miércoles, 11 de enero de 2012

El oxímoron definitivo

Mi intención era titular este artículo “la madre de todos los oxímoron”, pero dado que no existe acuerdo sobre el plural de esta palabra, he preferido simplificarlo. Sin poner en duda la capacidad intelectual de vosotros, mis queridos lectores, y simplemente para refrescar esa habilidad de recordar ya tocada por los años, los excesos alcohólicos o (en el caso de los tan sorprendentemente bien pagados chóferes de la Junta de Andalucía) por los gastos en polvitos blancos subvencionados por todos nosotros, recuerdo a todos que un oxímoron es, según definición de la Real Academia, una “Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido”.

En nuestro lenguaje habitual existen ejemplos a raudales, tantos que en muchos casos ni nos damos cuenta de que en el fondo estamos diciendo una estupidez. O no me diréis que “silencio atronador”, “calma tensa”, “casi seguro”, “estimación precisa “, “mala suerte” o la muy actual “Keyboard not found, press any key", no son más que sandeces si se toman al pie de la letra, pero que adquieren su nuevo valor y sentido justamente por su combinación. Para los aficionados a las letras no puedo dejar de recomendar esta página web  que describe esta figura del lenguaje de forma completa y con tal cantidad de ejemplos que prefiero que deje de ser un “secreto a voces” y compartirla con vosotros. Yo he aprovechado el hallazgo de esta página para intercalar unos cuantos de ellos en este texto, algo que por lo menos me ha proporcionado un rato ameno e instructivo.

Como debéis de estar imaginando todos yo sigo con mis “obsesiones normales”, es decir, apuntando no ya con “fuego amigo” sino con toda la intención del mundo a la casta política, que sigue dando ejemplo, día a día, de cuan ruin y falsa puede llegar a ser una persona con tal de perpetuarse en el poder. Y aquí pueden recibir todos, sin que ninguno de ellos sea un “justo pecador” (Para esto ya tenemos a uno de los mejores grupos de música de nuestra piel de toro.). En todo el arco parlamentario, de izquierda a derecha, en todas las instituciones, desde el Palacio Real o el Congreso de Los Diputados hasta la última pedanía del más pequeño ayuntamiento de la más pobre y pequeña de nuestras autonomías, estamos rodeados de personajes que anteponen sus propios intereses a sus obligaciones, ya sean legales, familiares o morales.

Ese “egoísmo compartido” de la clase dominante, ya sea un yerno de un rey impuesto, un dirigente terrorista candidato al premio nobel de la paz, un nuevo ministro de economía que defiende una "banca ética", un presidente de Gobierno que guarda un “clamoroso silencio”, un presidente autonómico encausado o un beneficiario de un ERE falso, todos, absolutamente todos ellos, viven, progresan y se enriquecen a costa nuestra. A costa de los que les votamos, de los que pagamos impuestos, de los que trabajamos para garantizar su bienestar, y no el nuestro.

Esa “apuesta segura” en la que se ha convertido cualquier cargo público para poder mangonear produce en mi no una “calma tensa” sino una rabia indescriptible. ¿Dónde está esa “conciencia política”, esa entrega al servicio de los demás, que debería de suponerse a los representantes de los ciudadanos, que en el fondo no son nada más que las personas designadas por nosotros para desempeñar una función pública?

Y aquí no me dejo llevar por una “envidia sana”, no amigos, es mi idealismo juvenil y luchador el que me revuelve las tripas, me genera ardor de estómago y me impide sonreír o escribir bonitos y divertidos relatos para distracción de mis lectores. Es el asco que siento ante esta “justicia criminal” encarnada por hechos, cohechos, sentencias ficticias y prescripciones planificadas. Ante esa “luz oscura” que se ha apoderado de nuestro país en la que ya solamente brillan los ojos entristecidos de los “muertos vivientes” en lo que se están convirtiendo la mayoría de los ciudadanos mientras los políticos usan sus “mentiras piadosas” para pedir el voto y luego cambiar de opinión al vuelo, para decir que “menos es más”, que no sabían nada del “secreto a voces” y que todo lo que dijeron era “relativo”.

Relativo a su increíble capacidad de mentir, será. (O de pasar de "catalana a andaluza" en lo que canta un gallo, que también manda huevos.)

Esa clase política que con sus “verdaderas mentiras” nos ha hecho caer en la trampa del “yugo liberador” de la democracia. Anda que me río.


Y son ellos los destinatarios de este artículo, los del oxímoron definitivo, esos “políticos sinceros” que cuando llegan a casa después de sus duras “reuniones de trabajo” exclaman: “Ande yo caliente, y jódase la gente.

3 comentarios:

  1. Perfecto, Ernesto.

    Una entrada muy original y bien construida.
    Al final, acaba uno con la sensación de que los políticos no casan con nada... con nada bueno, claro.
    Bueno, los políticos, los jueces, los Grandes de España... todos buenos "saqueadores estatales".

    Un saludo.

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  2. Hmmm... ¿Vale "político honrado" como oxímoron?

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  3. Del "político honrado" a mi "político sincero" del final poca distancia veo. ;-)

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