miércoles, 17 de diciembre de 2008

Felices Fiestas (a mis amigos, de los que estoy muy orgulloso)

Felices Fiestas (a mis amigos, de los que estoy muy orgulloso)
En estos tiempos de fiestas “navideñas”, por llamarlas de alguna forma, afloran en todos nosotros sentimientos que durante el resto del año quedan ocultos por el trajín del día a día, la obsesión por sobrevivir a la semana laboral y al saldo bancario, por exprimir al máximo los fines de semana y por buscar la falsa pero necesaria felicidad en actividades poco recomendables para la salud, tanto física como mental.
Son momentos de reencuentros, de comidas, cenas y demás eventos que, en algunos casos, vienen forzados por nuestro entorno laboral y social, pero en otros, los menos, son motivados por sentimientos reales, por ganas de volver a ver a personas queridas, por compartir recuerdos y vivencias después de meses de separación.
Nosotros, es decir mis lectores y yo, no somos de la clase de gente que se deja llevar por el consumismo, por la fiesta comercial, por el regalo superficial inducido por la publicidad “navideña” del Corte Inglés, las burbujas de Freixenet o el Turrón El Lobo, sino que somos personas sentimentales, que llevamos muchos años compartiendo vivencias y transitando por el largo y muchas veces tortuoso camino que es la vida (…that leads to your door ©JPG&R ) , y que realmente tenemos ganas de volver a vernos, de obsequiarnos mutuamente con algún detalle, por pequeño que sea, y de abrazarnos como hemos hecho tantas veces en los últimos 10, 15, 20 o 30 años.

Y aquí quería llegar: por desgracia (o suerte) ya no tenemos 18 añitos, sino bastantes más, pero por extraño que suene aún seguimos siendo, en muchos casos, amigos. Unos nos vemos más a menudo, otros solamente una vez al año (suele ser por casualidad en la sierra de Madrid a finales de Noviembre), pero estamos ahí. Algunos coincidimos en el colegio, otros en la universidad, pero la mayoría tenemos en común incontables tardes de actividad conjunta, sea política, deportiva o social (¡aquí entran nuestros queridos locales de ocio!). Y esas tardes de unión, en las que cada uno tenía sus ideales, sus planes de futuro, sus ansias de lucha por un mundo mejor, sus aspiraciones políticas, han dado sus frutos. Como en cualquier otro colectivo algunos miembros se han quedado por el camino, otros han abandonado sus ideales juveniles y se han dejado llevar por la cruda realidad del sistema capitalista y su nulo componente ético y social, pero la mayoría, por lo menos en nuestro caso, ha seguido manteniendo alzada su pequeña bandera, ha seguido su lucha de una forma u otra. Nuestro círculo de amistades incluye personas que se han dedicado la política, a la docencia, a la carrera laboral en alguna empresa, a la formación de una familia como Dios manda, al deporte o a otras actividades, pero que han seguido creyendo en ideales que se forjaron en nuestra juventud, en un sentido de la vida más allá del propio transitar sin sentido, en un afán de lucha y de buscar algo más allá del día a día, del propio placer. Este espíritu combativo, de aspirar a cambiar algo, este “idealismo” que normalmente se tiene de joven pero que con la edad se va desvaneciendo de la misma forma que nuestro atractivo físico y nuestra entereza moral, sigue palpitando en todos nosotros. Me enorgullece sobremanera encontrarme con amigos que hace 25 años ya estaban ahí rebatiendo mis argumentos, con los que hace 15 años ya discutía sobre el bien y el mal, con los que hace 10 patrullaba las calles en la hora maldita en la que los bares están a punto de cerrar (© JS), con los que en los últimos 5 años compartí victorias deportivas, con los que hace menos de una semana tomé unas cañas y con los que durante estas fiestas podré volver a brindar. Brindar por un año nuevo que nos traiga un mundo mejor, sin falsos predicadores (solamente existe uno verdadero, y es muy grande) que usan preciosas palabras para emocionar al inculto pero que se olvidan luego de aplicar dichas promesas, y alzar la copa por una gran España ejemplar frente al resto del mundo (que en el fondo me importa un pito).
Me importan mi Patria y mis seres queridos, mis amigos, de los cuales me enorgullezco cada vez que me los vuelvo a encontrar.Brindo por ellos, por vosotros, por mis amigos. Que tengáis unas buenas fiestas, y que a los malos de la película (que todos conocemos), se les atragante el Turrón del Lobo o lo que tomen.
Yo me tomaré una ración de vuestra amistad, que vale más que nada.
¡¡ Feliz Navidad…!!