He puesto a Greta en el título
para atraer a los incautos lectores, ya que con una simple expresión en latín hubieran
pasado de largo, al igual que hago yo ante un gimnasio, una tienda vegana o un
lupanar. Lo que viene a llamarse un “clickbait”, un ciberanzuelo como lo ha
bautizado la Fundeu. Si luego el contenido no tiene nada que ver con lo que has
anunciado en el cebo, qué más da. Lo que importa son los clics.
“Sapere aude”, “atrévete a saber”
en nuestro idioma común. Este lema que han hecho suyo tantas universidades del
mundo, cobra en estos días un significado especial en nuestra querida Villa
y Corte, en Madrid (que de Corte cada vez tiene menos, visto el desprecio y
hasta la suplantación que está haciendo el presidente en funciones de nuestro verdadero
y constitucional jefe del Estado, su majestad el rey Felipe VI). Porque por
arte de birlibirloque nuestro funesto plagiador mayor nos ha traído a la
capital de España la edición 25 de la COP, siglas cuyo significado me imagino
que desconoce la mayoría de los nuevos expertos en emergencia climática,
emisiones nocivas y energías renovables, y que en concreto quiere decir “La
Conferencia de las Partes”, que es el órgano supremo de la Convención Marco de
las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC). Y han hecho bien en no
llamarlo CMNUCC, porque más de uno se hubiera atragantado intentado
pronunciarlo. Por no decir entenderlo. Pero eso ya es harina de otro costal.
Hoy en día no hay que entender nada, lo importante es hacer ver que sabes,
soltar cuatro perogrulladas, gritar e insultar y si hace falta, llorar desconsoladamente,
como si te hubieran robado tu tesoro más preciado.
Discutía yo hace unas semanas con
mi cuñada y mi hermano sobre el histerismo climático, la suma sacerdotisa Greta
y todo el paripé que están montando para al final no avanzar ni un paso en la
protección del planeta (teniendo en cuenta que los países más contaminantes del
mundo no participan en este circo mediático). El argumento de mi familia de que este teatro “por
lo menos remueve las conciencias” me pareció razonable, siempre y cuando estuviera
acompañado de una mínima intención de saber algo, de informarse, de conocer la
realidad de nuestro clima, de acceder a fuentes independientes y solventes, de
buscar la verdad.
Pero por desgracia no es así. El afán de saber, de aprender,
de avanzar, hace tiempo que se perdió en nuestra podrida y esclava sociedad.
Hoy en día lo que vale es el momento, el “like”, el clic, la moda, el placer
inmediato de sentirte parte de algo, de creerte el protagonista de un hecho
importante, ya sea compartiendo una foto, anunciando lo que estás comiendo en
un restaurante de moda antes de siquiera probarlo, usando una nueva palabra en
inglés sin tener ni papa de dicho idioma o soltando histéricas soflamas contra
el sistema, las empresas, los “fascistas” y los estados, en aras de salvar el
planeta.
Planeta por el que jamás se han preocupado, comiendo comida preparada,
consumiendo y gastando sin parar, circulando en coches humeantes, abusando de
los dispositivos móviles con lo que ello conlleva de contaminación o
destrozando el medio ambiente con toda su basura en la enésima manifestación o
botellón que les ha permitido saltarse sus clases o sus obligaciones laborales.
El
nuevo “estilo Greta”. Que más o menos es lo mismo que hacen los múltiples
tertulianos en televisión, los iletrados políticos y los supuestos periodistas.
Personas sin formación, sin argumentos, sin conocimiento alguno, pero que se
jactan de saber de todo, ya sea de leyes, de geopolítica, de economía, de
deporte, de música, de comida vegetariana o del cambio climático. Sabedores que su
público, los millones de ovejas aleladas que les siguen y escuchan en horas de máxima audiencia, aún tienen menos conocimientos que ellos mismos. Que ya es decir.
El saber da miedo. Y encima significa
un esfuerzo. Significa buscar fuentes diversas, significa abrir un libro y leer
frases enteras sin “emojis”, significa confrontar opiniones, significa escuchar
sin interrumpir, significa activar las neuronas y utilizar el cerebro para algo
más que satisfacer tus instintos básicos.
¡Por Dios! No pidamos esto a los
ciudadanos, a los niños, a los jóvenes, hasta a los adultos de carné, pero
infantiles mentalmente.
Pensar, leer, escribir, resumir, discernir,
escuchar, preguntar, analizar, comparar, entender. Esos bonitos verbos que por
desgracia han caído en desuso.
Lo que se lleva hoy en día es
asentir sin pensar, compartir sin entender, votar sin valorar, copiar, plagiar,
interrumpir, negar, gritar, obviar, odiar, insultar y menospreciar.
Y esta semana toca el mantra de
la emergencia climática. Pasados ya “Halloween”, el “Black Friday” y el “Cyber Monday”,
hay que llenar las cabezas huecas con algún contenido. De alguna forma hay que
puentear las tres semanas que faltan hasta que llegue la Navidad. Esa fiesta consumista
que tan poco tiene que ver con su origen, su significado y sus valores.
Si
hasta he llegado a leer a algún retrasado influencer “regre” quejarse de que aún existan
belenes “religiosos”.
Lo dicho, sapere aude.
O púdrete en tu supina ignorancia.
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