lunes, 30 de marzo de 2020

Maquillaje


Sombra aquí, sombra allá
maquíllate maquíllate
un espejo de cristal
y mírate y mírate

No hay duda de que las canciones de los inolvidables años ochenta nos marcaron de por vida. Y que esta crisis sanitaria, económica y social lo volverá a hacer. ¿Y qué tiene que ver aquí el cerdo con la velocidad? (Me siento tentado a ponerle nombre al cerdo y detallar la velocidad a la que están destruyendo nuestra patria, pero no iba por aquí, “it’s up to you” de bautizar al cerdo).

Lo explico.

Por hache o por be desde ayer lleva dando vueltas por mi cada vez más cargado cerebro una canción de aquellos felices años ochenta: “Maquillaje” del grupo Mecano. Igual sonó en alguno de los episodios de “Cachitos de hierro y cromo” que he visto en estos quince días de forzado aislamiento, no lo sé. En cualquier caso, es bastante extraño asociar nuestro negro presente a una canción festiva, alegre, vital. O quizás no tanto. Veamos.

Todos sabemos lo que es el maquillaje y para qué sirve: para transformar la realidad. En la mayoría de los casos para mejorar el aspecto, en otros para representar un estado, profesión o sentimiento, otras veces para divertir o asustar y finalmente hay ocasiones en las que se utiliza para ocultar algo. Un defecto, una herida, un estado de ánimo o, de forma figurada, la traición, la maldad y la mentira. En resumen, el maquillaje es un falseamiento de la realidad.

¡De ahí la asociación!

Porque toda la información, todas las ruedas de prensa, todas las preguntas autorizadas, todas las fotografías, todas las imágenes en televisión, todos los artículos y comentarios en la prensa cautiva y dirigida, todos los mensajes viralizados (cuan apropiada la expresión) en las redes sociales por un ejército de descerebrados y bots de los maquiavélicos partidos golpistas, en resumen, TODO lo que nos está llegando está falseado. Toda la realidad que nos presentan está maquillada.

Y son maquillajes expertos, aplicados por profesionales, en todas sus variantes que cito arriba.

La cara de Pedro Sánchez, el “Enterrador”, que ha mutado en tres semanas de una alegría infantil mejorada con algunos filtros, esa moda tan extendida entre la juventud, pero tan poco apropiada para todo un “doctor” y presidente de gobierno, a una cara fúnebre y tristona, inspirada sin duda en “La familia Addams”. Su ejército de asesores, que no titiriteros, se han aplicado al máximo para adecuar la cara del enfermo egotista a las circunstancias. Ocultando algo. Falseando la realidad. Maquillado.



Las falsas ruedas de prensa, preparadas, dirigidas, en las que no se admiten interpelaciones, sino que se recitan cual letanías, junto a sus estudiadas y maquilladas respuestas, aquellas preguntas ya pactadas con los medios afines. Incluyendo, cuando hace falta, retoques de última hora al maquillaje en forma de correcciones a lo dicho por los oradores, datos o hechos no adecuados al guion y que hay que ocultar. El maestro de ceremonias, el titiritero detrás de la cortina, el secretario de estado de comunicación, Miguel Ángel Oliver, corrigiendo el colorete a tenientes generales, ministros o directores generales. Retocando la raya de los ojos de los presentes. Lo más normal en el mundo de la farándula. Perdón, política. Maquillando. Falseando la realidad.

Las noticias en televisión, que más parecen los boletines del festival de Woodstock, con imágenes “flower-power” abarcando toda la gama de colores del arcoíris, resaltando los verdes y azules de “felices” y “contentos” enfermeros cantando y bailando, sin un mínimo de grises o negros, sin imágenes de tristeza, de ataúdes, de familiares, de dolor, de rabia, de muerte. Si la mayoría de la población antes de este estado de alarma ya veía entre 6 y 8 horas diarias de telebasura, imaginad como tendrán hoy en día la cabeza los telespectadores, encerrados y metiéndose un mínimo de 16 horas de adoctrinamiento y atontamiento directamente en vena.
Abducidos por los maquillajes. Y con una imagen de la realidad falseada.


El hermetismo alrededor de la Moncloa, como si fuera el Área 51 hispana, sin que nadie sepa quién entra, quién sale, quién está, estuvo o estará infectado, quién reside en las instalaciones, quién maneja los hilos, quién manda. Maquillaje. Ocultación de la realidad.

Imágenes intolerables del impresentable, zafio y risueño ministro Ábalos, bromas continuas e inapropiadas en los programas de telemoncloa cuyo contenido y guion sale de la misma cocina que las preguntas y respuestas en las falsas ruedas de prensa. Más que maquillaje, vergüenza.

Canciones a cuál más cursi de los “intelectuales” y “músicos” afectos al sistema, con la mayoría de la audiencia embelesada como un niño por los colores de la cara de un gracioso payaso. Tan atontados y manipulados que se creen el discurso, las cifras y las promesas y por la tanto evitan, consciente o inconsciente, conocer la verdad y pedir justicia.
Sálvese aquí la bonita canción “Resistiré”, versionada en quince días más veces que el “Let it be” de los Beatles. Esa melodía original del “Dúo Dinámico” que sin duda ya ha pasado a convertirse en un himno, como si fuera el “Libertad sin ira” de Jarcha de finales de los años 70, aunque ahora no la canten aquellos que creían y luchaban por la libertad, sino sus hermanos pequeños y hasta sus hijos, esos que ahora nos la están robando (la libertad) pasito a pasito, desde un chapucero y peligroso gobierno de inútiles, peleles, figuras de cera colocadas por ser parte de pactos bajo mano, golpistas e iletrados. Esperemos que vuelva esa libertad. Y esta vez con ira. Canción versionada. Por ende, maquillada.

Mientras tanto, el enfermo Pedro Sánchez, el verdadero virus, el egovirus, que parece un niño mimado al que se le ha corrido el rímel con sus falsas lágrimas y echa la culpa de todo a los demás, como bien decía el amigo Jorge Buxadé en un reciente tuit, seguirá mirándose al espejo. Y sus cómplices se aliebrarán cual cobardes ratas, escondidos en sus chalés, en sus palacios, en sus segundas y amplias residencias. Y cobrando las dietas por desplazamiento.




Sombra aquí, sombra allá
maquíllate maquíllate
un espejo de cristal
y mírate y mírate
mírate y mírate


Impostura. Mentira. Maquillaje.



P.D. He leído por ahí un artículo sobre la “huella psicológica” que dejará la cuarentena en todos nosotros. Yo sinceramente espero que dicha huella no sea nada comparada con el despertar en el corazón y en el cerebro del noble pueblo español de una súbita necesidad de verdad, de razón y de justicia, y con ello la exigencia de responsabilidades. Ya no políticas. Penales. Sin ninguna duda. Ni olvido ni perdono.


miércoles, 25 de marzo de 2020

Confinados

Escribo esto con congestión nasal, malestar general y un dolor muscular bastante intenso. Pero sin fiebre. Pasada anteayer la evaluación en línea de la Comunidad de Madrid (https://www.coronamadrid.com/) , como es lógico me contestan que por ahora no tengo suficientes síntomas para pensar que pueda estar infectado. Y no soy yo persona proclive a salir disparado a visitar a un médico: la última visita a un facultativo creo que fue en el año 2012, donaciones trimestrales de sangre aparte. Y menos aún correré en estos momentos, con los hospitales desbordados y los cadáveres acumulándose en el Palacio de Hielo de Madrid, entre ellos muchos sanitarios, médicos y demás profesionales que están dejándose literalmente la vida por ayudar a los demás (como los políticos, pero al revés). Será un catarro. O la edad. O ambas cosas.

Y aunque haya titulado este comentario “confinados”, podría cambiarlo sin dudar ni un momento por “secuestrados”, “engañados”, “vendidos”, “manipulados”, “olvidados” y hasta “asesinados”. 

Cualquiera de estos verbos sería aplicable en esta nuestra querida patria, perdida en un mar de desorganización, de mentiras, de falta de previsión, de división y, sobre todo, entregada sin remedio a la nefasta gestión de nuestro desgobierno frentepopulista, más preocupado por su imagen, sus pactos secretos y su propio futuro que por el bien de la nación y la supervivencia de la población.

Piden ya los culpables de esta grave crisis que no metamos cizaña, que no polemicemos, que trabajemos unidos, cuando hay que hacer exactamente lo contrario: tenemos que alzarnos y gritar a los cuatro vientos las verdades que tanto les duelen a los malignos dirigentes que tenemos en España y en la mayoría de las ridículas y claramente prescindibles autonosuyas.


Harto difícil es no dejarte influenciar por el constante bombardeo televisivo, radiofónico y sobre todo “social” a través de las redes. Redes que como siempre nos traen tanto lo bueno, el contacto con los tuyos, información y entretenimiento, como todo lo malo, en forma de bulos, timos y ciberataques. La maldad y la estupidez ya sabemos que no descansan nunca. Ni durante un estado de alarma.

Lo malo.

En Cataluña tenemos a los dementes lazis separatistas aprovechando la ocasión para atacar a España y manipular sin pudor toda la realidad de su desidia, su latrocinio y su apestoso egoísmo racista.

En las Vascongadas tres cuartos de lo mismo, con el agravante del apoyo de los terroristas de Bildu a los nazis del PNV, que bien están usando la crisis para llevarse algún premio, ya sea en forma de dinero que no les corresponde o de alcaldías que asaltan en plena cuarentena para colocar a sus peones en puestos clave. Y eso que ellos son los mayores expertos en confinamientos: solamente hay que recordar todos los secuestros que promovieron, apoyaron y llevaron a cabo durante años, encerrando a personas inocentes en inmundos zulos, maltratando, humillando y matando con el único objetivo de conseguir beneficios económicos.

La prensa sumisa al poder, que hoy en día ya es casi toda, despide a grandes periodistas como Fernando Sánchez-Dragó y censura artículos de un notable columnista como Alfonso Ussía, cediendo al chantaje del desgobierno chavista. “O te cargas a estos o te quedas sin subvenciones”. Tal cual. Como si estuviéramos en Venezuela. O en Cuba. O en Nicaragua. O en la antigua URSS, o en la falsamente llamada RDA en la que la pesadilla de Orwell llegó a su máxima expresión con la vigilancia de todos los ciudadanos por parte de todos los ciudadanos. La estrategia perfecta para subyugar y esclavizar un país, mientras los dirigentes viven como reyes en sus palacios y propagan sus mentiras por los medios de comunicación que dirigen con mano de hierro desde sus piscinas y jardines. ¿Os suena verdad? Un aire a chalé en Galapagar.

Los titiriteros a lo suyo, como siempre. Sin aportar nada al bien común, pero saltándose su turno en la petición de subvenciones, con frases huecas, argumentos infantiles y una “hiprogresía” tan conocida como asquerosa. El día que me expliquen que puñetas aportan a la sociedad toda esta banda de vividores iletrados, de bufones incultos, de impresentables títeres que bailan al son de la mierda que sale de los cerebros de los autoproclamados “intelectuales”.

Las malditas oenegés, que aún no han hecho acto de presencia, visto que en estos momentos les tocaría trabajar y ayudar al prójimo, algo que está muy lejos de sus reales intenciones, que son mucho más mundanas y placenteras: vivir de subvenciones, salir en los medios y pegarse la buena vida diciendo sandeces, viajando por el mundo y soltando lágrimas de cocodrilo sin mover ni un solo dedo por el bien común.

Los asquerosos chiringuitos feminazis y su antinatural y anticientífica locura carente de cualquier base biológica llamada perspectiva de género, culpables de gran parte del mal que estamos sufriendo por haber celebrado la manifestación del 8M, no tienen nada mejor que hacer que reunirse para analizar esta crisis desde una su “perspectiva de género”. Mejor me callo. Porque a día de hoy tenemos al gobierno rastreando nuestros teléfonos y a los lacayos de la STASI en la que se han convertido Podemos y sus satélites vigilando las redes sociales, forzando bloqueos de usuarios y propagando mentiras con sus ejércitos de trolls y de bots informáticos.

¿Qué nos queda? Pues mucho.

Lo bueno.

Nos queda todo el resto de la buena España, los humildes trabajadores, los ganaderos, los agricultores, los médicos, los enfermeros, los bedeles, los transportistas, los quiosqueros (bien pensado para lo que sale en la prensa.., pero bueno, también venden gominolas, revistas, coleccionables y tabaco), los militares, los policías, los héroes de la Guardia Civil y todos aquellos que por propia iniciativa están ayudando al prójimo, ya sean decentes empresarios como Amancio Ortega (¿cuánto han donado todos los bocachanclas de “la Ceja”, los Bardem, Wyoming y todo el resto de la piara de pestilentes cerdos instalados en su arrogancia y su inutilidad?), humildes monjas cosiendo mascarillas, estudiantes imprimiendo respiradores en sus 3D, restaurantes de carretera ofreciendo comida gratis a los cansados camioneros o vecinos que se ofrecen a hacer la compra a las personas mayores.

Nos quedan los amigos, nos queda la familia, a los creyentes nos queda la fe en Dios, y, sobre todo, nos queda esa fuerza necesaria para resistir y poder superar esta desgracia con un objetivo primordial: acabar con la maldad que nos está esclavizando, acabar con los gobiernos de analfabetos, de garrapatas, acabar con los populistas, con los amigos de los terroristas, con los naZionalistas, con los racistas, con la mentira, con la manipulación, con el latrocinio institucionalizado, con la mierda en general.

#Stopdemencia

P.D. Y a los humildes, minoritarios y maravillosos pericos nos queda la esperanza de que se anule la Liga y nos salvemos. Aunque todos nosotros preferiríamos bajar a segunda con tal de salvar la vida de uno solo de nuestros compatriotas que ya han fallecido. Descansen en paz.