viernes, 12 de febrero de 2021

De ratas, bueyes y toros

Hace un año escribía sobre el año nuevo chino, el de la rata, animal que por su naturaleza no presagiaba nada bueno. Y así ha sido. Quién nos iba a decir que la influencia de las ratas iba a ser tan nefasta, triste y destructiva como al final lo ha sido. Más de 100.000 muertos por la dejadez e inutilidad del 
desgobierno, ruina económica absoluta, cuando no definitiva, golpismo continuado en Cataluña, cesiones diarias y vergonzantes a los racistas vascos, comunismo carca, regre y totalitario en el gobierno (por acción en un lado y por omisión en el otro), ignorancia, incultura y despotismo de los ministros y ninistras y violencia de todo tipo contra los pocos pero valientes opositores al pensamiento único que está a pocos pasos de acabar con nuestra patria, nuestra sociedad y nuestro futuro.

Como para empezar a creer en la astrología (y de paso en el Reiki, la quiromancia, las flores de Bach, el Feng Shui, la homeopatía, el terraplanismo, la cerealogía y demás pseudociencias).

Pasados estos desgraciados 12 meses entre muertes, encierros, abusos de poder, corrupción política, golpismo encubierto, ruina, censura y mentiras para dar y tomar, hoy empieza el año lunar chino del buey (no tardará mucho el maniquí de la Moncloa en felicitar a todos y todas por esta festividad tan importante y entrañable para los españoles, muy por encima de la Pascua, la Navidad o el 12 de octubre y solamente superada por el BlackFriday).

Para los compatriotas de Confucio y esclavos de Xi Jinping el buey simboliza esfuerzo, tranquilidad, prudencia y prosperidad. Si no fuera por el esfuerzo bien podría valer como definición del Partido Popular. Aunque no los veo cambiando la gaviota por un buey. Sería muy facha. O fatxa como lo escribiría el neo-catalán y vil traidor Pablo Casado. Y eso que el buey les viene como anillo al dedo. Porque un buey no es más que un toro castrado y sometido al yugo de sus dueños. En este caso los maestros de ceremonias del desmembramiento de España, de la destrucción de la sociedad y todos sus valores y de la imposición de la Agenda 20230.

La “derechita cobarde” que es capaz de renunciar a todo con tal de mantenerse a flote en esta nación venida a menos por la conocida triple división que tanto me gusta citar, “la división engendrada por los separatismos locales, por la división engendrada entre los partidos, por la división engendrada por la lucha de clases”. Frase que por cierto podríamos ampliar a cuatro con la división de género. Esa demencia antinatural y acientífica que solamente se promociona e impone para justificar las locuras de feminazis, periolistas, enfermeras despechadas, tertulianas colocadas (por excesivo consumo), ignorantes ninistras con niñeras bien pagadas y demás purria.

Pero gracias a Dios no somos chinos. Ni creemos en su horóscopo. Ni nos sometemos a ningún yugo. Si acaso somos toros. Por algo es un animal que nos representa, que forma parte de nuestra cultura, nuestra historia, nuestra simbología y nuestra economía (hasta que la maldita e iletrada pesteroja consiga acabar con el toro bravo y todo lo que aporta a nuestra economía y nuestra sociedad).

El noble toro, libre, fuerte y valiente.

Se me antoja un buen símbolo para aquellos que plantan cara a la mentira, la manipulación, la sumisión, la violencia y la decadencia social y moral. Todos sabemos de quien hablo. De todos aquellos que se están batiendo en calles, jardines y plazas de Cataluña para acabar con la demencia nacionalista.

No nos queda otra. El toro contra las sucias ratas y los mansos bueyes

P.D. Bien pensado, siempre ha sido nuestro símbolo. Vista, suerte y al toro, amigos.