lunes, 15 de mayo de 2006


Del «Espanyol» al «Español»
Tomás CUESTA en "La Razón" el 15 de Mayo de 2006

Estar casado con una hincha del Madrid sin haber abjurado de la religión atlética no me negarán que tiene mérito. Si, además, uno es conservador y su mujer zapaterista hasta la médula, ya es como para inscribirse en el Libro Guinnes de los Récords. Se diría imposible, pero aquí nos tienen: con una Liga más sobre los hombros y deseando que empiece la siguiente para poder seguir riñendo. Si Dios nos da salud (y, sobre todo, paciencia), celebraremos las Ligas de Plata en lugar de las Bodas, que es algo más vulgar, aunque, al paso que vamos, cada vez resultará menos corriente. Se acabó lo que se daba y, como yo pronostiqué, el Español sigue en Primera. Por los pelos, es cierto, y pese a que Sánchez Llibre (que en lugar de conservador es conservero) no se lo merezca. El señor Sánchez Llibre –un mandatario timorato y un experto en jugar a dos tapetes– ha convertido al «Espanyol» en el representante de un catalanismo «light» y aguachirlado que no conduce a ningún puerto. Cuando podría ser, de proponérselo, un protohéroe de la resistencia. Decía Walter Benjamin que, entre dos contradicciones, siempre se ha de optar por la más evidente. O sea, que entre ser del «Espanyol» y ser del «Español», lo segundo es lo que te sale a cuenta. Los periquitos son españolistas por tradición y por esencia. Y, en el estadio Lluís Companys (que manda huevos estar realquilados bajo esa advocación siniestra), se ven más banderas rojigualdas que «senyeras» con estrella. No hace falta ser un experto en «marketing» para identificar un nicho de mercado atestado de huérfanos. ¡Sus y a ellos! En Barcelona tan sólo el Español es un equipo español a todos los efectos. Y, lo que parece una verdad de perogrullo, es un certificado de grandeza. El Barça le saca un mundo al Español, tanto en recursos como en juego, pero su mundo, pese a lo que parece, es muy pequeño. El Barça de Joan Laporta es como La Ben Plantada con tanga brasileño. Una estación de paso entre la gloria y el más puro esperpento. Y para poder enfrentarse a los blaugranas (no tanto en el campo, que ahí lo tienen chungo, como en las tertulias de los bares, por ejemplo) le hace falta carácter y un punto de soberbia. El mismo que exhibimos ante los madridistas los sufridores colchoneros. ¿Qué Atleti, hoy por hoy, es un desastre con el que ni siquiera te cabreas? Pues sí, naturalmente. Pero nosotros somos quienes somos, basta de historia y de cuentos; podríamos decir en este caso, sacando la poesía social de la alacena. ¿El señor Sánchez Llibre sabrá lo que es la épica? Doble contra sencillo a que ni puñetera idea. El sábado, en el palco de Montjuïc, sólo el alcalde Clos se dejó ver la jeta. Y eso por no saltarse la rutina de la política municipal y espesa. Los de la Generalitat, que estaban deseando que el Español bajara a los infiernos, se escaquearon con absoluta desvergüenza. Los españoles a Segunda: el Estatut es eso, a fin de cuentas. El miércoles, sin embargo, no faltará un político para hacerse la foto con Ronaldinho y sus colegas. Nadie se ha atrevido a hacer la encuesta, pero me jugaría mi colección de sellos (y no son de los de Fórum Filatélico) a que el setenta y cinco por ciento de los españoles estaría encantado con que el Barça pierda. Es duro decirlo, pero así está el ambiente. Ojalá no suceda, aunque el Arsenal jugando al contraataque tiene más peligro que Carod de cara al referéndum. ¿Y si sucede? De entrada mi mujer me invitará a «champagne» porque nosotros tendremos otro título en la áspera Liga de la convivencia y el eterno rival, una copa menos. Y para fastidiarme, claro, porque ahora no bebo.