sábado, 25 de agosto de 2012

Ahora que de casi todo hace ya veinte años


Me permito usar este reciente tuit (sin solicitar el Copyright) de la excelente revista “Jot Down Cultural Magazine”, cuya lectura atenta y continuada recomiendo encarecidamente a todos mis lectores, para titular este artículo  escrito en la agria fase del año en la que toca entonar lo de “El final del verano”, mítica canción del Dúo Dinámico  (¡esta cita va por ti Rafa!).  Desagradable parte del año esta,  que casi siempre implica el fin de algo bueno y la vuelta al tedio, la normalidad, la rutina y, en estos tiempos que corren, el reencuentro con la zozobra, la intranquilidad y la maldita crisis. Crisis económica, crisis de identidad española, crisis de los treinta, los cuarenta o los cincuenta, crisis del cumplimiento del deber de los charlatanes y embaucadores profesionales, esos seres llamados eufemísticamente representantes del pueblo, cuando deberían denominarse simplemente mentirosos, o “los del valor añadido cero”. Suelo recurrir al símil de curas y políticos, los profesionales del habla, o mejor del hablar por hablar, para ilustrar mi absoluto desprecio hacia la clase política, pues aún no he conocido a ningún cantamañanas mantenido con nuestros impuestos que con sus vacíos discursos aporte algo a la sociedad, mientras que en el caso de los curas podría nombrar algunos buenos ejemplos de personas sinceras y altruistas que aportan con sus palabras apoyo y alivio espiritual a personas necesitadas; pero en el caso de los políticos, y ya rozando el medio siglo de vida, me sobran dedos en una mano para enumerarlos. Y con tantas reservas que me jugaría algún dedo más con mi inseparable Zippo emulando la escena de “El hombre del Sur” (o del tributo de Tarantino titulado “El hombre de Hollywood). Mechero este que por cierto llevo usando desde los 17 años, en línea pues, y de largo, con el título de estas líneas. 

Mientras tecleo esta modesta reflexión recibo una llamada desde Cornellá del Llobregat, población del exilio del más auténtico equipo de fútbol que existe en la ciudad de Barcelona, llamada esta de mis grandes y añorados compañeros de fatigas (¡ese Bolsicas!), en esa ardua e inexplicable, pero enriquecedora, tarea de ser aficionado del equipo pequeño en apoyos pero grande en sentimientos. Léase el Real Club Deportivo Español. Y la oportuna llamada se presta como anillo al dedo para ser parte de este relato: han pasado bastante más de 20 años desde que muchos de nosotros nos unimos en esa sana afición y camaradería que significa ser “periquito” en Barcelona. Dando la cara, contra viento y marea, frente al pensamiento único y la manipulación del deporte en aras de beneficios políticos y económicos. Que les den a los del otro lado de la Diagonal.
Y otros tantos decenios han pasado desde que obtuve mi primera dirección de correo electrónico, un número ininteligible y poco personalizado con la coletilla “Compuserve”. Pocos jóvenes de hoy en día serían capaces de imaginarse un mundo sin sus herramientas de comunicación habituales, sus mensajes cortos, sus cuentas de correo, de redes sociales o su usuario en Whatsapp. Si les intentara explicar lo complejo que era escribir a mano, doblar el folio, ensobrarlo, comprar un sello con la cara del Borbón, impuesto e impostor, humedecerlo con la lengua y quedarte con un agrio sabor en el paladar, pegarlo boca abajo en tímida pero habitual medida de protesta, echarlo en el buzón  de la esquina en la rendija de “Provincias y Extranjero” y tener que esperar días o semanas para recibir confirmación de su recepción o en el mejor de los casos hasta una contestación, me tacharían de viejo loco. Tampoco se lo podría echar en cara, algo de viejo y mucho de loco seguro que tengo. (Cuanto gesto de afirmación habrá provocado esta frase en mis lectores: como si lo viera).
Cuatro lustros que han transcurrido también desde que tuve el honor y el placer de casarme con una gran mujer y conocer a una familia igual de grande. Lástima que no supe estar a la altura (o que Dios es sabio)  y dicha unión no duró más de 8 años, pero el recuerdo es imborrable y será parte de mi vida no solamente después de veinte años, sino en todo lo que me quede de vida. Lo cortés no quita lo valiente, como se suele decir en estos casos. Y asumir y reconocer los propios errores y defectos es una obligación moral. E intentar aprender y mejorar es la otra cara de la moneda. En eso estoy, que nunca es tarde.

Menos tiempo hace desde que abandonaron mi casa los primeros invitados que he tenido en mi nuevo hogar, en concreto unas pocas horas,  pero el sentimiento de soledad y tristeza no se cuantifica en tiempo sino en la intensidad del rato disfrutado en buena compañía. Y en este caso parece que hayan pasado años desde que mi casa parecía una comuna hippie, con colchones por el suelo para superar el calor de las habitaciones en esta ola de calor mesetaria, cervezas frescas saliendo de la nevera sin parar y música y películas con sentimiento compartidas por una vez con alguien más que el móvil y las fotos familiares del mueble del salón y todo ello  bajo una romántica luna de Agosto. Muchas gracias por la visita amigos. Aquí tenéis vuestra casa.

Y no tardéis veinte años en volver, que dudo que siga por aquí en el 2032. Lo único que seguirá pendiente será mi hipoteca. Eso seguro.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Cataluña no es Baviera


El próximo viernes, día 17 de Agosto, el destacado miembro del CSU, partido cristiano social de Baviera y coaligado a la CDU, por lo tanto en el gobierno alemán, Wilfried Scharnagl publicará un manifiesto titulado “Bayern kann es auch allein”, en cristiano “Baviera también puede sola”.  
Aunque nos pille lejos aquí en nuestra querida Piel de Toro, cuna milenaria de la cultura y la civilización occidental y cristiana, prefiero adelantarme a la tan segura utilización interesada y partidista que hará el nacionalismo catalán de esta publicación y de los posteriores debates que generará.
Conociendo la germanofilia de Jordi Pujol (ex alumno del Colegio Alemán de Barcelona, el mismo en el que tuve el honor de formarme, y a cuyo lado (el del “President”) llegué a intervenir como su intérprete personal en una reunión con periodistas alemanes en un congreso de una importante multinacional alemana), parte del ADN de su familia y de muchos de sus correligionarios está marcado por ese "amor" a la cultura alemana en general, y en  concreto a su capacidad de trabajo y de liderazgo del que adolecemos por otros lares (según su separatista teoría, claro está).  Admiración y amor que por otro lado siempre han sido utilizados por estos personajillos como arma política para alinearse con los alemanes en detrimento de la cultura común española y marcar así,  en ese afán interesado de proclamarse diferentes del resto de España para arramblar con beneficios económicos para una minoría de la sociedad catalana (usando, como es norma de cualquier nacionalismo, la diferencia, sea inventada o real, sea cultural o religiosa, como moneda de cambio)  una línea de separación entre Cataluña y España para su propio beneficio. Y muy seguro estoy que Pujol y los suyos cambiarán su discurso de toda la vida y afirmarán con su rotundidad (y mentira) habitual que cuando en otras épocas decían Alemania se referían en el fondo al Estado Libre de Baviera. Donde dije digo, digo Diego.Toda sea por aprovechar falsos paralelismos, como bien hicieron con el intento separatista en Canadá hace pocos años.
No entraré en interesados tratados sobre la historia de ambas comunidades, más aún cuando la historia es tan variada, diferente y hasta yuxtapuesta como historiadores la relaten. Ni incidiré en la verdaderamente milenaria historia bávara y la tan reciente incorporación del Reino Bávaro a la unión alemana, léase en 1871 y como Reino (algo que por mucho que insistan Cataluña ni ha sido ni será jamás, a no ser que en un futuro coronen a Oriol Pujol como Oriol I de los Países Catalanes Imaginarios), ni menos aún caeré en la suprema gilipollez de usar la diferencia entre el bávaro y el alemán oficial (el Hochdeutsch), algo muy manido por nacionalistas, que siempre han usado como último recurso las diferencias culturales e idiomáticas (de nuevo inventadas o manipuladas) para justificar sus delirios de reyezuelos (léase el catalán en partes de Aragón, la sardana “milenaria” o la señera aragonesa como sangrante emblema de una nación esclavizada  desde tiempos inmemoriales por el opresor español)  cuando en Alemania, Suiza, Austria, Liechtenstein, Luxemburgo, Bélgica, el Tirol, Alsacia y hasta Namibia se hablan cientos (si,cientos) de variantes del germano, del alemán, bajo un idioma “marco” común y sin ningún afán de separación ni de utilización política, sino promocionados y cuidados como una rica herencia cultural.

No caeré en ninguno de estos juegos ni diatribas estúpidas, de eso ya se encargarán los voceros nacionalistas de turno. Ya lo veréis. Incidirán en la importancia económica de Baviera (y de Cataluña, obviamente) en Europa, en la injusticia de los fondos de solidaridad interterritorial (existentes en Alemania también) y en cientos de ratios más que me la traen floja. O fluixa. Con perdón.

Para acabar, feliz día de la Ascensión de María a todos
Fiesta que espero no conviertan también en milenario patrimonio catalano-bávaro nacido en inventadas campañas marítimas de los Almogávares por las azules aguas del Danubio o las tempestuosas mareas del Starnberger See bajo la advocación de la Moreneta Bávara Que no cuela.