miércoles, 8 de noviembre de 2017

Cuatro barras y un funeral

Me ha inspirado escribir este artículo esta viñeta tan bonita que lleva mi amigo Pumuky en su Whatsapp como foto de perfil. Dibujo emocional, con ese aire de infantil inocencia, que entra directamente al corazón. Pero que por desgracia se quedará en eso, en una ilusión más de que en la vida las cosas pueden acabar bien, cuando todos sabemos que los finales felices son más raros que un tuit de Gabriel Rufián con un mínimo de sentido. O de Alberto Garzón. O de Escolar. O de Junqueras. O de Fuigdemont. O de Iglesias. O de Bea Talegón. De cualquier miembro de esa piara de vividores que no dan un palo al agua pero se arrogan una superioridad moral e intelectual de la que, obviamente, carecen por completo.



Ver las cuatro barras de Aragón limpias de polvo y paja, tal cual nacieron bajo el reinado de Alfonso II de Aragón, y liberadas del lastre del nacionalismo que desde el Siglo XIX intenta reescribir la historia a su conveniencia, produce un cierto alivio, pero éste se desvanece en el momento en el que enciendes TV3, escuchas Catalunya Radio, asistes a cualquier escuela en Cataluña o intentas razonar con algún abducido separatista. Por desgracia, y ahí radica el mayor error de nuestros gobernantes, ya sean del PP o del PSOE: mientras no se combatan la manipulación, el adoctrinamiento y la reinterpretación de la historia obviando cualquier verdad y pruebas irrefutables, esa estrella fugaz que sigue manchando las barras de Aragón y con ello la “senyera” catalana, seguirá destrozando la sociedad, la convivencia, la verdad y la historia de nuestra patria.


De poco nos va a servir la limitada aplicación del artículo 155 si dejamos que las medios de comunicación en Cataluña, los cinco fugados en Bruselas (cada vez que oigo hablar de los cinco me vienen a la cabeza los libros de Enid Blyton, en especial el llamado “Los Cinco se escapan”) y el enfermo ex presidente Fuigdemont, campen a sus anchas, llenen de mentiras el ambiente y nos insulten a todos los españoles por activa y por pasiva.

Es hora de acciones contundentes, de que la justicia actúe de forma ágil, de que se impute de forma urgente a todos los cómplices de esta patraña, que se intervengan los medios “públicos” en Cataluña (lo de llamarlos públicos es de chiste cuando se trata de entes al servicio del poder separatista), que se depuren las responsabilidades en la STASI catalana (esos sucios y violentos mozos de cuadra), cuerpo policial nacido en 1983 con la única misión de servir y proteger a maquinadores y golpistas del tres al cuarto, que la juez haga su trabajo sin presiones y se detenga de una vez a Trapero, se le ingrese en prisión y pruebe por una vez su propia medicina.

Si no se toman las medidas oportunas, si dejamos que cuatro pandilleros bloqueen toda una región cuando no representan a nadie en número de votos, si seguimos tolerando que los profesores adoctrinen, TV3 manipule, la maldita Terribas engañe y Fuigdemont vomite su infecta bilis en el corazón de Europa, de nada servirá esta ilusionante recuperación de las cuatro barras aragonesas, de nuestra verdadera bandera (junto a castillos, leones y cadenas navarras), y la estrella que debía ser fugaz se quedará pegada cual esputo de un tísico en un emblema que nació para unir y crear una de las naciones más antiguas del mundo y permitió que el mayor Imperio de la historia aportase todo lo bueno que tiene la hispanidad, y con ello la catalanidad, al resto del planeta.

En caso contrario, todo acabará en un funeral. Un funeral por nosotros, por nuestra Cataluña, por nuestra patria España, por nuestra historia y, lo que es peor, un funeral por el futuro de las nuevas generaciones.


Y tristemente no nos quedarán nada más que las cuatro barras manchadas con el vómito, el clasismo, el racismo y el odio de los malditos separatistas y sus siniestras intenciones.



No hay comentarios:

Publicar un comentario