lunes, 23 de enero de 2012

¿Revolotea de nuevo el separatismo sobre Cornellá-El Prat?

En un artículo redactado por una joven periodista llamada Gemma Aguilera aparecido el pasado 22 de Diciembre en el “mundialmente” conocido diario digital “Nació Digital (punto “cat”, claro está), los pocos pero incansables separatistas catalanes vuelven a manipular la realidad social de un club más que centenario, el Real Club Deportivo Español, así como la historia del mismo y de toda Cataluña.

Es un tema recurrente que no debería de preocuparnos demasiado, ya que todos sabemos que se trata de una minoría con tan poco representatividad en la masa social del Club como la que puedan tener los grupúsculos separatistas en la política catalana o el diario “Nació Digital” en el ámbito de los medios de comunicación, pero aún así a cualquier socio, aficionado o seguidor del RCD Español le duele mucho leer estas sandeces. Más aún cuando las redes sociales y su potencia viral son capaces de convertir en famoso, y en muy pocas horas, a un perro con cinco patas, a una inculta e iletrada ministra de los anteriores gobiernos proclamando la conjunción planetaria, a un buscador de notoriedad que se come 20 hamburguesas bien cargadas en menos de lo que canta un gallo, o, como en este caso, a una poco preparada periodista que escribe sin conocer en absoluto la historia deportiva de esta tan querida parte de España.

De izquierdas y pericos, por unos países catalanes libres y socialistas” reza el lema de este grupo en Facebook , al parecer iniciador de la campaña separatista. Grupo que por cierto atesora la ingente cantidad de 160 seguidores a día de hoy, ciertamente poco representativo si tenemos en cuenta la masa social del RCD Español. Más les convendría montar un grupo excursionista e irse a la montaña en búsqueda del Santo Grial catalán, que andarse con semejantes tonterías a estas alturas del Siglo XXI.

Hace pocos años, y gracias a la ingente labor de la plataforma “Españyol, Futuro y Tradición” y al apoyo de uno de los pocos diarios independientes y serios de nuestro país, La Gaceta, ya pudimos destapar los tejemanejes de algunos directivos del RCD Español y sus claras intenciones de imponer el pensamiento único, la falsedad histórica y la insensatez nacionalista de la gente poco viajada, como diría Pío Baroja, en una institución histórica, apolítica y deportiva como es nuestro Club.

La burda manipulación de fotografías, la ocultación de datos sobre las preferencias lingüísticas de los socios, la persecución de cualquier símbolo español y el aislamiento, cuando no expulsión, de socios veteranos destacados defensores del deporte como único objetivo del Club, que sufrimos en su momento, pasó a mejor vida gracias a la labor de unos cuantos, pero sobre todo gracias a la verdad, que al final siempre se impone a los delirios de las minorías incultas o manipuladas.

Ni la sardana es un baile ancestral catalán, ya que fue inventada en 1817 por un jiennense llamado José Ventura, ni en 1714 hubo ninguna guerra de secesión entre España y Cataluña, sino un conflicto de sucesión, en el que Cataluña se alineó al lado de, por ejemplo, Madrid, Alcalá y Toledo, ni la senyera es la bandera histórica de Cataluña nacida de la brava sangre del sufrido Wilfredo el Velloso, sino una aceptación de los colores de Aragón (colores, por otro lado y según alguna de las teorías existentes, originales del Vaticano y adoptados ya en 1068 al enfeudarse la Casa de Aragón al Papa) , ni el ramplón, por inculto, separatismo catalanista tiene la mínima representación en la masa social del Real Club Deportivo Español.

Otra cosa es que con la connivencia de algún directivo del propio club y la poca preparación de determinados periodistas sigan alimentándose tamañas estupideces.

Pero tranquilos, no se trata más que de mucho ruido y pocas nueces. Y de un oxímoron que no sentará cátedra ni se incorporará al lenguaje popular: ¿Españolistas separatistas? Anda ya.


martes, 17 de enero de 2012

Cristo me sigue

Soltado así a bote pronto, más aún como título de un artículo, suena bastante fuerte. Parece la clásica expresión de un integrista, de un miembro de la tan “religiosa” familia Ruiz Mateos, de un abducido por una secta evangelista o de un taxista de cualquier metrópoli española, sudamericana o asiática en la que la España imperial dejó su huella católica, apostólica y romana; esforzado conductor este que honra el recuerdo de glorias pasadas y previene los malos farios decorando su vehículo con imágenes del Redentor, colas de zorro, un muñeco de Elvis Presley sumamente inquieto y algún que otro abalorio más.

Pero se trata de algo mucho más simple: una cuenta de Twitter que responde al nombre de “Jesus Christ”, a la que otorgué mi confianza dándole al botón de seguir y que inmediatamente me correspondió con su recíproco seguimiento. Ante tantas cuentas, usuarios, grupos de fans, juegos, eventos, listas de distribución, clubes y campañas virales de solidaridad con los hipopótamos que todos los usuarios de redes sociales vemos pasar ante nuestros ojos, ésta en concreto me llamó la atención de inmediato. Por el nombre, por la imagen del avatar, pero, sobre todo, por lo que removió en mi interior cual ardor de estómago antes de ser tratado con el Almax de rigor.

Esa necesidad de espiritualidad, de religiosidad, de valores trascendentales, que tan poco se ven y viven en nuestra sociedad actual, y menos aún en el mundo virtual de las redes sociales, debió de ser lo que me impulsó a darle al botón izquierdo de mi ratón y aceptar sin dudar esta nueva “amistad” que me brindaba esa pantalla que, a pesar de estar configurada a 1024x768 y con 16 millones de colores, no es nada más que un trozo de cristal enmarcado por plástico que me aleja de la vida real en vez de acercarme a ella.

Para ser sincero no tengo demasiado interés en esta cuenta (Dios me perdone), ni en saber quién está detrás. Lleno está el mundo de falsos profetas, y hasta este mismo usuario de Twitter cita a San Marcos en uno de sus tuits: “Se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar.

Lo que sí me ha importado del hecho relatado es esa sacudida en mi interior. Ese pequeño golpe a mi conciencia que me ha hecho reflexionar hasta el punto de compartirlo con vosotros, mis lectores.

Será por la educación religiosa que recibí, por mi sincera y meditada fe en Dios, o por los remordimientos que siento muchas veces por la falta de seriedad, de entrega al prójimo, de generosidad, de paciencia, de sinceridad o de humildad que deberían de impregnar el día a día de cada uno de nosotros, y que solamente florecen, por lo menos en mi caso, en escasas ocasiones.

¿Quién sabe si no ha sido una señal para que despierte y me aplique un poco en ser más bueno (léase cristiano)? No de boquilla, de puterío semanal con posterior y teatral misa dominical y confesión simulada, sino de hechos concretos.

Teniendo en cuenta que hay gente que se cree las leyendas Mayas sobre el fin del mundo, las sandeces de la Cienciología, las gilipolleces de Dan Brown, apoya las alianzas de civilizaciones de Zapatero y la conjunción planetaria de Pajín o jura y perjura que el asesino Santiago Carrillo es un santo, ¿por qué no voy a creer en Jesucristo nuestro Señor?

Me parece bastante más factible y serio que todo lo demás.

miércoles, 11 de enero de 2012

El oxímoron definitivo

Mi intención era titular este artículo “la madre de todos los oxímoron”, pero dado que no existe acuerdo sobre el plural de esta palabra, he preferido simplificarlo. Sin poner en duda la capacidad intelectual de vosotros, mis queridos lectores, y simplemente para refrescar esa habilidad de recordar ya tocada por los años, los excesos alcohólicos o (en el caso de los tan sorprendentemente bien pagados chóferes de la Junta de Andalucía) por los gastos en polvitos blancos subvencionados por todos nosotros, recuerdo a todos que un oxímoron es, según definición de la Real Academia, una “Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido”.

En nuestro lenguaje habitual existen ejemplos a raudales, tantos que en muchos casos ni nos damos cuenta de que en el fondo estamos diciendo una estupidez. O no me diréis que “silencio atronador”, “calma tensa”, “casi seguro”, “estimación precisa “, “mala suerte” o la muy actual “Keyboard not found, press any key", no son más que sandeces si se toman al pie de la letra, pero que adquieren su nuevo valor y sentido justamente por su combinación. Para los aficionados a las letras no puedo dejar de recomendar esta página web  que describe esta figura del lenguaje de forma completa y con tal cantidad de ejemplos que prefiero que deje de ser un “secreto a voces” y compartirla con vosotros. Yo he aprovechado el hallazgo de esta página para intercalar unos cuantos de ellos en este texto, algo que por lo menos me ha proporcionado un rato ameno e instructivo.

Como debéis de estar imaginando todos yo sigo con mis “obsesiones normales”, es decir, apuntando no ya con “fuego amigo” sino con toda la intención del mundo a la casta política, que sigue dando ejemplo, día a día, de cuan ruin y falsa puede llegar a ser una persona con tal de perpetuarse en el poder. Y aquí pueden recibir todos, sin que ninguno de ellos sea un “justo pecador” (Para esto ya tenemos a uno de los mejores grupos de música de nuestra piel de toro.). En todo el arco parlamentario, de izquierda a derecha, en todas las instituciones, desde el Palacio Real o el Congreso de Los Diputados hasta la última pedanía del más pequeño ayuntamiento de la más pobre y pequeña de nuestras autonomías, estamos rodeados de personajes que anteponen sus propios intereses a sus obligaciones, ya sean legales, familiares o morales.

Ese “egoísmo compartido” de la clase dominante, ya sea un yerno de un rey impuesto, un dirigente terrorista candidato al premio nobel de la paz, un nuevo ministro de economía que defiende una "banca ética", un presidente de Gobierno que guarda un “clamoroso silencio”, un presidente autonómico encausado o un beneficiario de un ERE falso, todos, absolutamente todos ellos, viven, progresan y se enriquecen a costa nuestra. A costa de los que les votamos, de los que pagamos impuestos, de los que trabajamos para garantizar su bienestar, y no el nuestro.

Esa “apuesta segura” en la que se ha convertido cualquier cargo público para poder mangonear produce en mi no una “calma tensa” sino una rabia indescriptible. ¿Dónde está esa “conciencia política”, esa entrega al servicio de los demás, que debería de suponerse a los representantes de los ciudadanos, que en el fondo no son nada más que las personas designadas por nosotros para desempeñar una función pública?

Y aquí no me dejo llevar por una “envidia sana”, no amigos, es mi idealismo juvenil y luchador el que me revuelve las tripas, me genera ardor de estómago y me impide sonreír o escribir bonitos y divertidos relatos para distracción de mis lectores. Es el asco que siento ante esta “justicia criminal” encarnada por hechos, cohechos, sentencias ficticias y prescripciones planificadas. Ante esa “luz oscura” que se ha apoderado de nuestro país en la que ya solamente brillan los ojos entristecidos de los “muertos vivientes” en lo que se están convirtiendo la mayoría de los ciudadanos mientras los políticos usan sus “mentiras piadosas” para pedir el voto y luego cambiar de opinión al vuelo, para decir que “menos es más”, que no sabían nada del “secreto a voces” y que todo lo que dijeron era “relativo”.

Relativo a su increíble capacidad de mentir, será. (O de pasar de "catalana a andaluza" en lo que canta un gallo, que también manda huevos.)

Esa clase política que con sus “verdaderas mentiras” nos ha hecho caer en la trampa del “yugo liberador” de la democracia. Anda que me río.


Y son ellos los destinatarios de este artículo, los del oxímoron definitivo, esos “políticos sinceros” que cuando llegan a casa después de sus duras “reuniones de trabajo” exclaman: “Ande yo caliente, y jódase la gente.