martes, 24 de agosto de 2010

La verdad es de cada uno (que fácil es mentir)

Todos sabemos que la verdad absoluta existe, pero que cada uno la interpreta, manipula, deforma o cambia a su antojo. Un hecho es un hecho, inamovible, eterno, pero a partir de aquí cada persona, cada colectivo, cada historiador, y sobre todo cada partido o grupo de presión, se recrea girando la tortilla hacia el lado que más le conviene en ese momento. Y tampoco lo hace de forma definitiva, sino que va adaptando el cuento a las circunstancias, intentando sacarle todo el jugo posible.

No hay que rascar mucho para encontrar ejemplos que claman al cielo, basta con abrir cualquier diario, leer aleatoriamente una página web o aguantar alguno de los burdos y simplistas programas de televisión de máxima audiencia (lo de máxima sí que es preocupante), pero en estos últimos días hemos visto unos cuantos ejemplos que sinceramente son inaguantables.

Una de historia e ingleses: Como algunos (o muchos) sabréis el mítico Almirante D. Blas de Lezo y Olavarrieta, ilustre y victorioso marinero español, de las vascongadas, en concreto de Pasajes, ahora Pasaia, también llamado “Medio Hombre”, defendió Cartagena de Indias con solamente 3.000 hombres entre tropa regular, milicianos, 600 indios flecheros traídos del interior más la marinería y tropa de desembarco de los seis únicos navíos de guerra de los que disponía la ciudad, frente a 2.000 cañones dispuestos en 186 barcos bajo el mando del almirante Sir Edward Vernon con 23.600 combatientes entre marinos, soldados y esclavos negros macheteros de Jamaica y alguna tropa más. Pues el hecho fue que ganó Blas, venció España, y que el engreído almirante inglés tuvo que irse con el rabo entre las piernas. Eso sí, el pérfido inglés acuñó unas monedas conmemorativas de su “victoria”, en las que se podía ver a Blas de Lezo arrodillado dándole la mano en señal de entrega. Y así consta en los libros de historia de los ingleses. Pues Blas de Lezo ni se pudo arrodillar, ya que le faltaba una pierna, ni le pudo dar la mano, ya que también le había quedado inutilizada por heridas en anteriores contiendas , ni fue derrotado, ya que ganó la batalla con todos los honores, muriendo poco después a causa de las nuevas heridas sufridas. (lo anterior es un pequeño resumen de un brillante artículo de Arturo Pérez-Reverte en el XLSemanal del pasado domingo).

Una de separatistas y geografía: Como habréis podido leer en algunos medios de comunicación, el programa de TV3, la seva, “Temps d’Aventura”, ha puesto en marcha una acción que consiste en culminar los 25 picos catalanes del Pirineo más emblemáticos para conmemorar su politizada ascensión al Everest realizada hace 25 años. Pues ahora resulta que 2 de los picos que se van escalar, el Aneto, con sus 3.404 metros de altitud y el Vallibierna (3.056), que traducen a Vallhibierna, son aragoneses. Un pequeño “error”. Destapada esta mentira por el Heraldo de Aragón han corrido en cambiar el subtítulo del programa, añadiendo “i el Pirineu” al original, que se llamaba “Puja amb nosaltres un dels 25 principals cims de Catalunya”.

Una de guionistas de televisión: Bastantes de vosotros recordaréis la genial serie inglesa Fawlty Towers, Hotel Fawlty, hilarante comedia dirigida e interpretada por John Cleese, de los Monty Python. En este serial uno de los personajes principales es Manuel, el camarero del hotel, torpe, primitivo, corto y (en el original) de Barcelona. Pues en la versión que se emitió en Cataluña, por acomplejada y necia decisión de algún gerifalte o comisario político nacionalista, Manuel se convirtió por arte de magia en mexicano. Y para no ser menos, en la versión en castellano, desconozco que televisión autonómica la tradujo, lo convirtieron directamente en italiano. Penoso.

Y finalmente, una de fútbol: Estos ejemplos son similares al delito que perpetra la directiva del Español, partido tras partido, en lo que hace referencia a nosotros, los seguidores de nuestro histórico y amado Real Club Deportivo Español: ocultan nuestras banderas de España, silencian nuestros cánticos, nos impiden agruparnos o renovar, en definitiva, nos persiguen hasta la extenuación para vender una historia falsa, un nacionalismo catalán inexistente en nuestras filas, manipulado todo por sus propios intereses, que son egoístas, puramente económicos, rastreros y que tienen poco que ver con el espíritu familiar, deportivo, catalán y español que siempre ha reinado en nuestro Club.

Lo que decía: la verdad es de cada uno, qué fácil es mentir.

jueves, 5 de agosto de 2010

Mi Barcelona, ¿dónde está mi Barcelona?

No nos pilla de nuevo el ataque furibundo y políticamente manipulado a la Fiesta Nacional, es decir, a los espectáculos taurinos con muerte del toro, que hemos sufrido en estos últimos tiempos en Barcelona. No ahondaré demasiado en este tema, glosado ya de mil y una maneras y por ciento y un intelectuales, comentaristas, toreros, artistas, gente de bien todos ellos, en estas semanas que han pasado desde la prohibición decretada por esa inútil institución llamada “Parlament de Catalunya”.

Desde que tengo uso de conciencia o consciencia, sinónimos según la RAE, en mi ciudad natal, en mi querida Barcelona, siempre hemos vivido enfrentados aquellos que la consideramos parte intrínseca de España y de su historia, y los otros, los que sin rigor histórico, sin contemplaciones y sin otra ambición que arañar privilegios económicos, se han dedicado a desmontar una realidad irrefutable enfrentando a Barcelona y el resto de la región con la totalidad de España.

Conseguir beneficios monetarios ha sido y es el único fin de los enemigos de mi Barcelona, de mi Cataluña, ya sea como en otras épocas escalando los peldaños del poder del anterior régimen, en sus sindicatos y demás instituciones, agrupándose en mutuas, cámaras de comercio o círculos de poder variopintos, hasta las fáciles maniobras actuales por obra y gracia del sistema “democrático” y la ley electoral española, que permite el sinsentido que las minorías locales aplasten a la mayoría natural, a la historia y a la verdad absoluta con cuatro votos obtenidos bajo siglas grandilocuentes como solidaridad, libertad, igualdad, socialismo, unidad etc., votos robados al inculto e inocente votante que no llega a más y se cree a pie juntillas cualquier cosa que un político le prometa.

He sufrido en mi propio cuerpo el estigma de ser de un equipo diferente al Barza, de haber nacido en la Zona Alta, de haberme ido voluntario al servicio militar rechazando un “excedente de cupo”, de haber militado en Falange, de haber querido ser militar o Guardia Civil, de haber sido del SEU (el nuevo, se entiende) o de haber ondeado sin complejos la bandera de España, de mi patria, en cualquier ocasión que se prestaba a ello. Y no es de ahora, son ya más de 35 años de los 47 que acabo de cumplir en los que de forma consciente he estado librando día a día, paso a paso, una batalla continua contra una forma de presentar a Barcelona y Cataluña que nada tiene que ver con el amor que siento por ella ni con su realidad histórica.


Mi Barcelona es y ha sido taurina desde siempre, y no porque mi abuelo fuera el encargado con su empresa de construcción del mantenimiento de las Plazas de Toros y cines del Sr. Balañá, sino por una tradición centenaria como ciudad cuna de las mejores estrellas de la tauromaquia.


Mi Barcelona ha tenido siempre más de un equipo de fútbol, pero la sana rivalidad deportiva nunca ha cristalizado y siempre se ha tratado de una guerra abierta entre el deporte de verdad, el del RCD Español, del Júpiter, del Europa o de la Penya (aunque sea de Badalona sirva como ejemplo), frente al interés político, y por ende económico, masón (por secreto, anticristiano y mafioso) y sectario, del FC Barcelona.

Mi Barcelona tenía en su época, por casualidad desde el año que nací, en 1963, una réplica de la carabela la Santa María de Cristóbal Colón anclada en el puerto, junto a las Golondrinas, hasta que un intento de atentado de cachorros de Terra Lliure en 1987 y un posterior y sospechoso incendio acabaran con su existencia, fuera desmantelada, vendida y trasladada a Kobe, en Japón. Ya me diréis que pinta una réplica de la carabela de Colón en esa ciudad japonesa. Aunque quien sabe, con lo insistentes que son los separatistas creando mitos, leyendas y falsas historias igual nos demuestran finalmente que Colón era Colom, antepasado del ínclito Ángel Colom, luchador infatigable por el bien de Catalunya y el favor de mancebos, a poder ser moros, e intenten recuperar la Nao, anclándola de nuevo en nuestro puerto y decorándola con mil y una señeras, sin saber que de esta forma estarían devolviéndole sus emblemas originales, los de la Corona de Aragón de nuestro gran Fernando II , que junto a Isabel permitió que España iniciara la gesta de conquistar el mundo sin derramar ni una milésima parte de la sangre que usaron otras potencias en sus devaneos por el globo.

Mi Barcelona tenía a Copito de Nieve, traído de una de nuestras últimas colonias, Guinea, país que desde que lo dejamos ha ido de mal en peor y en el cual aún hoy, basándose en los relatos de padres y abuelos, nos echan tanto de menos como yo a mi Barcelona que se nos va. Con su conversión en Floquet de Neu llegó su fin, y pocos años duró ya el pobre viendo en lo que se estaba convirtiendo su Barcelona de adopción.

Así podría seguir con mil y un historias más de nuestra querida ciudad, que poco a poco va dejando de ocupar mi corazón y abriendo paso a un ansia loca por alzar el vuelo y largarme de una santa vez…

Mi Barcelona, ¿dónde está mi Barcelona?