miércoles, 22 de abril de 2020

Mentiras, episodio II.


Empecemos por el porqué del título. Iba a llamarlo simplemente “mentiras”, pero resulta que ya titulé así un artículo en septiembre el 2012. Nada extraño, por otro lado, teniendo en cuenta que vivimos rodeados, inmersos, atados y manipulados por la mentira desde que nacemos. Cuando no adictos a ella. 
Que lo de “mentiroso compulsivo” por desgracia no es el título de una película americana o una comedia de situación que tanto se llevan ahora, sino un trastorno psicológico que sufren muchas personas. Muchísimas. Demasiadas. Y en puestos relevantes. Con inmensas responsabilidades. 
Esos puestos que, por puro instinto de supervivencia de la especie, tienen que ocupar los más preparados. Y no hablo del tan manido macho alfa que lidera la manada. Eso por suerte ya lo superamos hace siglos. Ya no somos animales, ni homo sapiens recién llegados de allende del mar mediterráneo, ni miembros de una sociedad primitiva en plena evolución. Estamos en el siglo XXI. No pasamos por Babilonia, por Judea, por Grecia, por Roma, por el cristianismo, por el Sacro Imperio, por el Imperio español y su eterna herencia llamada hispanismo, no pasamos por toda la evolución social, intelectual, cultural y científica, para ser dirigidos por animales guiados por sus instintos básicos. Cuando no por su afición por los pecados capitales. 

Esta piara no es la más preparada. De eso no hay duda. 

Los más preparados son los de siempre, hoy en día con más razón: los expertos, los sabios, los trabajadores, los inteligentes, los buenos, los rectos, los solidarios, los honrados, los sinceros, los altruistas, los justos. Pero de estos pocos veo en puestos clave de nuestro inmenso poder ejecutivo. Que no por inmenso es acertado en sus decisiones y correcto en sus actuaciones. Lo que veo, lo que vemos, son ineptos vividores, floreros impuestos por los naZionalistas, enfermos de yoismo adictos al espejo y al teleprónter, golpistas regres oliendo la sangre del empresario mientras acumulan propiedades, engendran niños y satisfacen a las hembras mono-neuronales de su entorno. Por turnos. Para compensarles con un ministerio y volver a salir a rondar cual perro en celo.

¿Y qué pasa cuando gobiernan (junto a estos dementes) los menos indicados, los “ninistros” como Garzón, las hembras despechadas con ansias de venganza, los filósofos de la improvisación, los macarras de lupanar y otra decena de desconocidos que según el BOE existen, son ministros y cobran?

Pues que todo se va al garete. Dicen los filólogos que lo de “irse al garete” viene del francés “être égaré”, estar a la deriva, extraviado. Será así.


Y así es.

No hay duda de que estamos a la deriva. Muchas fotos, muchos memes y varias viñetas han circulado estos días por las redes sociales, esas trampas en las que nos tienen atrapados tanto nuestra adicción como los censores del gobierno. Sin duda la mejor la de La Gallina Ilustrada, último reducto del humor con base, culto, patriótico y ajeno al pensamiento único del “Pequeño Hermano” que nos vigila. Porque de grande tiene bien poco. Pequeño en moral, enano en inteligencia y nimio en humanidad. Un primitivo, sucio y básico homo sapiens que acaba de descubrir su imagen reflejada en una charca de maldad. Hablo de Pedro Sánchez. Por si alguno se ha perdido.


Escribía en mi artículo de 2012:
la solemne apertura de sesiones del “Club Social de los Mentirosos”, también llamado Parlamento.  La sede de esos personajes a los que tan bien definió ayer Clint Eastwood en el congreso del partido republicano: “los que en el fondo son empleados nuestros, que deberían de estar a nuestro servicio y ser despedidos en el caso de no cumplir con sus obligaciones.”  Como sucede en cualquier empresa. Menos en la malvada multinacional llamada DemocraciaParlamentaria S.L.”.  Limitada en responsabilidades, obviamente, que no en prebendas y beneficios para sus empleados”.

Los parlamentarios, los ministros, los secretarios de estado, todos ellos son eso, nuestros empleados, los que nosotros elegimos para dirigir con profesionalidad y honradez la parte de la administración para la que están preparados.

Menos en España, donde ni los elegimos (nos los colocan bajo mano en base a acuerdos secretos con chantajistas naZionalistas, comunistas inmaduros y nada arrepentidos terroristas), ni son profesionales, ni tienen honradez, ni, por supuesto, están preparados para su cometido.

Como si me pusieran a mí a dirigir una operación a corazón abierto en un quirófano.

Si aceptamos que un enfermo, egotista, mentiroso, plagiador y falso doctor dirija el gobierno del Reino de España, todo vale.

O no. En nuestras manos está cambiarlo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario