Para desgracia de todos nosotros
el nuevo año, que no la nueva década, no empezó el 1 de enero, como marca el
calendario gregoriano por el que aún nos regimos en el mundo occidental, al que
visto lo visto le queda menos vida que lágrimas a los neo-comunistas vividores de
Podemos. El desgraciado año nuevo empezó ayer, día 2 del nuevo régimen y día 8
del calendario aún vigente. Porque de aquí nada igual se les ocurre adoptar el
calendario chino, lo que nos llevaría al 4.717, o peor aún, y más en línea con
sus patrocinadores iraníes, al año 1.441 del calendario musulmán. Del
calendario hebreo ni hablar, eso lo dejan para los malotes extremistas pro-Israel
de VOX.
Porque el falso progresismo de
los nuevos aliados del Frente Popular que han tomado la Moncloa al asalto a
base de mentiras, triquiñuelas, sobornos turolenses, amistades asesinas y
ocultaciones varias (igual que hicieron en 1934), está bastante más cerca del siglo
XV que del XXI, por mucho que se les llene la boca de palabras como progreso,
libertad, justicia, igualdad y demás gritos infantiles que no llegarían a oír ni
su propio eco en el más profundo de todos los valles. Arengas y proclamas al viento
que mejor les sienta, el de la demagogia, la mentira, el egoísmo, el
revanchismo y el nepotismo.
Hemos pasado varios años
insistiendo en la similitud de los dirigentes de Ciudadanos con las veletas,
algo innegable por otro lado, pero quizás no hemos insistido lo suficiente en
algo mucho peor: la mentira permanente, institucionalizada, aceptada y refrendada
por las masas enfervorizadas al grito de “¿Qué hay de lo mío?”, “Muerte el
capital” o “Chalés para todos”. Marxismo en su pleno esplendor: mentir,
manipular, tergiversar y matar si hiciera falta. Todo vale para llegar al
poder. Y así ha sido.
Han mentido desde el primer día,
sobre todo el falso doctor, ese ser abominable capaz de mentir varias veces en
una misma frase, cambiar totalmente de opinión a la mañana siguiente y coger su
avión particular al tercer día, para, bajo secreto de estado, visitar algún
exótico destino al dictado de las largas noches de insomnio de Begoño devorando
las guías de “Lonely Planet”.
Han manipulado usando para ello tanto
los medios de comunicación privados (cautivos y afines), como la televisión
pública, que, de ser un referente y un refugio para muchos de los españoles, ha
acabado siendo un instrumento más de adoctrinamiento, manipulación y noticias
sesgadas. Como una Sexta, una TV3, un Newtral o un “Maldito Bulo”, pero
encima pagado con nuestros impuestos. Tanto los impuestos de los 10.920.950
votos representados en los 167 escaños que dieron el SI, como los de la
mayoría social, cuyos 11.360.610 votos representados en 165 escaños
que votaron NO, han quedado diluidos en un sucio y contaminado mar de acuerdos
bajo mano, cesiones de poder, incumplimientos legales y desprecio absoluto a la
democracia, la Constitución, la justicia, al propio estado y su máximo
representante, su majestad el Rey Felipe VI. Aquí podría parafrasear a la ilustre,
culta y elegante diputada de ERC, Montse Bassa, y decir que me importan un
comino el Rey y la Constitución, pero no es así.
Han sobornado y tergiversado. No
hace falta que entre en detalles. Desde subvencionar a las empresas del único diputado
de “Teruel Existe”, por cierto, residente en Valencia, hasta pucherazos en
muchas localidades y recuentos poco claros de los resultados electorales.
Y han matado. De forma indirecta,
quizás, pero con el mismo grado de maldad y culpabilidad que sus socios
terroristas de Bildu. Si los aceptan como socios, aceptan sus pecados. Y sus
más de 850 viles asesinatos.
Y así hemos llegado, como tantas
otras veces en nuestra historia, a tener que elegir bando. Y volvemos a estar, también
como otras tantas veces, sin poder recurrir a una tercera vía que se acerque
más a nuestros ideales y que al mismo tiempo tenga alguna posibilidad de
triunfo.
En estos momentos no hay tercera
vía que valga, salvo que optemos por el suicidio colectivo, la invocación del Apocalipsis
o plegarias masivas para que estalle una guerra definitiva entre los EE. UU. e
Irán y con ello reviente todo de una santa vez.
O estamos con España y con este
sistema democrático que por mucho que nos disguste es lo mejor que podemos
soñar en este momento, o estamos contra España, contra la historia, la verdad,
la justicia, la igualdad y la decencia.
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