Pregunté el porqué a tantas cosas
lo que escuché no me gustó
la ignorancia es a veces hermosa
inocente como el amor
lo que escuché no me gustó
la ignorancia es a veces hermosa
inocente como el amor
en este mundo raro
que tanto se complica
y no tengo claro
lo que significa
porque este mundo es raro
y nadie me lo explica
y no tengo claro
lo que significa
porque este mundo es raro
y nadie me lo explica
Buscaba yo un título apropiado para esta pequeña reflexión,
que versa sobre los sinsentidos, las mentiras y las contradicciones del juicio
a los golpistas catalanes, y solamente me vino a la cabeza la bonita canción de
Alvaro Urquijo “En este mundo raro”. Igual estoy blasfemando al usar una canción
melódica y romántica de mis queridos “Secretos” para verter mi rabia, mi
desconcierto, mi repugnancia y mi odio sobre estos malditos delincuentes, pero
bueno, sirva lo bello de la canción como compensación a todo lo malo que
sufrimos por culpa de dichos personajes, e ilustren los títulos de algunas canciones de dicho LP mis comentarios.
Hablemos pues del patético espectáculo de los golpistas
separatistas en su último alegato antes del definitivo “muchas gracias, visto para sentencia”
del gran y admirado juez Marchena. Un mundo raro en el que parecen vivir los
encausados, ya que son capaces de pedir clemencia y perdón y en la misma frase
anunciar que volverán a cometer los mismos delitos. O bien son realmente dementes
(como sospechamos tantos españoles) o bien han sido abducidos por alguna fuerza
sobrenatural y maligna. O ambas cosas, sobre todo escuchando a Cuixart y a Sánchez.
Cuando el bueno de Marchena solamente les pedía una cosa muy simple: “Sólo
quiero que me digas la verdad, y los dos buscaremos el remedio” (otra de las
canciones del disco nombrado anteriormente).
Pero erre que erre, los encausados
siguen agarrándose a la sinrazón, como si entonaran la canción “Desapareces”, que
dice así: “El orgullo me cegó. Lo que vi se me olvidó. Sin rumbo y sin control,
ahora dudo”. Ya no estoy seguro si les ciega el orgullo, la incultura, el
fanatismo, el odio o el revanchismo, o si simplemente son peleles en manos de
las fuerzas oscuras de Cataluña (al mando de Jordi “Sauron” Pujol y su prole).
Y mientras tanto los leguleyos defensores negando la mayor y
afirmando que todo iba en broma, que nadie buscaba la independencia, que no
hubo violencia, que todo fue un farol. Como cantan los Secretos en la canción “Soñadores”,
pero haciendo daño, mucho daño, al resto de la sociedad: “jugué, mentí, hice
promesas que sabía que jamás iba a cumplir”. Así estamos. En manos
de mentirosos y cobardes. Y una parte de la sociedad española ciega como los
peces de la portada del disco, nadando sin rumbo en un mar de mentiras,
trapicheos, alucinaciones, connivencias y comisiones.
Solamente nos queda la esperanza de que, pasado el verano, esa
época del año que para nosotros los mortales dura unos quince días, mientras los
políticos disfrutan de un mínimo de tres meses de descanso (duro es su trabajo,
ciertamente), el otoño nos reciba con una sentencia justa, es decir, con una
condena completa de todos los acusados. Y sin posteriores indultos políticos para pagar los favores. Aunque eso ya
es soñar imposibles (bien lo estamos viendo con el reparto de alcaldías, comunidades, concejalías y ministerios, algo que no saldrá gratis).
Y que cada uno de los malditos golpistas, de los sembradores
de odio, de los racistas, de los ladrones, de los dementes, acabe solito en su
celda entonando “Trenes perdidos”:
“Y cuando estoy solo
me siento vacío
soñando el viaje de los trenes perdidos”.
me siento vacío
soñando el viaje de los trenes perdidos”.
Haberlo pensado antes. Listillos.
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