Acabó
el nefasto año 2018 (nefasto para Cataluña y con ello para España, es decir,
para todos nosotros) con un Mosso proclamando la verdad a los cuatro vientos
con el ya mítico “La república no
existe, idiota”, y empezó el 2019 con el impresentable y mentiroso
presidente por accidente Sánchez Castejón afirmando que el viaje al FIB (para
disfrute de su santa y trabajadora esposa) en Falcon, la apertura del aeropuerto
de Castellón, los traslados, las copas, las dietas y las entradas costaron
solamente 283 €. ¡Vaya chollo! Ni
que fuera el Black Friday o el día del inicio de las rebajas de enero del Corte
Inglés.
Lo grave
es la diferencia entre ambas afirmaciones: el realista y lúcido miembro de las fuerzas
de seguridad del Estado dijo la verdad,
mientras que el presidente ocupa nos volvió a mentir. Con toda la desfachatez del mundo. Con todo el morro. Sin
ruborizarse lo más mínimo. Tratándonos como si los idiotas fuéramos nosotros.
Cuando hoy en día hasta el tato sabe quiénes son los idiotas sin tener que
recurrir al diccionario de la Real Academia: los “tontos o
cortos de entendimiento” y los “engreídos
sin fundamento para ello”.
Y aquí
es cuando el abanico se abre y podemos llenar el cubo de la idiotez con todos
los esperpénticos personajes que pululan por nuestra patria destrozando siglos
de evolución, de sensatez y de cordura: desde el presidente por accidente,
pasando por el fugado Puigdemont, el demente Torra, el zampabollos Rufián, la antigua
reina de Andalucía Susanita, los decadentes populistas de Podemos y los miles
de aquejados de fiebre amarilla, hasta la tan limitada Pedroche y su ridícula vestimenta
en la celebración de las campanadas de fin de año. No hay cubo lo
suficientemente grande en España para meter a toda esta “troupe” de ridículos personajes
y verter su fétido contenido en alguna profunda sima. Si es a la “Fosa de las
Marianas”, mucho mejor. Aunque dudo que sus 11.034 metros de profundidad sean suficientes para alejar estos deshechos humanos de nuestra vida y poder iniciar este nuevo año
libres de polvo y paja (y de idiotas).
Hace más
de año y medio ya titulé un artículo “Discurso a los idiotas de
España”. Y por desgracia hemos ido a peor. Parece que la dejadez, la
complacencia, la falta de valores y la gandulería de la sociedad española han
llegado a un punto en el que colectivamente nos importa un pepino todo lo que
sucede a nuestro alrededor. “Ande yo caliente
y ríase la gente”.
Y como la inteligencia siempre reside en el ser individual
mientras que la masa siempre es y será idiota, pues se nos presenta un año
nefasto. Otro más. Y van tantos ya.
Que
Dios nos coja confesados. Y nos libre de
una vez de tanto idiota.
Feliz
año amigos.
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