martes, 4 de febrero de 2014

Basta ya de bailar la Yenka

Lo bonito de la música popular, de los dichos y los proverbios y en muchas ocasiones de las respuestas de los niños y de los borrachos,  es la sabiduría que emana de todos ellos.
Y visto lo que está sucediendo día si día también en España, nada mejor que fijarnos en la letra de la canción que encabeza este artículo:


Vengan chicos vengan chicas a bailar
Todo el mundo viene ahora sin pensar
Esto es muy fácil lo que hacemos aquí
Esta es la yenka que se baila así:

Izquierda izquierda derecha derecha
Adelante detrás, un dos tres
Izquierda izquierda derecha derecha
Adelante detrás, un dos tres

No soy el primero (ni seré el último) en utilizar esta canción infantil, original de “Johnny y Charley” pero popularizada en nuestra juventud por Enrique y Ana, para ilustrar la falta de rumbo de nuestros gobernantes, de su corte de políticos inútiles pero bien pagados  y del resto de la alelada población extramuros que les ríe las gracias y les mantiene con sus votos;  pero no hay duda que estos infantiles versos encajan a la perfección con la ausencia de ideales, de objetivos, de sensatez y de inteligencia que impregna la realidad de nuestra querida España y guía las actuaciones de esos falsos representantes de la voluntad y el sentir popular.

Dando una de cal y otra de arena, tenemos por ejemplo a la nueva representante de la ya casi eterna dictadura socialista andaluza, Susana Díaz, que por un lado investiga los fraudes de los ERES mientras que por detrás continúa subvencionando a la misma camarilla de ladrones; artista ésta que siguiendo a pie juntillas la letra de la canción un día defiende la unidad de España, y al día siguiente propone una reforma de la constitución con argumentos tan infantiles como que la sociedad actual no tuvo la opción de votar esa ley fundamental. Como si se tratara un convenio colectivo que se renueva cada año: eso sí, con grandes fastos, bolsos falsificados y en sedes subvencionadas con nuestros impuestos (o con subvenciones para formación de parados) al grito revolucionario de “A las mariscadas”.

Otro ejemplo que me llena de estupor, por patético, son las actuaciones de las tan poco agraciadas militantes de “Femen”, que muestran impertérritas sus poco estéticas ubres a diestro y siniestro, cobrando por ello la módica cantidad de 1.000 euros mensuales (casi el doble del salario mínimo en España), y, ahí radica la falsedad, atacando a esa parte de la sociedad que realmente defiende a la vida y la libertad y con ello a las mujeres, en vez de echarle un poco de valor a su triste existencia enfrentándose por ejemplo al islamismo radical y la penosa situación que viven las mujeres bajo las normas de la sharía, tanto en los países  musulmanes como en nuestra  propia patria, encerradas, vendidas y casadas a tierna edad, y violadas y subyugadas en sus domicilios por radicales islámicos que se benefician de nuestro estado social y de derecho y de sus subvenciones para roerlo por dentro cual ratas infectas.


Dice la letra “todo el mundo viene ahora sin pensar”, acertadísima frase para definir por ejemplo a los que ahora alaban al gran Papa Francisco,  como si sus hechos o palabras fueran revolucionarios y de izquierdas, cuando simplemente repite, literalmente, las actuaciones y las enseñanzas de su maestro y mentor, el inolvidable Joseph Aloisius Ratzinger.

De nuevo aparece esa extraña facilidad de la izquierda para quedarse con los símbolos superficiales, hacerlos suyos y proclamar a los cuatro vientos que la libertad la inventaron ellos. Cuando bien es sabido que la izquierda solamente tolera y fomenta la libertad (que encima confunden con el libre albedrío y la violencia) cuando está en la oposición, olvidándose de ella en cuanto llega al poder.

Para no hablar de los tan españoles “Morancos”,  que por poco caen en la telaraña tan bien tejida por los medios nacionalistas catalanes y se convierten en estandarte del nacionalismo anti español. Suerte que han reculado a tiempo y han conseguido sacarse el aguijón de la tarántula catalanista antes de que el veneno invadiera sus cuerpos y sus mentes.

Y prefiero no entrar en demasiados detalles sobre sus altezas reales, sus sueldos y sus privilegios, humillación constante (y sonante) de la clase trabajadora española. Bribones todos ellos que al son de la Yenka entran y salen de España, cargados de dinero de origen desconocido, sin dar nunca ese “saltito” definitivo que queremos todos (y que por justicia les corresponde) para acabar en el único sitio en el que merecen morar: en los calabozos más profundos y en el olvido y desprecio absoluto por haber mancillado la historia milenaria de nuestra patria.

Pero, como suele ser, y más en nuestro país, la superficialidad, la simpleza y la incapacidad intelectual de la izquierda y el materialismo, despotismo y la falsedad de la derecha, acaban con dar al traste con cualquier atisbo de regeneración de la sociedad.

Al son del “izquierda, derecha, adelante y detrás”, España sigue sin encontrar su rumbo en la historia, sigue a merced de mentirosos y embaucadores, de manipuladores y lacayos del capital, de ladronzuelos de izquierdas convencidos de su superioridad moral y de mangantes banqueros de derechas que simplemente  persiguen la entrada en el club de los 85 mamones que poseen el 50% del capital del mundo.

Vergüenza ajena nos debería dar a todos que al despertar cada día y ver el triste espectáculo, no nos rebelemos contra todos ellos, contra los saltitos y los tumbos a diestro y siniestro que no llevan a ningún lado más que al hundimiento absoluto de nuestra sociedad.

Ni incultura ni despotismo. Ni estupidez ni falsedad. Ni aprovechamiento ni explotación.

Ni izquierdas ni derechas.

No hay baile que valga: hay que acabar con la “Yenka” de una santa vez.

Patria, justicia, revolución.