viernes, 4 de noviembre de 2016

La brecha

Podría haber titulado este artículo “The gap”, en línea con la pesada manía de los “quiero y no puedo” de usar palabras inglesas ante audiencias hispanohablantes, pero sigo en mi línea de apoyo y promoción de la lengua del Quijote. Idioma que por cierto no es el catalán, por mucho que el “Instituto de Nueva Historia” intente convertir a toda eminencia histórica en nativo de pura cepa. Es decir, como Gabriel Rufián pero al revés (ni es eminencia histórica ni es de raza autóctona, aunque algo de burro catalán si que tiene).  

Porque al igual que una persona que corre no es un “runner”, ni una que llega a la meta un “finisher”, los consejos de tus amigos no son “tips”, no montamos “parties” en vez de fiestas, ni nos saltamos el recreo para hacer un “break”, nuestro conocimiento no mejora por mucho “know-how” que nos arroguemos, ni resumimos nuestra jornada en un “briefing”. Por mucho “win-win”, obviando nuestra lengua y llenándola de palabras extranjeras, no gana nadie. Ni mejora nuestro "nivel medio" de inglés. Para no hablar de aberraciones como la ´tan manida “gamificación”. 
Pero dejemos el tema para otro momento: es una guerra perdida, otra brecha insuperable.


Que es a lo que iba. A las brechas. Que ya manda huevos llamarlo “gap” cuando vamos sobrados de sinónimos: abertura, agujero, angostura, boquete, hueco, rotura, rendija, fisura, grieta y muchos, muchos más.

Esa grieta que se está creando entre la educación y la cultura y la realidad de nuestra sociedad. Solamente comparando cualquier programa de una cadena de televisión pública centroeuropea, como por ejemplo 3Sat, con la bazofia que nos ofrecen las televisiones públicas españolas (de las privadas ya ni hablo), uno ya se da cuenta de que a la que cante un gallo caeremos al precipicio. 
Y seremos esos seres imbéciles, incultos, manejables y carentes de valores que tanto les interesan a los poderosos, a los gobiernos, a la casta, a los populistas, a la banca y a los lobbies. ¡A gastar, borrego, que son dos días!

O ese profundo boquete creado en la mente de los jóvenes, que les impide entender el amor con sexo, que es lo natural, y que en cambio persiguen el sexo sin amor, incitados por series, concursos, “famosos”, y por desgracia hoy en día hasta por un nuevo sistema educativo en el que se alaban, promocionan y protegen todas las posibles desviaciones sexuales con esa patente de corso llamada “transgénero”.  Esa maldita afición a lo “políticamente correcto” que da ganas de mandar todo a tomar viento y enfilar nuevos horizontes a vela hinchada.

Y qué decir de la rotura que han creado cuatro ladrones manipuladores entre los catalanes de verdad y los separatistas enrabiados, que obnubilados por 40 años de contraeducación confunden a churras con merinas (de nuevo se me aparece el espectro Gabriel Rufián), algo que llega hasta los veletas de Ciudadanos, que no tienen nada mejor que hacer que pedir que el día de Sant Jordi de Cataluña sea declarado patrimonio de la Unesco, cuando antes deberían serlo las celebraciones y tradiciones en dicho día en países como Bulgaria, Etiopía, Georgia, Inglaterra o Portugal, o en antiguos reinos como Aragón o Mallorca. Pero no, hay que complacer de alguna manera al catalanismo para seguir optando a cotas o cuotas de poder.  Que ambas les satisfacen.

Para no entrar en temas realmente importantes (todo lo anterior lo doy por perdido), como es la fisura entre lo que antaño se llamaba música, léase el Rock’n’Roll, y las letras, ritmos e intérpretes de nuevas modas insoportables como el maldito Reggaeton y todo lo que le rodea. 
Si Elvis levantara la cabeza se volvería rápidamente al gueto sin tiempo a comprar un arma y robar un coche. “And his mama cries”.

Y así podría seguir, renegando de esa angostura que se ha creado entre la España que quise y la patraña que es hoy en día.

Pero no creo que me dé (sigo siendo diacrítico) tiempo, que el hueco entre lo vivido y lo que me queda por andar por estas tierras tan queridas y a la vez tan odiadas cada vez se hace más profundo.



Lo dicho, demasiadas brechas, aberturas, agujeros, angosturas, boquetes, huecos, roturas, rendijas, fisuras y grietas. 



Como diría la Blasa: ¡Señor, llévame pronto!






¡Buen fin de semana a todos, que falta nos hace!

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