desgobierno, ruina económica absoluta, cuando no definitiva, golpismo continuado en Cataluña, cesiones diarias y vergonzantes a los racistas vascos, comunismo carca, regre y totalitario en el gobierno (por acción en un lado y por omisión en el otro), ignorancia, incultura y despotismo de los ministros y ninistras y violencia de todo tipo contra los pocos pero valientes opositores al pensamiento único que está a pocos pasos de acabar con nuestra patria, nuestra sociedad y nuestro futuro.
Como para empezar a creer en la astrología (y de paso en el Reiki, la quiromancia, las flores de Bach, el Feng Shui, la homeopatía, el terraplanismo, la cerealogía y demás pseudociencias).
Pasados estos desgraciados 12
meses entre muertes, encierros, abusos de poder, corrupción política, golpismo
encubierto, ruina, censura y mentiras para dar y tomar, hoy empieza el año
lunar chino del buey (no tardará mucho el maniquí de la Moncloa en felicitar a
todos y todas por esta festividad tan importante y entrañable para los
españoles, muy por encima de la Pascua, la Navidad o el 12 de octubre y
solamente superada por el BlackFriday).
La “derechita cobarde” que es
capaz de renunciar a todo con tal de mantenerse a flote en esta nación venida a
menos por la conocida triple división que tanto me gusta citar, “la división
engendrada por los separatismos locales, por la división engendrada entre los
partidos, por la división engendrada por la lucha de clases”. Frase que por
cierto podríamos ampliar a cuatro con la división de género. Esa demencia
antinatural y acientífica que solamente se promociona e impone para justificar las
locuras de feminazis, periolistas, enfermeras despechadas, tertulianas
colocadas (por excesivo consumo), ignorantes ninistras con niñeras bien pagadas
y demás purria.
Pero gracias a Dios no somos chinos. Ni creemos en su horóscopo. Ni nos sometemos a ningún yugo. Si acaso somos toros. Por algo es un animal que nos representa, que forma parte de nuestra cultura, nuestra historia, nuestra simbología y nuestra economía (hasta que la maldita e iletrada pesteroja consiga acabar con el toro bravo y todo lo que aporta a nuestra economía y nuestra sociedad).
El noble toro, libre, fuerte y valiente.
Se me antoja un buen símbolo para aquellos que plantan cara a la mentira, la manipulación, la sumisión, la violencia y la decadencia social y moral. Todos sabemos de quien hablo. De todos aquellos que se están batiendo en calles, jardines y plazas de Cataluña para acabar con la demencia nacionalista.
No nos queda otra. El toro contra las sucias ratas y los mansos bueyes
P.D. Bien pensado, siempre ha sido nuestro símbolo. Vista, suerte y al toro, amigos.