Empecemos por el porqué del
título. Iba a llamarlo simplemente “mentiras”, pero resulta que ya titulé así un
artículo en septiembre el 2012. Nada extraño, por otro lado, teniendo en
cuenta que vivimos rodeados, inmersos, atados y manipulados por la mentira
desde que nacemos. Cuando no adictos a ella.
Que lo de “mentiroso compulsivo”
por desgracia no es el título de una película americana o una comedia de
situación que tanto se llevan ahora, sino un trastorno psicológico que sufren
muchas personas. Muchísimas. Demasiadas. Y en puestos relevantes. Con inmensas responsabilidades.
Esos puestos que, por puro instinto de supervivencia de la especie, tienen que
ocupar los más preparados. Y no hablo del tan manido macho alfa que lidera la
manada. Eso por suerte ya lo superamos hace siglos. Ya no somos animales, ni homo
sapiens recién llegados de allende del mar mediterráneo, ni miembros de una sociedad
primitiva en plena evolución. Estamos en el siglo XXI. No pasamos por Babilonia,
por Judea, por Grecia, por Roma, por el cristianismo, por el Sacro Imperio, por
el Imperio español y su eterna herencia llamada hispanismo, no pasamos por toda
la evolución social, intelectual, cultural y científica, para ser dirigidos por
animales guiados por sus instintos básicos. Cuando no por su afición por los pecados
capitales.
Esta piara no es la más preparada. De eso no hay duda.
Los más preparados
son los de siempre, hoy en día con más razón: los expertos, los sabios, los
trabajadores, los inteligentes, los buenos, los rectos, los solidarios, los
honrados, los sinceros, los altruistas, los justos. Pero de estos pocos veo en
puestos clave de nuestro inmenso poder ejecutivo. Que no por inmenso es acertado
en sus decisiones y correcto en sus actuaciones. Lo que veo, lo que vemos, son
ineptos vividores, floreros impuestos por los naZionalistas, enfermos de yoismo
adictos al espejo y al teleprónter, golpistas regres oliendo la sangre del
empresario mientras acumulan propiedades, engendran niños y satisfacen a las
hembras mono-neuronales de su entorno. Por turnos. Para compensarles con un
ministerio y volver a salir a rondar cual perro en celo.
¿Y qué pasa cuando gobiernan (junto
a estos dementes) los menos indicados, los “ninistros” como Garzón, las hembras
despechadas con ansias de venganza, los filósofos de la improvisación, los
macarras de lupanar y otra decena de desconocidos que según el BOE existen, son
ministros y cobran?
Pues que todo se va al garete.
Dicen los filólogos que lo de “irse al garete” viene del francés “être égaré”,
estar a la deriva, extraviado. Será así.
Y así es.
No hay duda de que estamos a la
deriva. Muchas fotos, muchos memes y varias viñetas han circulado estos días
por las redes sociales, esas trampas en las que nos tienen atrapados tanto
nuestra adicción como los censores del gobierno. Sin duda la mejor la de La Gallina Ilustrada, último reducto del humor
con base, culto, patriótico y ajeno al pensamiento único del “Pequeño Hermano”
que nos vigila. Porque de grande tiene bien poco. Pequeño en moral, enano en
inteligencia y nimio en humanidad. Un primitivo, sucio y básico homo sapiens
que acaba de descubrir su imagen reflejada en una charca de maldad. Hablo de
Pedro Sánchez. Por si alguno se ha perdido.
Escribía en mi artículo de 2012:
“…la
solemne apertura de sesiones del “Club Social de los Mentirosos”, también llamado Parlamento. La sede de
esos personajes a los que tan bien definió ayer Clint Eastwood en el
congreso del partido republicano: “los que en el fondo son empleados
nuestros, que deberían de estar a nuestro servicio y ser despedidos en el caso
de no cumplir con sus obligaciones.” Como sucede en cualquier empresa. Menos en la malvada
multinacional llamada “DemocraciaParlamentaria
S.L.”. Limitada en
responsabilidades, obviamente, que no en prebendas y beneficios para sus
empleados”.
Los
parlamentarios, los ministros, los secretarios de estado, todos ellos son eso, nuestros
empleados, los que nosotros elegimos para dirigir con profesionalidad y
honradez la parte de la administración para la que están preparados.
Menos
en España, donde ni los elegimos (nos los colocan bajo mano en base a acuerdos
secretos con chantajistas naZionalistas, comunistas inmaduros y nada
arrepentidos terroristas), ni son profesionales, ni tienen honradez, ni, por
supuesto, están preparados para su cometido.
Como si
me pusieran a mí a dirigir una operación a corazón abierto en un quirófano.
Si
aceptamos que un enfermo, egotista, mentiroso, plagiador y falso doctor dirija el
gobierno del Reino de España, todo vale.
O no.
En nuestras manos está cambiarlo.
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