lunes, 6 de abril de 2020

¿Y si es el final?


Leyendo el otro día una de esas frases virales tan en boga, que decía algo así como “¿Y si nos están engordando para comernos después?”, tuve ese momento de abatimiento por el que sin duda habéis pasado todos y cada uno de vosotros. Por no hablar de los que ya han estado ingresados, los que aún quedan abandonados y aislados en los hospitales o los que han perdido a algún familiar o amigo. Un fuerte abrazo a todos ellos. Poco más puedo hacer que pensar en ellos.

En ese momento de bajón y mirándome al espejo me pregunté, con absoluta seriedad, si lo que estamos viviendo, esta pandemia de mortíferos virus de todo tipo, color y tamaño, aunque predomine el rojo “regre”, si esta desgracia no podría ser el final de todo.

¿No será esto el apocalipsis anunciado?

Porque una cosa la tengo clara: aunque la mayoría de los españoles nos lo estemos tomando con humor, intercambiemos fotos, chistes y frases ingeniosas, le busquemos el lado bueno a la situación y cerremos los ojos ante la realidad que se está viviendo fuera de nuestra segura madriguera en la que estamos confinados, la cosa no pinta bien. Nada bien.

¡Qué se lo expliquen a los familiares de los miles y miles de fallecidos que llevamos a estas alturas! Como bien dice Itxu Díaz en un reciente y muy recomendable artículo: “Nos están arrebatando jirones de lo que somos, en medio de distancias de hielo, y convertidos en tristísimos números a los que apenas se puede llorar”. Frase lapidaria sin duda. Y real. Y muy triste.

Quizás el símil más apropiado para nuestra situación sea justamente esa Semana Santa en la que estamos inmersos: esos días tan importantes para los cristianos creyentes, que relatan los históricos hechos que comienzan con la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén hasta su resurrección una semana después, pasando por hechos fundamentales como la unción, la traición, la última cena, los interrogatorios, la flagelación, la crucifixión y la muerte. En algo nos parecemos al cordero que están llevando al sacrificio: engañados, manipulados, traicionados, encerrados, castigados y, muchos, demasiados, finalmente crucificados.

Suerte que al final nos queda la resurrección. Para los que creemos en ello. (Por ahora solamente he visto “Quo Vadis”. Si pienso que aún quedan “Los 10 mandamientos”, “Barrabás”, “Jesús de Nazaret” y tantas otras películas histórico-religiosas, las asociaciones a los hechos sucedidos en Jerusalén hace dos mil años seguro que se multiplicarían). Asociaciones que sin duda son más apropiadas que los chistes y las chanzas con los que nos van a deleitar los otros, los de la ceja, los titiriteros y títeres en impúdica orgía. Porque estos, ni cortos ni perezosos, estrenan creo que mañana una serie de humor sobre la cuarentena. Si alguien cree que es un momento idóneo para relativizar el sufrimiento y tirar de humor de brocha gorda, colocar a los amiguetes de siempre y usar una herramienta más para maquillar la realidad, que me lo explique. Yo no lo entiendo. Ni lo acepto. Es vomitivo. Irrespetuoso. Vil. Como si durante una hambruna proyectaran un especial sobre los mejores asadores de España. O los ridículos informes sobre la mejora general del clima durante esta cuarentena. O que las apuestas deportivas han caído en un alto porcentaje. Garzón dixit. Ese ministro. Todo vale para no afrontar la realidad. Para no dar la cara. Para no asumir responsabilidades.

Pero no, ellos a lo suyo, en vez de sonrojarse y soltar un humilde “la culpa es nuestra”, han decidido que nos toca tragar chistes fáciles y sufrir sesiones de psicología infantil en boca de Carlos Bardem y sus secuaces. ¡Lo tienen claro! 

Por ahora la paciencia y la esperanza, pero también la rabia y la sed de justicia, se imponen en nuestras cabezas, pero con un margen cada vez más estrecho sobre la claudicación. El asumir conscientemente que nada volverá a ser lo mismo. 

La inmensa mayoría de los españoles no hemos pasado por una desgracia de este calado. Y de los que lo vivieron en la guerra y postguerra ya pocos quedarán mientras escribo esto. Están cayendo como pajaritos en un alambre, abatidos por arrogantes y egoístas francotiradores bien escondidos tras sus pantallas, sus usuarios en redes sociales, sus oportunos canales de youtube y sus cuativos periódicos. Aquí tienen panfletos de sobra. Y todos obedientes. O casi. Comprados todos estos cómplices manipuladores con dinero de todos los españoles. Con ese dinero que según los listos socialistas “cae del cielo”, no es de nadie y se puede gastar a destajo. Para sus caprichos, claro está. O para dar forma, color y sonido a sus mentiras.



Que los nuevos tiempos que vienen traerán tristeza, desconfianza, odio, discriminación, ruina económica y un profundo cambio social, es indudable. Casi todos sufriremos. Aunque siempre habrá impresentables que saquen provecho de la desgracia ajena. Inversores a la caza de gangas, intermediaros sin escrúpulos, productores de series, tele-operadores y, como no, políticos

Esos personajes preparados e eficientes elegidos por nosotros para dirigir nuestra nación. Algo que no debemos olvidar. Muchos les votaron. Igual tendrían que reflexionar un poco. Tiempo les sobra entre falsas ruedas de prensa, oportunas comedias y pestilentes arengas totalitarias.


¿Y si es el final?


P.D. Igual toca expulsar a los mercaderes del templo. Creo que hoy es el día.


3 comentarios:

  1. Es el final de los tiempos, no del mundo. El anticristo ya se está preparando. Vendrán cosas peores q el corona virus, pero luego todo se renovará y vendrá un tiempo d paz. Confía.

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  2. Totalmente de acuerdo contigo.muy bien escrito

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  3. Muy bueno. Como siempre en tu línea de veracidad y análisis profundo de la realidad roja.

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