martes, 26 de abril de 2011

Indignaos

No esperes que me ponga a alabar el éxito editorial de la pasada fiesta del libro. Lo único bueno que tiene dicho panfleto es su título, que por una vez utiliza correctamente el imperativo, forma verbal tan poco (y mal) aplicada en el hablar y escribir cotidiano.
Te propongo en cambio que te indignes ante problemas mucho más serios. Que haberlos, los hay.

Indignado estoy al ver que un panfleto de poco más de 13 páginas, plagado de clichés, de teorías izquierdistas trasnochadas, defensor del terrorismo, negador de la libertad del individuo, incapaz de condenar al comunismo y sus tristes consecuencias, en resumen, escrito con un simplismo absoluto (igual con toda la intención del mundo para estar a la par con el nivel cultural de nuestra sociedad), y que encima no aporta soluciones ni propuestas, se convierta en el libro más vendido en las pasadas ferias. Con la de libros que se editan cada año, y más en el mundo hispanoparlante.

Indignado estoy al comprobar que en la totalidad de los medios de comunicación se hable de la primera suspensión de la “madrugá” de la Semana Santa sevillana desde el año 1933, sin mencionar las razones de la suspensión en los años 1932 y 1933, como si en esos años hubieran caído terribles aguaceros sobre la bella ciudad andaluza. No señores, en 1933 lucía el sol y no se pudo celebrar el acto más importante de la Semana Santa sevillana por los ataques armados de la izquierda revolucionaria, por los constantes acosos al mundo católico, por el incendio de iglesias y de sus pasos. A lo máximo que ha llegado algún medio es a poner la coletilla de que no se celebró por “motivos políticos”. Juas. Hay suficiente literatura que explica lo sucedido, por si alguno tuviera interés. O hemerotecas. Que para algo sirven, y no están manipuladas y tergiversadas como el resto de la prensa. (más info aquí)  . Pero igual aún es peor, igual es que la Semana Santa en el fondo ha perdido cualquier significado religioso, y las procesiones son simples actos folclóricos a los que la gente asiste por simple tradición y ganas de jarana, obviando su única raíz, la cristiana, y con ello la recreación del Calvario y la Resurrección de Jesucristo.

Indignado estoy al ver que los ingleses siguen riéndose en nuestras narices. Que sigan protegiendo a piratas, traficantes y demás calaña (en línea con la “grandiosa” historia del Imperio Pirata de la Gran Bretaña), denigrando a nuestros ejemplares y nobles Guardias Civiles, sin que nuestro des-gobierno alce la voz y actúe en defensa de nuestra patria, algo que creo yo debería de hacer “de oficio” al representar a todos los españoles. ¿O es que el Gobierno no tiene el deber de representar y defender a la nación española? ¿Será que confunden sus obligaciones con ayudar a sus primos, hermanos y amigos? ¿Será que las cuestiones de estado no les interesan demasiado, cuando están pendientes, todos ellos, desde la izquierda hasta la derecha, de juicios y más juicios por corrupción? (más info aquí)

Indignado estoy de que los etarras nos la hayan vuelto a colar, con la complicidad del gobierno, y que puedan presentarse, si la justicia no lo impide a tiempo, asesinos, cómplices y encubridores a puestos de representación de la sociedad, para acabar viviendo a costa de nuestros impuestos, y encima con sus líderes, culpables de múltiples asesinatos, liberados ilegalmente y de forma intencionada,  riéndose de nosotros desde sus guaridas en Venezuela o donde quiera que estén.

Y finalmente, aunque en este caso carente del valor de los enunciados anteriores, indignado estoy de que mi equipo de fútbol, el Real Club Deportivo Español, esté echando por la borda una magnífica temporada y el sueño de jugar en Europa se esté desvaneciendo como el chocolate de las monas que se consumieron ayer en toda España.

Indignaos. Que yo ya lo estoy.

P.D. Recién publicado este artículo  me entero por mi amigo Fernando que han condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica a la "moza" del jeque de Qatar. Lo que decía. Indignado estoy.

lunes, 18 de abril de 2011

Esto me suena a chino

Esta expresión, muy usada por estos lares, no conlleva un tono peyorativo. Creo yo. Es muy propia de nuestro país y la usamos cuando queremos expresar que no entendemos algo. En otros lugares usan expresiones similares, algunas con su “base” histórica, como en Inglaterra, donde dicen „that's Greek to me“, cuyo origen podría ser el dicho romano „Graecum est, non legitur“ – “ es griego, por eso es ilegible”, o en Alemania, cuyos habitantes recurren con frecuencia a la expresión “Das kommt mir spanisch vor”, que significa literalmente “esto me suena a español”. Sobre esta expresión existen varias "teorías" etimológicas: una hace referencia a la época de Carlos I, Rey de España y Emperador de Alemania (como Carlos V), cuyas costumbres “españolas” extrañaban mucho al entorno protestante alemán, cosa que llevó a acuñar esta expresión a la gente que frecuentaba su Corte; otra en cambio hace referencia a una tal Lola Montez, que ni se llamaba Lola ni era española, sino una embaucadora irlandesa que estuvo engañando al rey Luis I de Baviera durante un tiempo a finales del siglo XIX.

Pero no quería hablar del origen de la expresión, aunque tenga su interés, sino de su renovado y extendido uso actual. En Alemania y los demás países germano-parlantes esta expresión SI que tiene asociado cierto tono “negativo”, pudiéndose asimilar en España a “esto me suena a una chapuza” o expresiones similares. Es decir, que cuando un alemán suelta esta expresión es que no lo ve muy claro, que ve gato escondido dónde espera una liebre. Y, por desgracia, se trata de un giro idiomático que ha vuelto a ponerse de moda en Alemania, tanto en las conversaciones en la calle como, sobre todo, en los noticiarios de televisión y en la prensa escrita. Está claro que en Europa vuelven a hablar en tono despectivo de España. No sólo en Alemania, sino en todos los demás países de nuestro entorno.

¿Y todo esto por qué? La pregunta seguro que ofende a cualquiera de mis lectores, ya que todos conocemos la respuesta. Pues porque España ha venido a menos. Decía un pensador y político muy admirado por mí, llamado José Antonio, que “España ha venido a menos por una triple división: por la división engendrada por los separatismos locales, por la división engendrada entre los partidos y por la división engendrada por la lucha de clases.” Esto lo decía en los años 30 del siglo pasado, pero si trasladamos esta expresión a nuestros días la podemos usar casi sin modificarla. Si me apuráis podríamos sustituir el tema de la lucha de clases por la inexistencia de cultura, por la pereza, por la superficialidad, o cualquier otro de los defectos de los que adolece nuestra patria en estos días (que son muchos), pero los dos primeros enunciados siguen tan vigentes hoy en día como las ganas de fiesta de los españoles o nuestra pasión por la siesta. Los nacionalismos con sus oscuros intereses económicos, que son los únicos que tienen aunque se disfracen de iluminados salva-patrias inexistentes, y la fiera lucha de los partidos políticos, sean del signo que sean, por una parte del rico pastel que significa llegar a cualquiera de las “ene” administraciones que mantenemos todos los españoles con nuestros impuestos, son los causantes de que vayamos de mal en peor. En definitiva, son culpables de que nuestra integración en la primera división mundial haya sido una ilusión pasajera, rota estrepitosamente con la llegada al poder de los socialistas, que a base de incultura, desconocimiento, analfabetismo funcional, dislexia, mentiras, latrocinios, nepotismo y demás “virtudes” igualitarias y democráticas, han conseguido que en Alemania, Suiza y Austria vuelva a ser común oír la susodicha expresión de que “me suena a español”. Y esto duele mucho. Por lo menos a mí.

Los socialistas nos han dado gato por liebre, nos han engañado y se han cargado un sueño de grandeza que nos merecíamos desde hace mucho tiempo. Y encima no podemos recurrir al conjuro de otras épocas, cuando para asegurarse de que no les daban gato por cabrito (o por liebre) recitaban ante el plato de carne:

“Si eres cabrito, mantente frito; si eres gato, salta al plato.”

lunes, 11 de abril de 2011

Quimio para todos

En septiembre de este año 2011 se cumplirán 13 años del fallecimiento de mi madre. Murió joven, teniendo en cuenta la media de edad que alcanza la población hoy en día, con 62 añitos de nada, y con unas ganas locas de viajar, de leer, de hacer cosas nuevas , de aprender, en definitiva, de vivir. Sus últimos meses fueron duros, como suelen serlo para las personas que se tienen que someter a tratamientos de quimioterapia altamente tóxicos, y mis recuerdos de las pocas veces que tuve la educación, el valor y la hombría de acompañarla a una de esas sesiones, son terribles. Su cara descompuesta, pidiendo a gritos que acabará el suplicio, llegando incluso a escenas de pánico e intentos de fuga pasillo abajo para encontrar la calle y con ello el fin de la tortura. Pobrecita. Pero gracias a Dios eso ya pasó. Ahora descansa en paz, (eso espero) y nos mira con un guiño desde el cielo, libre de los sufrimientos terrenales, pero con toda seguridad siguiendo nuestros pasos y enfadada por no poder aportar su grano de arena, por poder participar en todo lo que hacemos.

¿Y a qué viene todo esto se preguntará el lector? Pues resulta que el sábado pasado estuve en una fiesta familiar, el cumpleaños de mi prima,  celebrado con una sublime barbacoa en la terraza de su casa, a la que asistió la mayor parte de su familia. Marido, hijos, padres, tíos, primos y algún que otro extraño, que no por llevar la misma sangre deja de pertenecer a la familia. Porque así es como te hacen sentir cuando estás con ellos. Parte de una familia unida y bien avenida. Yo, con esa sorna que me suele caracterizar, mezcla de ironía y cinismo envidioso, suelo llamar a estas familias estilo “Abeja Maya”. Todo son sonrisas, cariño, unión, simpatía, risas y chanzas. Algo para mi bastante novedoso por desconocido. Por desgracia yo no he pasado muchos ratos así, mi vida ha sido bastante más “oscura” y “triste”, razón de más para disfrutar de estas situaciones y hasta para lanzarme a rendirle un pequeño homenaje con este pequeño artículo.

En una bonita terraza con vistas al Tibidabo, en un día de pleno sol adelantado al calendario en varios meses, disfrutamos de comida excelente y en abundancia, de cerveza, buen vino y mejor cava, pero, sobre todo, de conversación, de complicidad, de momentos de risa colectiva, de juegos de palabra y dardos sin envenenar, simples flechas de cariño lanzadas al aire para animar una tarde placentera. Y en medio mi tío, que por desgracia también ha pasado por el trámite de la quimioterapia, como uno más, al sol o a la sombra, comiendo, bebiendo y riendo como todos: claro vencedor en la lucha contra el cáncer y la química en el cuerpo y ejemplo definitivo de que la moral, las ganas de vivir, y la “Alegría”, pueden más que cuatro células despistadas. Mal sitio eligieron para intentar propagar su maldad. Ahí no tenían cabida, por eso han salido corriendo, cual torero catalán ante la próxima prohibición de la Fiesta en Cataluña, a buscar otro lugar dónde hacer daño. Que corran, que no las queremos por aquí. Preferimos las risas, las canciones, las copas, los chistes y el cariño. Como Maya con su amigo el zángano Willy, con Flip, Puck o Tecla. Disfrutando del sol, de la buena compañía, y pidiendo a gritos, al unísono, "quimio para todos".



martes, 5 de abril de 2011

El nieto del "Catalán"

Preámbulo

Para ponerse en situación recomiendo al lector, si es que no lo ha hecho aún, que lea primero el genial relato de Rafael García Serrano, titulado “El Catalán”. Ayer lo volví a leer, e inmediatamente mi imaginación me llevó a pensar que habría sido del protagonista y de su familia. El resultado de mis divagaciones nocturnas es el relato, igualmente corto, que sigue.

Empieza por lo tanto por aquí http://palabraobra.blogspot.com/2007_07_01_archive.html(en la segunda página está el relato original “El Catalán”), y si después tienes curiosidad lee lo que sigue.

El nieto del “Catalán”
Matías escuchaba atentamente las palabras de su padre. Sentados delante de la “llar de foc” en su casa de la Cerdaña después de una opípara cena a base de “trinxat” y embutidos de la zona, el tema del catalán, el catalanismo y España había surgido por su propio peso. Hacía mucho tiempo que Matías no subía a Alp, a este precioso pueblo rodeado de altas montañas y situado al “bell mig” de la Cerdaña, para pegarse una esquiada en La Masella y pasar un rato con su padre. No tenían mucho contacto últimamente, y menos aún desde que empezaron sus problemas legales por el dichoso tema de los rótulos en castellano, la manifestación contra los referéndums separatistas y su candidatura al parlamento por la “Nova Falange Catalana”. Matías sabía que a su padre no le gustaba nada que se metiera en política. Se lo había explicado del derecho y del revés en sus años mozos, pero, como suele suceder, el hijo hizo caso omiso a las recomendaciones de su padre y se lanzó de lleno a la lucha política.

- Si tu abuelo levantara la cabeza – murmuraba su padre Miquel Castellnou i Paguera. Se refería al abuelo Matías, del que nuestro protagonista era deudor del nombre y, por lo que le habían contado a cuentagotas los pocos familiares que quedaban, también de sus ideas políticas.

- Pues igual se alegraba y todo – respondió con tono solemne Matías.

Su padre no contestó y siguieron sentados en silencio mirando a las brasas y dando rienda suelta a sus pensamientos.

El abuelo de Matías, llamado igual que él, tuvo unos años bastante complicados debido a la Guerra Civil. Estando de viaje de negocios en Zaragoza le pilló la sublevación armada de Julio de 1936, y sin posibilidad de volver al pueblo (en aquella época vivían en la Seu d’Urgell, aunque antes de la forzada normalización también se la llamaba, de forma indistinta, Seo de Urgel). Su mujer y su hijo (el padre de Matías) quedaron abandonados a su suerte y él, sin un real para volver a casa o pagar sus gastos de manutención, paso varios años en Zaragoza hasta que se apuntó voluntario a las tropas nacionales y participó en la liberación de Madrid. Durante esta época perdió el contacto con su mujer y su hijo, que lo pasaron bastante mal por las persecuciones políticas de la época. Pero gracias a Dios, y a pesar de los miles de muertos que la izquierda, los anarquistas y los separatistas dejaron como infame recuerdo de su paso por el poder en Cataluña durante la Guerra Civil, consiguieron sobrevivir y volver a reunirse acabada la contienda. Pero a su padre le habían quedado bastantes traumas de esa época. Lógicamente. Que a un niño pequeño le arranquen de su barrio, de su escuela, que esté casi 3 años sin ver a su padre, que tenga que esconderse en altillos y en sótanos, que cada vez que hacía amigos nuevos tuviera que decirles adiós a la chita callando, pues son hechos que marcan toda una vida y no precisamente una infancia feliz. Ni mucho menos.

Por todo eso Matías también entendía a su padre. Él ya sufrió lo suyo, aunque fuera de pequeño, y creció escuchando las tristes historias de la contienda civil de boca del abuelo. Y de ninguna manera deseaba que a su hijo, su único hijo, le pasara algo malo. Y menos aún por culpa del desgraciado nacionalismo y su obsesión por imponer el pensamiento único a la natural convivencia de personas de diferentes orígenes, de hablas dispares pero de buen corazón y unidas en el amor a una tierra tan generosamente bella como lo es Cataluña.

- Quién sabe – soltó de pronto su padre.

La frase sonó extrañamente fuerte después de los largos minutos de silencio que acababan de compartir. Y sorprendente. Era la primera vez que su padre no se enfadaba al hablar de estos temas. Y que parecía que en parte hasta aceptaba los argumentos de Matías.

- Hombre, papá, vaya sorpresa ¿te pasa algo?

- Si hijo, sí. Me pasan muchas cosas. Pero una sobre todo: estoy reviviendo hechos que parecían olvidados. Parece que la gente no aprenda, que lo único que quieran es sembrar la discordia entre la gente para hacer puntos dentro de sus podridos partidos políticos. Imagínate: al Pere, el panadero, le han hecho algo parecido a lo que te sucedió a ti con los rótulos de la tienda. Le han metido una multa por un pequeño cartel en el que ponía “Hay huevos frescos”. Y eso que el Pere no habla ni castellano. Pero con la de turistas que pasan por delante de su negocio, pues pensó que las ventas irían mejor así. Y a su hijo, que enfadado se plantó en el ayuntamiento para protestar, le dieron una paliza de órdago en las fiestas del pasado fin de semana. Le pillaron entre cuatro y le apalearon al grito de “espanyol de merda”, xarnego y cosas similares. Cuando se llama Casamitjana de apellido. De verdad, no entiendo nada. Y encima te persiguen a ti por los incidentes en la manifestación del otro día. Y tengo que ver como en la televisión te tildan de fascista, de retrógrado, de español y de mil lindeces más. Ya me estoy cansando de tanto subnormal. De tanto odio y tanto desconocimiento de nuestra historia. De la historia de verdad. Y no de la que se han inventado en estos últimos años. –

Matías no salía de su asombro. Jamás había visto a su padre así. Y menos aún le había oído soltar un párrafo tan largo. Vaya sorpresa, teniendo en cuenta que ayer llegó convencido de que sería una noche como las de siempre, sentados, sin hablar, subiendo a las diez a dormir y finalizando el fin de semana con un escueto adiós a la mañana siguiente tomando un cortado en el bar de al lado, cada uno con su diario en la mano y sin soltar prenda.

- Tranquilo papá, que todo se arreglará. Lo de la manifestación no pasará de un juicio por lesiones, la multa de los rótulos está impugnada, y mi candidatura es legal al 100%, guste a quién guste. Si hace falta iremos a los Tribunales europeos, pero seguiremos luchando. No pueden imponernos su partido único, sus falsas libertades. Ya verás como salimos de esta. -

Su padre puso cara de póker. Solía hacerlo a menudo. Eran los momentos en los que Matías no sabía si llegaría un exabrupto, un halago o un silencio absoluto. Se quedo esperando ansioso.

Lentamente, y apoyándose en su bastón, su padre se levantó. Se acercó al mueble que había en el pasillo, lo abrió y sacó una antigua foto del abuelo Matías cuando lo de la toma de Madrid. En ésta se veía al abuelo rodeado de 4 compañeros de armas sentados delante de la estatua de la Cibeles con una bota en la mano y sonriendo como niños en la hora del patio. Parecían muy felices.

Apoyó el marco en una vela de la mesita del centro, cogió la botella de Ron Pujol que aún no habían ni tocado, lleno los 2 vasitos que estaban limpios de polvo y paja esperando volver a su armario sin ser estrenados (lo que solía suceder cada vez que Matías venía de visita), le pasó una copa a su hijo y con la suya alzada dijo:

- Pongamos unas flores sobre la foto del abuelo. Que así solían llamar él y sus amigos a los brindis. Y seguro que estaría orgulloso de ti. Por el abuelo. –

Matías contestó emocionado:
- Por el avi Matías. Por nosotros. Por el trinxat, por Catalunya y por España.