miércoles, 23 de julio de 2008

Acto en memoria de los caídos por Dios y por España: descripción y reflexión.

Acto en memoria de los caídos por Dios y por España: descripción y reflexión.


El pasado 19 de Julio de 2008 se celebró en el foso de Santa Elena del Castillo de Montjuich de Barcelona un emotivo acto en memoria de los caídos entre los años 1936 y 1939, con un homenaje especial a los 350 ejecutados por las fuerzas revolucionarias y de izquierda en dicho castillo. Con la lectura de sus nombres y de pequeñas anécdotas relacionadas con alguno de ellos y bajo un sol de justicia, un reducido número de familiares y amigos de los fallecidos honraron su memoria escuchando la brillante alocución del Excmo.Sr. Don Felio Villarrubias* y celebrando la Santa Misa frente a los muros que siguen mostrando los impactos de las balas que acabaron injusta y vilmente con sus vidas, todo ello bajo un cielo azul que con toda seguridad se les abrió de par en par en el mismo momento de ascender a él para estar sentados al lado de nuestro Señor.
Hasta aquí la descripción.
Pasemos pues a la reflexión.
Al acto descrito anteriormente asistieron alrededor de 30 personas. Según el último censo del INE, Barcelona y su área metropolitana aglutinan una población de más de 5 millones de personas. Por otro lado, el pasado 29 de Junio varios millares de personas se concentraron en calles y plazas de la capital catalana, ciudad que durante muchos siglos fue abanderada de la causa española y noble defensora de una patria común forjada bajo el mismo cielo azul que brillaba el pasado 19 de Julio, para celebrar de forma alegre y ruidosa la victoria de nuestra selección de fútbol.

¿No deberíamos sentir una gran vergüenza?

¿No deberíamos plantearnos que algo no está funcionando en nuestra sociedad?

¿Nuestra conciencia ha quedado reducida a la parte lúdica y superficial de la vida, como puede ser un partido de fútbol, olvidando temas tan importantes como la muerte de inocentes y su obligado homenaje?

¿Dónde está la gente de bien, dónde las familias, los hijos y nietos de los fusilados, de los asesinados por profesar la fe católica o por ser de “orden”?

¿Es de recibo cerrar los ojos, olvidar la historia y tolerar que las nuevas generaciones (aquí incluyo de forma expresa a las juventudes de determinado partido político que ha renunciado a defender la verdad histórica y se ha apuntado al carro de la conveniencia y la manipulación interesada en aras de mantener unos pingües privilegios económicos resultantes de su integración en el sistema político imperante) estén ausentes de actos tan importantes?
Estoy seguro que a todas estas preguntas la mayoría contestaremos con un “mea culpa”, pero poco más. Aceptaremos de inmediato que es una vergüenza, que hay que hacer algo, que ya no tenemos conciencia ni ética, pero no haremos nada. Y la excusa fácil la usaremos sin dudar: que estamos solos, que cada vez somos menos, que los tiempos han cambiado, que hay que pasar página, que los buenos tiempos no volverán y que hemos perdido la batalla.
Malditas respuestas. Despertemos. Luchemos.

Si somos capaces de salir a la calle con nuestra bandera para celebrar una victoria deportiva, seámoslo también para homenajear a personas que sacrificaron su vida por esos mismos colores.

Si firmamos un manifiesto por la lengua común, la española, usemos esta lengua para elevar nuestras oraciones a Dios por el descanso eterno de aquellos que no merecían morir de esta forma.

Si sabemos que la Ley de la Memoria Histórica es partidista, unilateral y sesgada, seamos activos y participemos en aquellos actos que reivindican la verdadera y sangrienta memoria de los hechos acaecidos entre 1933 y 1939.
Seamos íntegros, seamos consecuentes con lo que predicamos, seamos buenos españoles.


Nota: Don Felio A. Villarrubias Solanes es experto en protocolo, destacado escritor y entre muchos otros cargos ha sido director honorario de los cursos de Protocolo de la Universidad de Oviedo, en La Granda y jefe de protocolo de la Fundación Príncipe de Asturias.

martes, 1 de julio de 2008

La Roja, 2ª parte

La Roja, 2ª parte
A pesar de sentir una alegría inmensa que invade mi corazón y el resto de órganos de mi maltrecho cuerpo, sigo en mis trece y me reafirmo en todo lo que dije en mi artículo anterior. Es más, insisto y lo amplío.
La conquista de un Campeonato de Europa, ya sea en fútbol como antes de ayer, ya sea en cualquier otra disciplina deportiva, me enorgullece. Me reafirma en mis sentimientos patrióticos y en mi amor a una bandera y a una historia común. Y encima ver la alegría de la mayoría de mis compatriotas, por encima de regionalismos, nacionalismos, partidismos y demás ismos, pues que quieres que te diga, tampoco está nada mal.
Pero hay un regusto, un tufillo que asciende desde las cloacas de nuestro sistema político y social, que me sigue dando que pensar. La utilización mediatizada de este triunfo por parte de los actores de siempre y encima para sus propios y oscuros intereses, pues no me gusta.

No puedo aceptar el súbito protagonismo de Zapatero, aludiendo a la primera gran victoria en democracia, como si el éxito de la selección se le deba a él.
No puedo entender la chabacanería de algunos de los jugadores, de la Familia Real y de los medios de comunicación.
No puedo compartir la simplicidad de nuestra sociedad, que con esta victoria parece que va a perdonar al PSOE y sus aliados todos los pecados cometidos contra esa “patria” que ahora ensalzan y aprovechan en su propio interés.
No puedo aceptar que cargos electos nacionalistas hayan apaleado a jóvenes en Vitoria por llevar la camiseta de la selección.
No puedo aceptar que los Mossos tengan que cargar con botes de humo y bolas de goma en alguna plaza de Barcelona, sin que haya habido más provocación que la de cantar “Soy Español”.
No acepto que Mossos de paisano se incauten de mi bastón de peregrino aduciendo que es un arma prohibida.
Por todo ello, y para que el éxito deportivo sea manipulado y utilizado por enemigos declarados de España, preferiría no ganar.
Para sufrir mayor persecución policial en las regiones dominadas por las dictaduras nacionalistas, preferiría no ganar.
Para tener que compartir de golpe mesa y mantel con personas que jamás han utilizado la palabra España, y menos unida a un Viva o a un Arriba, preferiría no ganar.

Pero, que desgracia, hemos ganado. Y a pesar de todo me alegro.
Por mi gente, por la que piensa y siente como yo.
Por la gente humilde que no sabe de manipulaciones ni de las mil tretas del poder.
Por los jóvenes que por primera vez han oído plazas enteras cantar el himno nacional.
Por las patadas en sus partes que habrán significado para el ¿Sr? Laporta los gritos de Viva España de Xavi o de Puyol.
Por todos aquellos que siempre han deseado las victorias de España y pensaban que morirían sin verlo.
Por mi padre que si leyera esto me entendería y por mi madre que descansa en paz desde hace años pero que seguro se alegraría por sus hijos y su patria adoptiva.
Pero, sobre todo, por todas las víctimas del terrorismo y sus familiares, que por una vez han podido portar una bandera en señal de alegría y no de duelo.
Vaya por ellos mi brindis. Viva España.