa. Ellos, y sus familias, por supuesto.
ResponderEliminarAtendiendo a los programas electorales, prima el reparto de la miseria, el sectarismo, el relativismo moral y la decadencia de España en beneficio de la mística "Uropa" que todo ha de purificar.
Como bien indicas, todo aquel que tenga posibles debería echarse a un lado y contemplar, cerveza en mano, cómo se despeña el rebaño.
Auguro grandes carcajadas, amigo.
Un abrazo desde territorio comanche.