Hace un par de semanas tuve el honor de hospedar en mi casa
al gran Don Alberto (gracias por la vista amigo), y como suele pasar cuando nos
vemos, acabamos hablando de casi todo, del bien y del mal, de los tontos y los sumamente
estúpidos, de los malditos rojos y las gordas feminazis, de los vividores y los
vagos, todo ello bien regado con cervezas (bastantes) y finalmente disfrutando
de varias películas vistas en más de una ocasión, en ese eterno “déjà vu” que
buscamos y disfrutamos conscientemente cuando nos vemos. No tenemos edad para
experimentos, sabemos muy bien lo que nos gusta, y en consecuencia hacemos lo
que nos apetece, con quien queremos y en el lugar que más nos rota. Y no es por
hurañía que evitemos el contacto con demasiada gente, con esa patulea que por
desgracia puebla nuestra patria, sino una simple y consciente decisión.
Mejor
solo que mal acompañado, como se suele decir.
Y entre pitos y flautas (expresión cuyo origen sigue siendo
un misterio, aunque muchos estudiosos opten por este origen), anécdotas y risas, volvió a
aparecer la tan común y al mismo tiempo tan odiada palabra: la picaresca. Lo que practican los
pícaros. Que son muchos. Demasiados.
El grave problema es la evolución de las acepciones de la palabra
en cuestión, y con ello, en mi modesta opinión, la justificación o excusa que usan
todos los pícaros que nos rodean. Del “personaje
de baja condición, astuto, ingenioso y de mal vivir” original de la novela
picaresca del siglo XVI hemos pasado al “listo
y espabilado”, mutando la palabra de su vertiente negativa hasta casi convertirse
en un valor. Tendríamos que proponer a la RAE que como mínimo invierta el orden
de las dos primeras acepciones de la palabra en su diccionario, para adecuarlo
a la realidad, aunque creo que sería una tarea harto difícil.
Nuestra sociedad
occidental, y en este caso no hablo solamente de España, sino de la mayoría de los
países que nos rodean (no vayamos a creer que tenemos la exclusiva de la
picaresca), ha ido perdiendo progresivamente sus valores fundamentales, como son
la lealtad, el amor, el esfuerzo, la ética, la estética, la solidaridad, la
caridad o el honor, sustituyéndolos por una nueva escala de pseudovalores que son
culpables de la decadencia y la falta de rumbo de la mayoría de las personas. Y
de su picaresca. Hablamos aquí de supuestos valores como la riqueza, el poder,
el tamaño del coche, la casa, el yate, los pechos o el pene, la cantidad de
mujeres o hombres que has poseído, los siniestros falsos que has simulado, el
importe que has conseguido defraudar a Hacienda en el último ejercicio o las
horas, días, meses y hasta años que te has podido escaquear del trabajo (como se
ha descubierto en múltiples casos de funcionarios
públicos).
Y puestos a poner ejemplos de la generalizada picaresca en nuestro
país, estos últimos años dan para escribir varios libros. Aunque lo de los
libros en el fondo sería inútil por dos razones: aquí no lee ni el tato, y
menos aún los pícaros, y en el caso de que leyesen cualquier libro de este tipo
simplemente les serviría como manual de instrucciones para su siguiente acto
indigno.
Para evitar indigestiones, depresiones y ataques de ira solamente citaré unos pocos y recientes ejemplos, tanto patrios como ajenos a nuestra pícara tierra:
- El fraudulento, limitado, mentiroso y egocéntrico presidente por accidente Sánchez Castejón convoca las elecciones justamente el día en el que cumple el mínimo de jornadas en el cargo para cobrar una pensión vitalicia de más de 90.000 euros.
- Su tan trabajadora esposa Begoña asiste a una mal llamada “huelga” (¿contra qué empresa o institución que les explota laboralmente se estaban manifestando?) feminista, cuando cobra un sueldazo por no hacer nada y está disfrutando de una vida de lujo a costa de nuestros impuestos.
- Riveleta y sus secuaces organizan un pucherazo en las primarias de Ciudadanos en Castilla y León para colocar a su candidata y el tiro les sale por la culata.
- En Andalucía existen 2.250 asociaciones feministas por 778 municipios. Es decir, 2,9 asociaciones de vividoras por municipio. ¿Cuánto le queda de verdad a las mujeres, hombres o niños acosados o en peligro? Cero patatero.
- Ana Pastor se inventa una nueva empresa, Newtral, para vigilar las noticias falsas, y de entrada miente sobre los años de trabajo en esta honorable tarea. Falsa ella, falsa su empresa.
- Portugal reclama la hazaña de Magallanes de haber dado la vuelta al mundo, cuando los hechos demuestran lo contrario: España financió y lideró la expedición, él cambió su apellido, renegó de su origen portugués, en su testamento dejó escrito que sus herederos fueran por siempre españoles y encima la flota portuguesa intentó por todos los medios evitar la hazaña de nuestra gloriosa marina.
- El ex presidente de Greepeace reconoce que el cambio climático es una exageración, cuando no una gran mentira.
- Maduro se inventa un ciberataque internacional a su sistema eléctrico mientras sigue robando y el pueblo llano muere de hambre, sed y falta de electricidad. Y para mas inri la gestión del sistema eléctrico de Venezuela es analógica, es decir, no puede ser atacado remotamente, por mucho "hacker imperialista" que lo intente.
Y así podría seguir hasta llenar cientos de páginas. Aunque también
se puede resumir con una tira del siempre magnífico Dilbert.
Pero eso nos llevaría a hablar del marketing, la constante
y abusiva mentira de los publicitarios, las falacias de los bancos y las
aseguradoras o las promesas electorales de los partidos políticos. Y siendo
martes no sería de recibo estropear lo que queda de semana. Ya retomaré el tema en
otro momento.
Y citando a Matilde Asensi en esta magnífica entrevista: “No permito que nada indigno entre en mi vida y eso incluye la
política”.
Y la picaresca, añadiría yo.
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