Madrid no es Gerasa
Después de varias semanas, perdón, meses, sigo sin sentir una necesidad angustiosa de escribir. En mi interior se han generado un vacío y un odio de tal magnitud que harían falta unos cuantos milagros para volver a sentirme feliz, querido y queriente, integrado en mi entorno, orgulloso de haber nacido en Barcelona y de ser español. Y no hablo de milagros “menores”, como la curación del leproso o la conversión del agua en vino durante la boda de Caná, milagro que por cierto tampoco desecharía, sino de milagros en mayúsculas, como la resurrección de Lázaro o del hijo de la viuda de Naím. Si pudiéramos cambiar la Betania natal de Lázaro por nuestra querida España y la persona a resucitar fuera cualquier personaje que durante nuestra milenaria historia lo dio todo por su patria, entonces si que podría encontrar algún consuelo. No voy a recitar ahora los nombres de las personas que valdría la pena que resucitaran, que son muchos, por lo que lo dejo a la imaginación del lector. En cualquier caso, partiendo de la base que nosotros siempre hemos dicho que cualquier tiempo pasado fue mejor y que la veracidad de esta expresión ha quedado demostrada definitivamente con la llegada al poder del señor de la ceja, no creo que sea difícil encontrar uno o varios candidatos a resucitar.
Decía que no siento la necesidad angustiosa de escribir, pero si de muchas otras cosas. Significando exactamente aquello que dice la Real Academia, tengo ganas de reprender, de educar, de explicar, de castigar, de encerrar, de convertir, de sentenciar y, por qué no, de ajusticiar a mucha gente. El mundo que yo quiero no incluye espectáculos esperpénticos como lo es el día a día de la puta democracia española, ni figuras salidas de las peores pesadillas como son los ministros del gobierno, los líderes de cualquier formación política actual o los protagonistas de los espacios televisivos en las horas de máxima audiencia. El “prime time” ese, que así lo llaman en inglés, que será de las pocas palabras en inglés que aprendan en el futuro nuestros jóvenes, ya que es la única palabra que les interesa a aquellos que manipulan nuestra historia, nuestra cultura y, lo que es peor, nuestra propia conciencia. El “prime time” para engañarles con trucos de tahúr, cambiando la A por la Z, convirtiendo a España en una invención de los fachas y en cambio al estado narco-terrorista de Kosovo recién proclamado independiente de Serbia en un ejemplo a seguir para nuestras regiones más históricas. Hoy mismo decía un lector en el único diario que tiene la razón que de poco les va a servir el inglés o cualquier otro idioma en el futuro si las próximas generaciones no sabrán de que hablar. Lo poco que sepan al acabar su educación serán las falacias y mentiras que durante los últimos años se les han estado inculcando y eso no da para hablar demasiado.
Después de varias semanas, perdón, meses, sigo sin sentir una necesidad angustiosa de escribir. En mi interior se han generado un vacío y un odio de tal magnitud que harían falta unos cuantos milagros para volver a sentirme feliz, querido y queriente, integrado en mi entorno, orgulloso de haber nacido en Barcelona y de ser español. Y no hablo de milagros “menores”, como la curación del leproso o la conversión del agua en vino durante la boda de Caná, milagro que por cierto tampoco desecharía, sino de milagros en mayúsculas, como la resurrección de Lázaro o del hijo de la viuda de Naím. Si pudiéramos cambiar la Betania natal de Lázaro por nuestra querida España y la persona a resucitar fuera cualquier personaje que durante nuestra milenaria historia lo dio todo por su patria, entonces si que podría encontrar algún consuelo. No voy a recitar ahora los nombres de las personas que valdría la pena que resucitaran, que son muchos, por lo que lo dejo a la imaginación del lector. En cualquier caso, partiendo de la base que nosotros siempre hemos dicho que cualquier tiempo pasado fue mejor y que la veracidad de esta expresión ha quedado demostrada definitivamente con la llegada al poder del señor de la ceja, no creo que sea difícil encontrar uno o varios candidatos a resucitar.
Decía que no siento la necesidad angustiosa de escribir, pero si de muchas otras cosas. Significando exactamente aquello que dice la Real Academia, tengo ganas de reprender, de educar, de explicar, de castigar, de encerrar, de convertir, de sentenciar y, por qué no, de ajusticiar a mucha gente. El mundo que yo quiero no incluye espectáculos esperpénticos como lo es el día a día de la puta democracia española, ni figuras salidas de las peores pesadillas como son los ministros del gobierno, los líderes de cualquier formación política actual o los protagonistas de los espacios televisivos en las horas de máxima audiencia. El “prime time” ese, que así lo llaman en inglés, que será de las pocas palabras en inglés que aprendan en el futuro nuestros jóvenes, ya que es la única palabra que les interesa a aquellos que manipulan nuestra historia, nuestra cultura y, lo que es peor, nuestra propia conciencia. El “prime time” para engañarles con trucos de tahúr, cambiando la A por la Z, convirtiendo a España en una invención de los fachas y en cambio al estado narco-terrorista de Kosovo recién proclamado independiente de Serbia en un ejemplo a seguir para nuestras regiones más históricas. Hoy mismo decía un lector en el único diario que tiene la razón que de poco les va a servir el inglés o cualquier otro idioma en el futuro si las próximas generaciones no sabrán de que hablar. Lo poco que sepan al acabar su educación serán las falacias y mentiras que durante los últimos años se les han estado inculcando y eso no da para hablar demasiado.
Otro tipo de milagro haría falta para arreglar este desaguisado. Si Jesús se hubiera reservado un poco igual podríamos utilizar el milagro del endemoniado de Gerasa y limpiar algunas mentes llenas de furia y odio, pero me parece que llegamos un poco tarde. Ni Madrid es Gerasa ni creo yo que Jesús desperdiciara un milagro en curar al de la ceja, al Gaspi o a cualquiera de estos fantoches endemoniados.
Lo que igual si que haría Jesús es condenarlos y yo, si pudiera, ajusticiarlos.
Lo que igual si que haría Jesús es condenarlos y yo, si pudiera, ajusticiarlos.
Erni pa cdo te pasas por mi casa pa el tema del ordenador !!!!!!!
ResponderEliminarViva ZP mal te pese
Pues te doy las gracias por volver y escribir. Me das más motivos para acompañarte en esta lucha. Escribe, Ernesto, escribe.
ResponderEliminarTres años, si, TRES son los que tendrán que pasar para que podamos volver a ver la luz en esta pesadilla de las cejas. Este cuento de hadas terminará con el lobo soplando a los cerditos, y volverá una misión: llevar a España al nivel mundial que se merece.