lunes, 13 de agosto de 2007

Corto réquiem por un sacerdote (Xirinacs)

Corto réquiem por un sacerdote (Xirinacs)

A sabiendas de que alegrarse de la muerte de una persona pueda considerarse algo políticamente incorrecto, cristianamente pecaminoso y moralmente inaceptable, ayer tuve un sentimiento de alegría al conocer la noticia del fallecimiento, “motu proprio” (atentos a la ortografía: http://www.wordreference.com/definicion/motu%20proprio) , de Xirinacs. Este sentimiento ha ido creciendo conforme han ido apareciendo las condolencias, los comentarios, los elogios y las exaltaciones por parte de personas adscritas a las mismas tendencias ideológicas, si es que pueden llamarse así, llenas de estupidez, carencia de rigor histórico, manipulación, falsedad, desconocimiento, insensibilidad, egoísmo y demás adjetivos peyorativos que se puedan encontrar.
En esta semana tan mariana en el ámbito religioso, y tan veraniega en la tradición mediterránea, no voy a perder demasiado tiempo glosando las “hazañas” del difunto. Ni me apetece a mí ni lo considero de interés para mis (posibles) lectores. Bastantes crónicas aparecerán en estos días en esos medios de comunicación cómplices de personajes como el sacerdote excursionista.
Simplemente comentaré una anécdota: de pequeños solíamos subir con mi padre en coche por la calle Entenza de Barcelona hacia el campo del RCD Español, el tan añorado campo de Sarriá. En esa época el señor “sacerdote” solía estar sentado delante de la cárcel Modelo en huelga de hambre pidiendo amnistía (estuvo un año y nueve meses dando la tabarra con lo mismo). Al aproximarnos a su posición, mi padre pedía a mi madre que bajara la ventanilla para poder insultar a gritos al ahora difunto. Me costaba bastante entender las razones de mi padre, esa rabia que brotaba de su boca, cuando momentos después estábamos tan felices comiendo una paella en familia y esperando la hora del partido dominical. Pero no tardé mucho tiempo en comprender a mi padre. Tampoco hace falta demasiada inteligencia para ello. El “sacerdote”, varias veces candidato al premio Nobel de la Paz (me pregunto quien presentaría su candidatura), era un personaje desvergonzado, defensor de asesinos, cínico consigo mismo y la fe católica, despreciable en su forma de actuar y en el contenido de sus discursos.
Manipulador de una clase obrera y cristiana lo suficientemente inculta para creerse las diatribas del chaman separatista disfrazado de clérigo, encendida y alentada por él para luchar por ideales basados en invenciones históricas sobre España y Cataluña, y, al final, convencida de que el curita converso era como Ghandi y de que sus amigos asesinos de la ETA en el fondo eran los buenos de la película, no se merece ni una palabra más. Espero que Dios le dé un buen repaso ahí donde esté ahora. Yo tengo la suerte de tener un amigo que ya le dio un pequeño “toque” aquí en la tierra. Se lo merecía.