Tenía in mente este artículo
desde hace unos días, por lo que después de una breve sesión de self-brainstorming
(por una vez me permito utilizar un anglicismo, algo que me desagrada profundamente,
pero no encuentro ningún equivalente aceptable en nuestro querido idioma) en el
corto trayecto del metro de Madrid que me lleva de casa al trabajo, he buscado
un par de datos en la red, por aquello de citar correctamente y no equivocarme
en nombres, hechos o fechas, y me he puesto a escribir. Igual ha influido también
la extraña noche que he pasado, acosado por pesadillas en las que el nuevo Frente
Popular que se avecina causaba irreparables estragos en nuestra patria,
nuestra vida y con ello en el futuro de las nuevas generaciones. De tal calibre
han sido estos malsons, como llamamos a las pesadillas en catalán, estos
malos sueños, que he puesto las calles y me he plantado hora y media antes en
la oficina, es decir, con el sol aún por asomar en el punto más oriental de
nuestra piel de toro, la Punta de S'Esperó en la fortaleza de la Mola en
Menorca, isla balear que por ahora aún pertenece a España. A ver lo que nos dura.
En cristiano, son las seis y media de la mañana y ya estoy dándole vueltas a “tot
plegat”.
Seguro que muchos de vosotros,
mis tristemente pocos pero fieles lectores, os acordáis del proyecto llamada “Marca
España”, puesto en marcha en 2012 por el gobierno del PP, con el objetivo de
“mejorar la imagen exterior de España”., tal como consta en el Real
Decreto 998/2012, de 28 de junio publicado en el BOE correspondiente, aunque en
la Wikipedia ya hayan manipulado el objetivo original cambiándolo por el del nuevo
proyecto, “España Global” (más abajo escribo un poco más sobre esta aberración)
, sustituyéndolo por un extraño “objetivo de mejorar la percepción de
nuestro país en el extranjero y entre los propios españoles”.
Ahí queda eso. Lo de mejorar nuestra
imagen en el extranjero me parece correcto y necesario, eso fue la idea inicial
de la “política de estado”, pero lo de “entre los propios españoles” demuestra
la estupidez y sobre todo la debilidad de nuestro compulsivamente mentiroso presidente,
cautivo y entregado, como todos los gobiernos que hemos tenido en democracia, a
los chantajistas nacionalistas de las Vascongadas y de los condados catalanes.
Definir un proyecto y una política de Estado para mejorar la imagen que
tenemos de nosotros mismos es una clamorosa prueba de que algo, mucho, se está
haciendo mal. Desde hace muchos decenios. Yo diría que desde 1978. Y vamos a
peor.

Porque como suele pasar en
nuestro país, aunque algo funcione de maravilla, en el momento en el que cambia
el signo político del poder ejecutivo gracias a favorables resultados electorales u
oscuras alianzas, la primera y prioritaria tarea de los nuevos dirigentes es desmontar
lo anterior, sea bueno o malo, despedir a los responsables de puestos
clave de la administración y colocar a los suyos. Tanto a amigos y familiares
directos como a acreedores de favores y deudas previas o miembros de la judicatura abiertos a
vender su alma por 30 piezas de plata. No hace falta que os recuerde los múltiples
y recientes casos de nepotismo y amiguismo, llevados a cabo con toda la
desfachatez del mundo tanto por el PP como por el PSOE.
El PPSOE, como
solemos abreviar a ese duopolio que lleva cuarenta años sangrando a España para
colocar y enriquecer a su fiel tropa. Y utilizando cada cuatro años la palabra “ESPAÑA”
para justificar sus propias miserias y sacar los votos necesarios para seguir
medrando. Vergüenza les tendría que dar a todos.
¿Qué será pues ahora de la
marca España?
Habiendo desparecido el proyecto MARCA ESPAÑA, en mayúsculas, y teniendo a la “ínclita” Irene Lozano al frente de la nueva institución, una Secretaría de Estado “globalista” cuyos objetivos ni quiero conocer, pero cuya remuneración para la responsable está por encima de los 5.000 euros mensuales, me temo lo peor para el nombre, el prestigio, la economía, la convivencia y el futuro de España. Esta Irene, por cierto, es la amanuense, la escribana del libro-plagio de Pedro Sánchez, por si alguno lo desconoce. Así se entenderá mejor su nombramiento.
Habiendo desparecido el proyecto MARCA ESPAÑA, en mayúsculas, y teniendo a la “ínclita” Irene Lozano al frente de la nueva institución, una Secretaría de Estado “globalista” cuyos objetivos ni quiero conocer, pero cuya remuneración para la responsable está por encima de los 5.000 euros mensuales, me temo lo peor para el nombre, el prestigio, la economía, la convivencia y el futuro de España. Esta Irene, por cierto, es la amanuense, la escribana del libro-plagio de Pedro Sánchez, por si alguno lo desconoce. Así se entenderá mejor su nombramiento.
Porque la realidad social y
política, marcada por el golpista y violento “procés” catalán y los enmascarados
tejemanejes “nazional-racistas-siempre nos quedará el terrorismo como comodín”
del PNV y sus continuos chantajes al gobierno central, las mentiras de nuestros
ministros frente a las autoridades europeas sobre la verdadera situación
económica del país, sumadas al acuerdo de ayer entre el PSOE y Pablo Iglesias, contubernio
frentepopulista que presagia un desastre tras otro para nuestra tullida
sociedad... esta realidad realmente no invita a ser optimistas. Para nada.
Decía la señora Irene Lozano en
una reciente entrevista que Manuel Azaña "estaría orgulloso de la
España plural, diversa, solidaria y tolerante que somos hoy”. Nunca llegaré
a entender ni aceptar la suma tontería y sucia mentira populista del “plural,
diversa, solidaria y tolerante”, sobre todo si sale de la boca de un
socialista, un podemita u otro ser de esa galaxia extraña en la que habita el retrógrado,
falso, envidioso y revanchista rojerío patrio. Y menos toleraré que nombren al
malvado y sanguinario Manuel Azaña cuando se habla de la imagen y del futuro España.
Plural: ¿Se referirá
quizás a las nacionalidades inventadas que no coinciden para nada con la
historia de España ni con nuestra realidad social? ¿O a la integración de violentos
inmigrantes ilegales, regándoles de subvenciones sin exigirles nada a cambio,
mientras el pueblo español languidece y sufre como nunca?
Diversa: ¿Piensan quizás en
la dictadura de género, un experimento de manipulación social contra todo
sentido y sobre todo contra la propia biología, que establece claramente que el
sexo no se asigna, sino que viene determinado en los genes?
Solidaria: ¿Estará hablando
del palacio de los marqueses de Galapagar, los vuelos con el Falcon, el duro
trabajo de Begoño, los exagerados sueldos de los políticos (¿por cierto, qué
partido ha planteado no cobrar si no trabajas en el caso de los diputados?), o
el paripé mercadotécnico con los barcos esclavistas como el Aquarius o el OpenArms?
Tolerante: ¿Con quién? Con
los de su cuerda, supongo, porque todo lo que no siga las ideas maestras del
pensamiento rojiprogre está claro que es fascista, como bien recalcó el
otro día nuestra gran e ilustre filósofa patria, la bachillera Adriana Lastra. ¡Fascistas,
malditos fascistas!
¿Qué será de la marca
España cuando en Europa vean a personajes como Pablo Iglesias aupados a un ministerio?
¿Qué será de la marca España si este nuevo Frente Popular sigue utilizando a la familia real con malas intenciones?
¿Qué será de la marca España si seguimos dejando que una minoría violenta protegida por el poder local coarte la libertad de los demás y destroce nuestro sector turístico, básico e imprescindible para la supervivencia de todos nosotros?
¿Qué será de la marca España si este nuevo Frente Popular sigue utilizando a la familia real con malas intenciones?
¿Qué será de la marca España si seguimos dejando que una minoría violenta protegida por el poder local coarte la libertad de los demás y destroce nuestro sector turístico, básico e imprescindible para la supervivencia de todos nosotros?
¿Qué sera de la marca España si ...?
¿Y que será de la propia España como
nación, heredera de un glorioso imperio que trajo los mayores avances a la sociedad
y perpetuó eternos y superiores valores en la historia de la humanidad?
No lo sé. Pero pinta mal.
P.D. Mientras escribo esto
me han pasado este mensaje de Twitter que por lo menos me ha hecho sonreír y confiar
en el humor, la constancia y la ilusión que en el fondo atesoramos todos los
españoles de bien.
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