Como
suele pasar en nuestra santa tierra, cada vez que aflora el patriotismo por
algún lado, ya sea por un éxito deportivo, una reacción popular frente al separatismo
excluyente o como en este caso por una simple y bien intencionada versión cantada
de nuestro himno nacional, se arma la de Dios.
Los alérgicos a cualquier cosa que suene a
España que se rebelan cual enfermos psicóticos y buscan ridiculizar el hecho, sea
el que fuere, con tal de no tener que comulgar con los “patrioteros”, los “fachas”
y los casposos derechistas que según ellos son los que andan detrás de
cualquier gesto que demuestre amor por nuestra tierra.
Los “intelectuales” de siempre, los de la “gauche
divine”, del diario “El País” o del “Jotdown”, que en su incomprensible complejo de
superioridad se creen los únicos portadores de valores universales y dueños absolutos de
la historia, la inteligencia, la cultura y de esa “su” España, que en el fondo
se limita a cuatro frases hechas de filosofía barata, dos o tres poetas idolatrados
(de los que igual no conocen ni sus obras completas) , cuatro o cinco oenegés de poca
utilidad real (cuando no corruptas y viciosas) pero de mucha y rentable imagen pública, una
carrera universitaria o musical labrada
con el dinero de sus padres de alta cuna, un par de discos de Bob Dylan que
igual ni han escuchado enteros, sus clases de pilates o de meditación, su comida
vegana (aunque a escondidas se atiborren de jamón del caro), sus viajes a la
India o el Nepal para tuitear fotos sensibleras con camisetas de Ghandi o
Martin Luther King, y la asistencia a algún que otro festival de cine o de
teatro de dudoso nivel pero buenos canapés.
Los retrógrados comunistas, los violentos separatistas, los filoterroristas, los terroristas
de pleno derecho y demás seres inmundos que por desgracia pululan por nuestra
piel de toro, que dentro de su inutilidad total y su nula aportación al bien
común, utilizan hechos de este tipo para cargar contra todos y todas, insultar
a diestro y siniestro y sacar su envidia, su rabia y su maldad por todos los
poros de su cuerpo, en línea con la falta de higiene física y mental que llevan
arrastrando desde hace siglos.
Y
finalmente los aprovechados, los políticos profesionales, que por carecer
de verdaderos ideales se agarran a cualquier clavo ardiendo con el único
objetivo de arañar un voto aquí y otros pocos allá. Y si el clavo ardiendo
coincide, como en este caso, con una situación de claro auge del patriotismo popular y sensato del
verdadero pueblo español, mejor que mejor para sus tan poco nobles intereses.
Es decir, para perpetuarse en el poder usando todas las artimañas posibles, usando
canciones, éxitos deportivos, empresariales o culturales para un único y poco
patriótico fin. Su partido y las prebendas asociadas.
Y en el
fondo todos ellos no son más que unos
tristes acomplejados, incapaces de sentir como el pueblo llano, de llorar
sin intención sino simplemente por emoción, seres sin la hombría suficiente
para mostrar sus sentimientos, reconocer sus culpas, liberarse de sus demonios, de su incultura y de su
materialismo y de abrazar, de forma sincera,
sana y simple, el amor a España.
Que nos es nada más que eso: el amor a la tierra que nos vio nacer, a la
que debemos todo y de la que tenemos que sentirnos orgullosos.
Y por
la que trabajamos día a día.
¡Viva
España!
P.D.: Solamente les ha faltado a Albert Rivera y Mariano Rajoy decir que siempre han sido muy del rugby.
P.P.D: Hoy martes día 20/2/18 el siempre genial José María Nieto publica esta viñeta en el ABC. Complementa y al mismo tiempo resume perfectamente lo escrito arriba.
P.P.P.D.: Gracias
Marta por esta letra, que por mucho que la tachen de cursi, interesada o infantil,
nos ha gustado a muchos compatriotas tuyos. A mí por lo menos.
Vuelvo a
casa, a mi amada tierra
la que
vio nacer un corazón aquí.
Hoy te
canto, para decirte cuanto orgullo hay en mí,
por eso
resistí.
Crece mi
amor cada vez que me voy,
pero no
olvides que sin ti no se vivir.
Rojo, amarillo,
colores que brillan en mi corazón
y no pido
perdón.
Grande
España, a Dios le doy las gracias por nacer aquí,
honrarte
hasta el fin.
Como tu
hija llevaré ese honor,
llenar
cada rincón con tus rayos de sol.
Y si
algún día no puedo volver,
guárdame un sitio para descansar al fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario