Nunca me ha dado por estudiar el budismo, ni el hinduismo, ni el vudú, ni el confucionismo ni cualquier corriente filosófica foránea y exótica ajena a mis raíces cristianas. Lo poco que sé sobre estos temas es lo que me proporciona mi básica cultura general y algún pequeño escarceo juvenil por la historia de las religiones. ¿Y a qué viene esto? Pues al título que le he dado a este artículo: después de teclearlo me ha dado por buscarlo en la Red, y, como no, existen libros y artículos varios con idéntico epígrafe. Como no podía ser menos. Encontrar alguna combinación de varias palabras que no aparezca en el único y todopoderoso buscador Google es misión imposible. Hace años hasta existía un concurso para lograr tal hazaña, el Googlewhacking. Pero hasta ahí llegó mi búsqueda, todo lo que sigue es cosecha propia. El que tenga interés, que busque y compare. Como si fuera detergente. Y recibirá el Colón directamente en vena.
Sin duda la mayoría de los mortales tenemos una prioridad en la vida: nuestro bienestar y nuestra propia supervivencia. El YO en mayúsculas. Llamémoslo “ley de la selva” o simple lógica. Pero a partir de este básico instinto animal, los comportamientos y las prioridades de cada uno divergen cual rayos solares en todas direcciones. Desde el altruista y sincero trabajador social entregado al bien común (excluidos aquí obviamente los oenejetas del clima o del tráfico humano disfrazado de inmigración de refugiados) o el padre de familia trabajador incansable, abnegado y fiel, hasta el malvado, insensible y egoísta traficante, mercader, presidente de la comunidad vecinos, entrenador, encargado de la barra del bar, guardia jurado, director ejecutivo, alcalde, ministro, gobernador, secretario general de partido, presidente de gobierno o dictador. Y entre estos dos extremos andamos todos. Aquí nadie puede tirar la primera piedra. Quizás la hubiesen podido lanzar la Madre Teresa de Calcuta o San Juan Pablo II. Y pocos más. Nota: después de publicar esto me corrige mi hermano sobre la Madre Teresa. No somos nadie.
Y en estos aciagos días de pandemias y gobiernos totalitarios perdidos entre dudas científicas, presiones
Y esto va más allá del egoísmo natural,
del buscar el propio bien o la supervivencia de los tuyos: va de imposición, de
intolerancia, de segregación, de difamación: en resumen, de tiranía absoluta. Algo
que hace decenios aun se veía imposible, pero que gracias a la tecnología y la
concentración de poder en pocos (y malos), ha conseguido llevar a nuestra
civilización al borde del precipicio. A la involución frente a la evolución de
millones de años. A la oscuridad frente a la luz de la cultura y la ciencia. A
la negación del pasado, la manipulación del presente y la planificación de un
futuro negro para la mayoría y tutifruti para unos pocos y malvados egoístas.
Como bien decía Charles Bukowski:
"La tristeza es causada por la inteligencia. Cuanto más entiendes
ciertas cosas, más desearías no comprenderlas".
Maldita agenda global. Malditos déspotas.
Malditos seáis.
totalmente de acuerdo, con lo bien que se vive en la ignorancia....
ResponderEliminarMenos en lo del clima, que hay te podría tirar unas cuantas piedras