miércoles, 12 de marzo de 2014

Honor, deporte y el 11-M

Este 11-M he intentado abstraerme del tema, no recordar los fatídicos sucesos e intentar aquello de “a otra cosa mariposa”, sabedor de que cualquier recuerdo de esas fechas, de los hechos en sí, pero sobre todo de sus consecuencias y de toda la maraña de mentiras, utilizaciones partidistas, amarillismo, sensiblería cara a la galería, ocultaciones y medias verdades, me revuelve las tripas cual “chop suey” (de gato o de perro) a las ene delicias de un inmundo restaurante chino.

Obviamente no he podido pasar del tema.


Ni olvido ni perdono. Esta frase es casi el “leitmotiv” de mi vida, ya no solamente referido a los tristes sucesos del 11 de Marzo del 2004, sino a cualquier acto bárbaro e injusto que ha sufrido y sigue sufriendo la sociedad española. Y aquí caben tanto los muertos y heridos en estos atentados, como los más de 800 asesinados por ETA y la connivencia del poder en tales tropelías, el viaje de Carod –Rovira a Francia para negociar con ETA, las recientes declaraciones de un miembro de Omnium Cultural vanagloriándose del asesinato de un aficionado al fútbol por el simple hecho de ser del RCD Español, los abusos de banqueros robando a inocentes su dinero en forma de preferentes, swaps o cláusulas suelo, la corrupción generalizada de la toda la corrupta clase política, los sobres de Bárcenas, los ERES de Andalucía, la ITV de uno de los hijos de Pujol, los desfalcos de Urdanga y señora, los perjuros y las infidelidades del Bribón, la manipulación educativa de la juventud catalana, etc. etc.

Una lista interminable de hechos asquerosos, egoístas y dañinos que simplemente buscan el placer personal, en forma de venganza, de notoriedad, de poder o de enriquecimiento; actos todos ellos con el denominador común de hacer daño a inocentes.

Como el caso del Guardia Civil Ignacio González de Castro que viajaba en uno de los trenes del 11-M y que milagrosamente salvó la vida, si es que a lo que le ha quedado se le puede llamar vida. Escuchaba anteayer el programa el “Partido de las 12” de la COPE, en vísperas del 11-M, y me quedé literalmente helado siguiendo la entrevista que realizaron a este joven Guardia Civil que, aunque escapó a un fatídico final, nunca superará los hechos vividos, tal como él mismo iba explicando.

Impresionado por lo que iba contando, por la naturalidad de sus explicaciones, por la profunda indefensión y humanidad  que irradiaba, por su sinceridad hablando de los tratamientos, de las secuelas, de su lenta pero constante superación de los traumas y los recuerdos a través del deporte, no pude conciliar el sueño hasta bien entrada la madrugada. Llegado un punto los presentadores, como corresponde a esta tertulia diaria, llevaron el tema hacia el fútbol y hablando de una camiseta de Fernando Morientes firmada por todos los jugadores del Valencia que en su día le regalaron al joven Nacho, se incorporó a la conversación dicho ex jugador, algo que no solo alegró al pobre Guardia Civil, sino que me puso los pelos de punta tanto a mí como seguro que al resto de los oyentes y los tertulianos. Morientes, Guardia Civil de vocación, hijo, nieto y hermano de miembros del benemérito cuerpo, demostró una vez más su gran valía como persona, su sensibilidad, su capacidad de emocionarse, su humildad, conversando con el afectado como si se conocieran de toda la vida, dándole ánimos e invitándole a una sesión de entrenamiento en Valdebebas para dar una charla a los chavales que ahí se están formando. Nada planificado o intencionado, fue una reacción natural de una persona, honesta y sensible. De un Guardia Civil de corazón, como bien explicó.


Dijo Morientes al afectado, “yo quería ser Guardia Civil pero opté por el deporte y tu en cambio has tenido que dejar el Cuerpo y usar el deporte para recuperarte de los atentados….”

Estos pocos y emocionantes minutos fueron más valiosos para el joven guardia (y seguro que para muchos oyentes), que por culpa de unos desalmados y sus cómplices tuvo que prejubilarse a los 36 años, destrozado, traumatizado, muerto en vida, mucho más valiosos que todo el falso apoyo, soporte o ánimo que haya podido dar ningún ministerio, órgano o partido político en los últimos diez años.

Os recomiendo a todos dedicar unos minutos a escuchar la entrevista (clic aquí), no dudo que sentiréis lo mismo que yo.

Y como bien remató el siempre acertado Tomás Guasch al final de la entrevista, “personas como Morientes hacen que te sientas orgulloso de ser español y de ser su paisano”. 

Y yo añadiría, "y personas como Nacho". Y como tantos Guardias Civiles.

Ni olvido ni perdono.

Viva la Guardia Civil.




P.D. Os dejo algún enlace adicional que habla sobre esta persona. 


lunes, 3 de marzo de 2014

Badajoz no está en Osona

Entiendo que el críptico título de este artículo sembrará dudas acerca de su contenido. Intencionado es, por lo menos así conseguiré despertar la curiosidad de algún lector y con ello que lea más allá del titular, algo por desgracia poco habitual en un país de iletrados y alelados consumidores de titulares de un tamaño de fuente mínimo de 36 puntos, televisión barata, música repetitiva y placeres materiales carentes del mínimo contenido espiritual.
Este fin de semana pasado ha estado plagado de detalles, en lo bueno y en lo malo (cual compromiso de matrimonio), que me han  llevado a reflexionar un poquito sobre las personas, la amistad, el saber estar, la fidelidad, la compasión, la solidaridad.  Y a intentar trasladar esos pensamientos a una hoja de papel. Tarea harto difícil, por otro lado, al tratarse de sentimientos inconexos y puntuales, que tal como los sientes vuelven a desparecer. Como esos enamoramientos de barra y nocturnidad de los que al día siguiente te arrepientes mientras intentas echar de la cama al ser extraño que tienes a tu lado (en el peor de los casos)  y, haciendo el máximo ruido posible,  buscas el último y salvador “Espidifén” en todos los rincones de la casa, incluidas maletas y mochilas, objetos estos que suelen ser el refugio final de mecheros, medicinas, pañuelos, esponjas limpiabotas  y kits de costura requisados en el último hotel. Por lo menos en mi caso. 
Y no ha sido tanto una sesuda reflexión, sino más bien una nueva constatación de la enorme diferencia entre las personas normales, léase buenas, y los "joputas" que por desgracia tanto abundan en la sociedad actual.
Todo empezó con una comida “informal” con unos cuantos compañeros de trabajo en un mesón gallego en Boadilla del Monte (local ciertamente muy recomendable por su excelente relación calidad / precio, llamado O’Carro). Entre parrochas con pimientos de padrón, pulpo a feira,  fabas con almejas y unos buenos entrecots, el ágape (en su 2ª acepción de la Real Academia, porque ni somos de los primeros cristianos ni la comida tuvo un carácter religioso), el ambiente fue distendido, sin tensiones ni bandos enfrentados, la conversación fluyó de forma natural y sin más pretensiones que disfrutar de unos buenos manjares y pasar un rato agradable. Y así fue.
En algunos momentos me sentí trasladado a una de tantas comidas vividas con desconocidos peregrinos en los mesones de las pequeñas poblaciones que visitas en los diversos tramos del Camino de Santiago, en las que sin ningún tipo de intención comercial (o sexual)  oculta, sin jerarquías,  objetivos o tensiones simplemente se disfruta del lugar y del momento.  Gente normal reunida alrededor de una buena mesa. Primer momento dulce del fin de semana.
Salidos del restaurante, cada mochuelo se dirigió a su olivo, como es menester, y en mi caso, y dada la proximidad con Majadahonda, localidad en la que reside un amigo, me acerqué a visitarle. No habiendo autobuses hasta bastante rato más tarde, un simpático taxista que quizás advirtió mi cara de circunstancias y de frio debido al viento de la sierra que amenazaba con enfriar ese estómago recién calentado, se ofreció a llevarme por unos módicos 10 euros (cuando según él el precio con taxímetro oficial ronda los 15).  
Un detalle de agradecer, que me permitió plantarme en casa de mi amigo en pocos minutos y disfrutar de una agradable sobremesa que al final se alargó más de lo debido, supongo que por la necesidad de ayudar al proceso digestivo con los líquidos etílicos de rigor. No fuera a ser que me sentaran mal los manjares engullidos por una falta de componentes purificadores y disolventes. Llegado el momento de recular y volver a casa resultó que ya solamente quedaba un último autobús de línea, y que encima no estaba claro si ya había pasado por la estación o aún estaba por llegar. Por suerte no era el único en esta situación un poco desesperante, más aún si el remanente en mi cartera no daba para muchas alegrías, y una simpática chica con la que entablé conversación me propuso compartir un taxi hasta Madrid, vistas las pocas probabilidades de que el autobús de línea nos rescatara. En un visto y no visto nos plantamos en Moncloa, cada cual cogió su línea de metro correspondiente, y cual aparición mariana dicha señorita desapareció de mi vista y de mi vida. La escasa media hora que compartimos volvió a ser uno de esos momentos especiales, en los que dos desconocidos se ayudan mutuamente sin ninguna segunda intención, sin egoísmo y con una naturalidad tan poco frecuente en la vida diaria. Y hete aquí la primera razón para el título de este artículo: de la chica no recuerdo mucho, si era fea o agraciada (me imagino que más bien lo primero, sino hubiera insistido un poco más), mucho menos su nombre, pero si su ciudad de origen: era de Badajoz y trabajaba los fines de semana en un restaurante en Madrid para sacarse un pequeño sobresueldo. Obviamente podría haber sido de cualquier otro lugar, hasta catalana o vasca, pero la casualidad quiso que fuera de una de las provincias más agradables y sorprendentes que he conocido en los últimos años, habiéndola recorrido a pie de cabo a rabo siguiendo la Vía de la Plata. Tanto la provincia de Badajoz como la de Cáceres son unas joyas en todos los sentidos: su paisaje, sus pequeñas poblaciones, sus dehesas llenas de manjares andantes en forma de preciosos cerdos ibéricos, vacas blancas cacereñas, vacas retintas y ovejas merinas negras, sus ríos, riachuelos y cascadas,  sus valles y sus altos, pero, sobre todo, sus gentes, abiertas, sin pretensión alguna, con esa nobleza que atesoran las zonas rurales de nuestra piel de toro, tierras de honorables y cultos creadores, valientes conquistadores y bellas damas. Y de personas desprendidas prestas a ayudar al extraño sin pedir nada a cambio. Como otro compañero de trabajo originario de estas bellas tierras, que con la fidelidad como lema intenta siempre ayudar a los demás sin pedir nada a cambio. Ejemplo hecho hombre de lo descrito con anterioridad.
Más momentos dulces del fin de semana. Para el sábado pintaban bastos. Uno más de los para mí ya tradicionales fines de semana en soledad, sin recursos económicos para grandes dispendios, sin planes concretos y limitados al descanso, la música y la lectura. Que bien pensado tampoco está nada mal, aunque se eche de menos un poco más de vida social y de calor humano. Pero como las alegrías surgen en el momento menos esperado, se juntaron una invitación de un amigo para celebrar el cumpleaños de su mujer, con el regalo por parte de un jugador de mi adorado RCD Español de 2 entradas para asistir al partido en Getafe. Visita relámpago al cumpleaños, que debido a la extensa y juguetona prole se celebraba en una guardería, con un rato de agradable conversación en mi idioma materno con un expatriado de Köln (Colonia) , buenas cervezas y mejores tapas, sobre todo las pechuguitas “villeroy” (del excelente restaurante Juan Luis de la calle Santa Engracia),
y un posterior y eterno desplazamiento con varios transbordos a Getafe, donde, como ya se está volviendo tradición,  pude disfrutar de la compañía de unos buenos amigos y un soporífero partido de esos que hacen afición a la inversa. Suerte tuvimos que se unieron al grupo varios grandes camaradas de Barcelona, por lo que a pesar del pobre espectáculo pasamos un rato agradable entre  “Shandys” (la única bebida con ligeros aromas alcohólicos, como bien nos explicaron los camareros del bar del campo), cánticos y recuerdos de un pasado en común que nunca se olvida. Tercer momento positivo.

Y ahora llegamos a la segunda parte del título y con ello a lo asqueroso y feo del fin de semana. Vaya por delante que en este caso pagan justos por pecadores, y que la comarca de Osona es una de las más bellas de mi querida patria chica, de ese Cataluña tan bonita y española que algunos mequetrefes manipuladores han conseguido convertir en objeto de odio y desprecio por parte del resto de los españoles, cuando ni su población ni su riqueza de todo tipo, cultural, paisajista e histórica, se merecen tal agravio,  causado esto encima por cuatro dementes amantes únicamente de sus privilegios y sus chanchullos.  
Pero para desgracia de esta comarca, y en concreto para San Hipólito de Voltregá, recibo el domingo un enlace a un reportaje sobre uno de sus habitantes y para más inri responsable de la sección local de “Omnium Cultural”, una de las históricas asociaciones pantalla culpables de todo el desaguisado separatista y receptora de mil y una subvenciones de los sucesivos desgobiernos tripartitos, nacionalistas y últimamente directamente separatistas; un malnacido que resulta ser uno de los autores confesos y condenados por el asesinato de un joven socio del RCD Español hace 23 años, y que encima se jacta en sus discursos y escritos de su hazaña  y anuncia más represalias contra los “fascistas” españoles. 

No había peor manera de acabar el fin de semana, más aún cuando venía de estar en compañía de varios socios del RCD Español que al igual que yo vivieron muy de cerca la desgracia de dicho asesinato y la constante chulería de los condenados durante el juicio y su posterior estancia entre rejas (a todas luces muy corta, visto el nulo arrepentimiento del perro rabioso éste). Que ahora tengamos que soportar a monstruos como éste campando  a sus anchas en instituciones financiadas por el poder nacionalista y encima amenazando a futuro al resto de la sociedad catalana que no comulgue con sus fanáticas, estúpidas, falsas e indocumentadas ideas, no es de recibo.

Dios no quiera que este movimiento separatista que tanto daño está haciendo cristalice en un enfrentamiento civil, porque claro está que despreciables seres como éste serán los que causen los peores estragos.

Siempre y cuando no acabemos antes con el perro para evitar la rabia.


Queda claro. Badajoz no está en Osona. Ni la rabia. Ni el perro.