jueves, 11 de noviembre de 2021

Idiotas


Decía Torrente Ballester que “la peor soledad llega cuando descubres que casi todo el mundo es idiota”. Yo llegué a la misma conclusión hace ya mucho (y, sobre todo, ahora, cuando muchos ciudadanos de toda edad y condición estarían preguntándose quién era Ballester, que ellos solamente conocen a Torrente. Si leyeran, claro). 

Charlaba el otro día en el bar la Isla con los habituales del lugar sobre la idiocia, la demencia generalizada y la desaparición de los hospitales psiquiátricos, comúnmente llamados manicomios, algo que en España se produjo allá por los años ochenta.

De forma similar a lo que sucede hoy en día con los presos, de la noche a la mañana soltaron a todos los locos para que pudieran superar sus problemas psíquicos en “libertad, en un entorno social favorable y con todas las garantías médicas”. Juas. Lo único que consiguieron es llenar nuestras calles y plazas con más idiotas de los que podíamos absorber, y así andamos, 40 años después: locos gobernando, dementes legislando, idiotas opinando y millones de ovejas aleladas aceptando el statu quo, sin pararse ni un momento a pensar, a discernir, a analizar, a ponderar…, en definitiva, a ser libres.

Más flagrante aún es el caso de la liberación de los presos, algo que se ha vuelto tan surrealista como por ejemplo que los directores de prisiones se lleven generosos incentivos por soltar antes de tiempo a condenados de todo tipo, ya sean violadores, ladrones, terroristas o asesinos. Todo sea por ahorrarle unos cuantos euros a los dementes derrochadores que nos gobiernan, y con ello cubrir las urgentes necesidades de la sociedad en forma de chiringuitos feministas, operaciones de cambio de sexo, contra-educación de los infantes, campañas didácticas ministeriales sobre como cocinar el pollo o sazonar el tofu y demás sandeces que les van ocurriendo sobre la marcha a los inútiles gestores de nuestra nación.

Y en el caso de la liberación o el acercamiento de los terroristas, todo vale para apuntalar los votos de racistas separatistas y sanguinarios terroristas y poder seguir gobernando sin ton ni son durante unos cuantos años más.

Y ahora me pregunto: ¿no seremos quizás todos nosotros los verdaderos idiotas de esta película de serie B (que no C o hasta Z) en la que estamos inmersos?

Porque, al fin al cabo, los responsables de que nos gobiernen unos u otros somos nosotros mismos con nuestro voto. Con las limitaciones conocidas de nuestro sistema electoral, que premia los localismos y con ello por un lado hace desparecer el paradigma de “una persona, un voto” y por otro permite la aparición de venenosas setas naZionalistas, separatistas y populistas, todas dedicadas a intoxicar y finalmente matar a esta nación, otrora ejemplar en laboriosidad, cultura, solidaridad, unidad e integración, y ahora convertida en un estercolero de vividores, de vagos, de iletrados, de bocazas, de chantajistas y de enfermos mentales de todo tipo. De los del manicomio.

Pero estas cortapisas legales se superan a base de votos, como bien hemos vistos en las últimas elecciones generales. Por muchas “filiales instrumentales” que los aliados PPSOE se saquen de la manga para rascar cuatro votos locales. Como la nueva “España Vaciada”, agrupación de listos que venderán sus nada representativos (pero efectivos) votos al mejor postor, en este caso el partido que gobierna, generoso sin límite con el dinero de los demás. De todos nosotros. El camino que inicio “Teruel Existe” pero multiplicado por “n”. Y con ovejas prestas a votarles (o a tirarse por el precipicio, todo sea por seguir la moda y sentirse parte de esta absurda sociedad que están creando).

¿Somos pues nosotros los idiotas, que permitimos que se arruine nuestro presente inventando un lúgubre pasado para crear un terrible y totalitario futuro?

¿O son idiotas todos los demás, los dementes que pululan por nuestras instituciones y empresas, sin aportar nada y solamente restando valor a todo lo que hemos creado y afianzado en siglos de evolución social, cultural, política y económica?

¿Somos nosotros los que tenemos que plantarnos ante esta sinrazón, coger al toro por los cuernos y echar a toda la banda de idiotas que destrozan todo lo que tocan?

¿O quizás creemos en la curación espontánea de todos estos pacientes que en los años 80 estaban a buen recaudo en algún tranquilo y alejado manicomio?

Amigos, aquí no hay vuelta de hoja: o nos dejamos llevar por la corriente del maldito y fétido río de la estupidez impuesta, cual barca que navega sin rumbo a los órdenes de un arrogante patán en vez de un preparado capitán, o tomamos cartas en el asunto, nos atamos los machos y plantamos cara en todos los ámbitos: el familiar, el laboral, el político y el social.

Como ya están haciendo muchos compatriotas, trabajando por un bien común, dando ejemplo en sus empleos, liderando corrientes de opinión con sus escritos o militando en y votando a partidos políticos que realmente buscan mejorar lo que tenemos y sufrimos todos. Y no mejorar su propia situación personal.

De eso ya se encargan los partidos tradicionales, ya sean de izquierdas, de derechas o simples veletas al viento que mejor sopla. O los nuevos satélites de la "España Vaciada".

No seamos idiotas.

O volvamos a los manicomios. 

1 comentario:

  1. Habrá que darles una oportunidad a la España Vaciada, a lo mejor nos sorprenden. El problema que yo veo es que estas "asociaciones" se creen que con el buenismo se consiguen resultados y no se rodean de gestores con dos dedos de frente y propuestas realistas. Aún así, creo que es necesario cambiar las políticas de zonas rurales, que se basan básicamente en recalificaciones según convenga, y hacerse fotos con animales de cuatro patas

    ResponderEliminar