jueves, 16 de mayo de 2013

Más allá de Leverkusen


A raíz del (por una vez y sin que sirva de precedente) excelente reportaje sobre el RCD Español y su mítica campaña en la copa de la UEFA de la temporada 87/88 del siglo pasado, emitido antes de ayer por el canal deportivo de la televisión autonómica catalana (la “seva”),y que aún podéis disfrutar todos aquí, los pericos hemos revivido momentos inolvidables de nuestra vida, que se han visto reflejados de inmediato en un aluvión de comentarios e intercambio de fotografías y recuerdos  en las redes sociales, tan básicas en nuestras relaciones de hoy en día como lo eran para nuestros mayores las tertulias en los bares o los cotilleos en las peluquerías (por aquello de la paridad). Suerte que muchos de nosotros hemos sabido mantener las tradiciones y seguimos optando por las agradables conversaciones en los bares, eso si, conectados al mismo tiempo a los entornos virtuales, no vaya a ser que una charla precise de un soporte gráfico, como una fotografía de Lauridsen, o que otro contertulio no se acuerde de la alineación ante el Málaga en el tan recordado partido de promoción para evitar el descenso en la Rosaleda el 16 de Junio de 1990. También del siglo pasado.

La tradición, transmitida de padres a hijos, parte importante en la historia de cualquier club de fútbol, pero mucho más visible y real en una entidad pequeña como la nuestra, familiar, en la que nos conocemos casi todos y en la que predominan las familias de varias generaciones acudiendo juntas al campo. Como ya hacíamos la mayoría en Sarriá. De muy pequeños el recorrido era ir a Misa, seguido de una paella y la clásica ensalada mixta en la Manigua con el “Avi”, un último café en el Sarriá 82 y a tribuna, sentadito entre padre y abuelo, a la espera del primer gol y del excelente “Pepito de Ternera” en el descanso; de mayor varió un poco, sustituyendo la Manigua por el Flores de Mayo,  el último café por el último trago y la comodidad de los asientos 5 estrellas por la aventura y diversión del mítico Gol Sur, pero la esencia seguía allí, imperturbable, inasequible al desaliento, metida en vena y parte de nuestro ADN blanquiazul.

Pero en esta larga historia de alegrías y penas, epopeya más que centenaria en una lucha atroz contra viento y marea, esa televisión que ha tenido el detalle de emitir el reportaje en cuestión, llamada TV3, “la nostra”, aunque para nosotros siempre será la “seva”, ha sido, es  y siempre será el enemigo a odiar. 
Bien hizo ayer mi amigo Willi en recordármelo, ante mi inicial euforia después de ver a mis ídolos desfilar por la Ciudad Deportiva de Sadría,  comentando mil y una anécdotas de esos maravillosos años a las nuevas generaciones de jugadores españolistas que se están formando ahí y ver los resúmenes de nuestras épicas victorias contra Borussia, Milan, Inter, Vitkovice, Brujas y Bayer Leverkusen.

Porque, analizando de forma objetiva  y desapasionada el reportaje de la televisión nacionalista y culé, de pensamiento único y adoctrinamiento constante en línea con medios similares como el Pravda, las actuaciones de la STASI o los actuales RRPP de Corea del Norte,  el propio título (“Marcados”) ya encierra un aire negativo, de condescendencia, de resaltar solamente esa temporada, histórica y muy recordada por nosotros, pero trágica al fin y al cabo, como si no hubiera habido momentos gloriosos en los 113 años de historia de nuestro Club.  Si a esto le añadimos la usual manipulación de la realidad social que hacen los medios nacionalistas de cualquier evento, ocultando la pluralidad, como  por ejemplo la existencia de otras banderas en Sarriá aparte de la “senyera”, parte ésta de nuestros colores pero en ningún caso única ni homogénea representante de nuestros sentimientos, o mostrar solamente un trozo de la “torcida” que cubría parte del Gol Sur para no descubrir los símbolos y sentimientos reales que impregnaban y siguen marcando el sentir de los españolistas, pues estamos dónde siempre.

Un excelente reportaje para hurgar un poco más en la herida, para hacer daño,  para manipular a las nuevas generaciones de seguidores españolistas ocultando las partes gloriosas de nuestra historia, el verdadero sentir de los aficionados y la autenticidad de un equipo barcelonés, catalán y español.

Por mucho que me haya gustado el reportaje, por cien lágrimas que haya derramado recordando a Lauridsen, a Orejuela, a Losada, a las gradas de Sarriá, a los bares de los alrededores y a mis familiares, amigos y camaradas ausentes, no me van a engatusar con esta treta. Ni a mí ni a ninguno de mis lectores.

Conociendo encima a los actuales gestores del Club, con el enfermizo nacionalista Collet, el “Vago de Argentona”, al frente de una directiva más interesada en agradar al poder, en seguir punto a punto los mandatos de la dictadura imperante y obsesionado por arrimar el ascua a sus sardinas, léase a sus intereses particulares,  este buen reportaje no es más que un dulcificado premio de consolación que se recrea en una hazaña histórica, pero, al fin y al cabo, en una derrota que tan bien aprovecharon los medios de comunicación del sistema para sacarnos, por primera y única vez, en todas las portadas, a todo color y con grandes titulares. Recreándose.

¿Marcados? El Real Club Deportivo Español y sus seguidores no estamos “marcados” por Leverkusen. Lo recordamos con nostalgia y cariño, como una hazaña contra grandes equipos que poco tiene que envidiar a las grandes actuaciones del otro equipo de la ciudad, más bien lo contrario.

¿Marcados? Y tanto, pero por una historia familiar, de sentimientos nobles, deportiva, que se inició en un lejano 1900 como reacción a una ya incipiente dictadura de los suizos hacia los verdaderos barceloneses, hacia personas libres, catalanas y españolas que no necesitan prebendas, ni apoyos mediáticos, ni regalos de carnets de socio por trabajar en el metro, ni subvenciones, ni créditos encubiertos que jamás devolverán, ni recalificaciones de terrenos para construir su campo.

Una historia que atesora no solamente derrotas, sino también grandes victorias, promociones, Copas del Rey, Tamudazos y Delapeñazos, éxitos y hazañas que pocas veces vemos retratados a lo grande en los medios de comunicación del régimen culerdo.

Por ello, un reportaje cada tantos años, aunque sea bueno y emocionante verlo, como burla final a una historia centenaria, no nos hará cambiar de opinión. Ni nos van a embaucar a estas alturas.

TV3 sigue siendo la misma. La seva. Y su equipo, el del poder, el del adoctrinamiento desde la incubadora al nicho, el otro equipo de Barcelona, sigue siendo el enemigo.

Puta Barça y puta TV3.


lunes, 13 de mayo de 2013

Nacionalismo, incultura, manipulación y mentira


Vaya por delante que las tan grotescas abreviaturas LAPAO y LAPAPYP no aparecen por ningún lado en el  “Proyecto de Ley de uso,protección y promoción de las lenguas y modalidades lingüísticas propias deAragón” que actualmente se está tramitando en las Cortes de Aragón.

Estas expresiones se las han sacado de la manga los de siempre, es decir, aquellos que ahora no tienen el poder, ni en Aragón ni en España, con el interesado apoyo de sus voceros habituales (esos medios  de comunicación  que solamente existen gracias a las subvenciones oficiales y que encima no los lee ni el tato,  si no fuera porque se los regalan y tienen  suplementos a color sobre deportes y famosos, cartillas para alguna sartén u olla exprés o cupones de descuento). 
Y si llegan a estar en el poder, hubieran sido los de la acera de enfrente. That’s Spain.

Como suele ser habitual en este nuestro país tan dado a las confrontaciones  locales, a los reinos de taifas, bares y clubes sociales, al odio eterno al vecino del quinto y a Paco “el Merengue” (o Manolo “el cule”) del bar de la esquina, esta semana pasada tocaba meterse con el Gobierno de Aragón y su proyecto de Ley de Lenguas.

Y como es de recibo en esta nación iletrada, garrula y cainita, en la que lo que importa nunca son el bien común, la sensatez, la verdad o la realidad histórica, sino el puro interés crematístico y oportunista de los miles de políticos profesionales, de los sindicalistas ociosos, de los creadores de opinión sin ninguna clase de preparación o estudios, del nacionalismo excluyente o del centralismo avasallador  y de sus asalariados seudoperiodistas, pues esta semana tocaba meterse, sin ton ni son, con un proyecto de ley que simplemente intenta poner freno a ese pancatalanismo feroz que lleva ya varios decenios intentando imponer su lengua propia a todas las demás variantes de la misma que se hablan en nuestra península, y allende de ella. 
Que le pregunten sino a los mallorquines, menorquines, valencianos y a los habitantes de la Vall d’Aran, después de tanta imposición, persecución e intromisión, si ellos hablan catalán o su propia lengua o dialecto.

Obviamente saltarán, se enfadarán y defenderán a capa y espada que lo suyo no es catalán, que es otra cosa. Y no lo harán, en la mayoría de los casos, por su preparación en filología y su conocimiento profundo de la historia de sus idiomas o dialectos, sino simplemente como reacción a un intento externo de apoderarse de algún bien cultural suyo, de manipularlo y de ser engullidos cual calçot con romesco por algún catalán de rancio abolengo llamado Fernández i Pérez, siendo el hecho diferencial claramente la “i” la latina que enlaza sus dos apellidos tan catalanes (o lapaoneses).

Y como dictan las leyes físicas, ante una acción llega la reacción, y estando este nuestro país tan lleno de tontos que no cabe ni uno más, pues a tirar piedras al vecino de al lado, a quemar las iglesias del barrio de enfrente y a quejarse de manipulación e imposición, cuando ellos mismos lo hacen día si día también. Pero en su caso vale. Como no. Lo dicen Mas,  Rosell y Junqueras. Es por lo tanto dogma.

Así están, en pleno siglo XXI, usando un bien cultural, un idioma, una lengua, para crear polémicas artificiales, enfrentarse al contrario y abonar el terreno para la siguiente confrontación electoral, en la que atacarán con furia a los que hablen LAPAO, por fachas, y los insultarán con vehemencia llamándoles retrógrados, inquisidores o simplemente “fills de puta espanyols”.

Eso sí, lo harán en su español limitado, ese español de 100 palabras que Vaughan debería incluir en su método de aprendizaje del español, igual todo ello adornado con alguna interjección en catalán en plan "culturilla", como calçot, alioli, “som mes que un club”, "cop de falç" o “amics de l’Espinaler”.

Porque bien sabemos todos que el idioma les importa un carajo, que ellos mismos ni saben hablar ni lo pretenden, que su conocimiento lingüístico se agota en los diálogos de los programas basura que suelen mirar o como mucho en la participación desde el sofá en el concurso del Pasapalabra,  con el Google y la Wikipedia abiertos en su tableta o móvil y aún así no pasando de la segunda letra.

Lo que ya decía al principio: simples garrulos.

En catalán, garrulos.

Y en LAPAO, garrulos.