martes, 16 de agosto de 2022

El milhombres


El otro día, después de pasar una gran semana en casa de Don R., alias Donkey Kong, tropecé con la maravillosa palabra que da título a estas líneas. Y obviamente la compartí al instante, dadas las risas que me provocó su definición en el diccionario de la RAE: “1. m. coloq. Hombre pequeño y bullicioso y que no sirve para nada”.

A partir de aquí empecé a rebuscar en mi mente a todos esos personajes que encajan con la descripción, y tuve que parar, porque son legión y ya me veía insultando a diestro y siniestro. Desde Echenique hasta Iceta, pasando por Pablo Motos, Pere Aragonés, José Javier Vázquez, Jordi Pujol…, hasta amigos y conocidos más cercanos, que no hace falta que nombre: bastante tendrán con el acoso sufrido de pequeños (o mejor de jóvenes).

Me quedo pues con lo segunda parte de la definición, “que no sirve para nada”. Y de esos los tenemos a montones, bajitos, de estatura media y altos. Sin ir más lejos, nuestro actual dictadorzuelo, que es tan alto que el riego sanguíneo no le llega al cerebro. Lo único que alcanza sus neuronas son su enfermiza rabia, sus celos, su arrogancia y su egocentrismo.

Y siguiendo la corriente “woke” (se nota que acabo de leer el último libro de mi estimado Girauta, que os recomiendo vehemente a todos), igual tendríamos que exigir a la RAE que incluya de inmediato la palabra “milmujeres”, o mejor “milmenstruantes”, porque ahí si que podría meter el hacha a fondo y quedarme a gusto insultando a ellas y elles, a toda esa patulea de mujeres bulliciosas que no sirven para nada. No hace falta ni que las nombre. Tampoco hay folio para tanta impresentable loca del coño. Porque, amigos míos, estamos rodeados de tanto y tanta inútil, que da pánico. Y encima ocupando cargos de relevancia que están marcando nuestro presente y, si no espabilamos, nuestro futuro. Sin duda cualquier grupo de gigantes y cabezudos de nuestras fiestas populares gestionaría mejor nuestra otrora gran nación.

Este verano caluroso que se acerca a su fin (como cada año, por cierto, y después vendrán el otoño, el invierno… y volver a empezar), con su canícula tradicional (días de perros, como los llaman en el mundo anglosajón, adaptación literal del origen romano de la expresión, “al caernos la 'canícula' encima, nos deja como perros sin aliento echados a la sombra. Pues la palabra latina 'canicula' significa 'perrita' de 'canis' (perro) y designa la Estrella de Sirio (o Perro) en la constelación de Can Mayor cuyo nacimiento heliaco (de 'sol') coincidía con la época más calurosa del año (solsticio de verano)”. Si señores, en época de los romanos ya hacía un terrible calor en agosto y se quemaban los bosques y hasta nuestro rico refranero incluye un “hacia San Lorenzo, calor muy intenso”. Eso sí, de hecatombe climática y demás sandeces “fragmentarias” (Girauta, de nuevo), no hablaban los romanos. Ni los griegos. Ni los celtas. Ni los europeos hasta hace unos pocos decenios. Ni tampoco hay refranes ni dichos populares que nombren a Greta Majareta. Aunque su nombre y su propia existencia se presten a ello. O quizás más a chistes y chanzas.

Todo vale para atontar, asustar y con ello amordazar al pueblo llano, vago en sus hábitos de lectura hasta el punto de que en pocos años será incapaz de formarse una idea sobre cualquier tema. Tragará lo que le echen, desde mil nuevos géneros hasta escarabajos y saltamontes en el arroz. Que no todo van a ser gambas, mejillones, almejas y langostinos. Estos últimos, por cierto, hay que ir olvidándolos, teniendo en cuenta el acaparamiento que están haciendo de ellos los ministerios de los milhombres y las “milmenstruantes”.

Como decía, este estío que se acerca a su fin (disculpad el excurso anterior), nos ha traído de todo, desde centenares de nuevos asesores gubernamentales nombrados a dedo, pasando por las ya tradicionales vacaciones de lujo del demente y su cuadrilla en Lanzarote, disfrutando del palacio de la Mareta, la protección de unidades especiales de la Guardia Civil (mientras el resto de las islas y costas son invadidas por cientos de ilegales traídos por oenejetas ávidos de comisiones) y sus helicópteros y aviones de uso personal, abusivo e ilegal, o por lo menos carente de ética, hasta un infantil decreto de ahorro energético del que aún se están riendo más allá de los Urales.

Nada nuevo, queridos amigos. Cosas del verano. De los veranos de Sánchez. Que estos si que son de emergencia, no climática, pero si económica, cultural y social. Y cuanto antes acabemos con él, mejor. 

El “acabar con él” en sentido democrático, claro está. Que lo del “Falcon derribado” queda para los duros, húmedos e inquietos sueños caniculares.

 

 

 

P.D. No puedo acabar sin agradecer al gran Alberto su visita a Can Donkey, sus sublimes arroces, su generosidad y su paciencia. Que no todo en la vida son milhombres, también existen grandes hombres. Como él.