lunes, 30 de octubre de 2023

¿Y ahora qué, España?



Después del éxito de participación y del chute emocional que significó la manifestación de ayer en la Plaza de Colón, con cientos de miles de personas luchando por la misma y justa causa,  y encima contra viento y marea, el viento que soplaba ayer en la Villa y Corte y la marea generada por los medios hostiles a cualquier acto en el que participe VOX, muchos nos hemos quedado vacíos, como si de un orgasmo se tratara y de golpe hayamos pasado a un estado de impotencia. Si esto lo escribiera Houellebecq, sin duda incluiría ahora algún tema sexual explicito, pero si ya me da apuro usar la palabra orgasmo, me saltaré esa parte que tanto le gusta al gran escritor y que a mi me pone de los nervios.

Y nos planteamos la gran pregunta: ¿y ahora qué, España? ¿Qué podemos hacer desde la sociedad civil contra una dictadura disfrazada de democracia? ¿Qué herramientas podemos usar, qué teclas tocar, qué himnos entonar o qué armas desempolvar, para defender la unidad de nuestra patria, algo mucho más importante en este momento que cualquier otro “valor”, llámese Constitución, llámese “estado democrático y de derecho”. Porque visto lo que hay, tanto la tan amada y santificada Constitución permite cualquier interpretación si tienes en tus manos el Tribunal Constitucional, como el “estado democrático y de derecho” te permite gobernar a base de decretos leyes o con sucios pactos con terroristas y golpistas que de forma notoria, pública y violenta, combaten ese estado y esa constitución, que simplemente aprovechan para su abyectos fines.

Y al no haber constitución que valga, no estamos ni de largo en un estado democrático y de derecho: estamos sometido a una dictadura de una camarilla de enemigos de la patria, de la unidad de España, que simplemente usan las debilidades de un autócrata enamorado de si mismo, explotando su demencia y su falta de votos, para conseguir sus rastreros, racistas y clasistas objetivos.  En Cataluña, en las provincias vascongadas, en Navarra y próximamente en Galicia y hasta en Asturias.

Porque, seamos realistas, no tenemos mucho que hacer: Europa hace oídos sordos a nuestras peticiones de ayuda ante la involución de Pedro Sánchez, obviamente por el sumo interés de Alemania y de Francia de convertir a España en su “Hinterland”, su granero y refugio particular, donde colocar a millones de falsos inmigrantes, donde arruinar su economía por el “bien común” de su Europa, donde instalar sus mansiones y donde, si no les atamos en corto, reinstaurar el derecho de pernada y llevarse a nuestra bellezas patrias. Todo ello envuelto en su satánica Agenda 2030, panfleto infantil, falso y pernicioso, que acabará con todas y cada una de las nobles e históricas naciones de Occidente. De la Cristiandad.

Descartada Europa, tornemos la vista a nuestra tierra: ¿quién nos ayudará a salir de esta encrucijada? ¿Los partidos políticos al uso? ¿El Partido Popular, que no es más que la hermanastra pija del PSOE? ¿El poder judicial, que ya ni es poder, y ha sido infiltrado, conquistado y capturado por las hordas socialistas? Sin duda tenemos una esperanza, un clavo al que agarrarnos, que se llama VOX, pero sigue siendo un David frente al Goliat que encarna el duopolio PPSOE, más sus accesorios y temporales compañeros de viaje.

Y si ni Europa ni la partitocracia moverán un solo dedo para evitar la fragmentación, la balcanización de España, que tan bien les iría a los supuestos “socios” del norte del Europa, de los medios de comunicación no podemos esperar ni el agua. Empresas en déficit eterno, mantenidas vivas a base de subvenciones y fieles escribanos de lo que mande el poder que las unta, ya hace tiempo que dejaron de ser medios de comunicación libres e independientes. Son la voz de su amo, como lo es el Granma en Cuba o lo fue el Pravda en la URSS. Y los contados medios que alzan la voz, las cabeceras digitales, las radios inconformistas, las nobles fundaciones que luchan por la justicia, la libertad, la dignidad y la unidad de España, o los influencers en redes sociales, pueden animar y apoyar una tímida o hasta notable reacción de los ciudadanos, como bien se vio ayer en Colón, pero siempre se tratará de una minoría. Más aún si los medios silencian sus éxitos. La mayoría de la sociedad, que al fin y al cabo es la que decide el futuro con sus votos, ni está ni se entera. No es consciente de la triste realidad, de lo que se avecina: viven en su mundo, embobados por modas, noticias sesgadas, superficialidades, continuas mentiras tornadas cambios de opinión, hechos insignificantes magnificados y crueles realidades ocultadas. Sometidas a la metodología woke (no es ideología, es una herramienta de manipulación y sumisión) que tanto mal está haciendo en todo el mundo occidental. No hace falta ir muy lejos para darnos cuenta: los falsos relatos sobre la bárbara invasión de falsos inmigrantes o la defensa de Hamas y sus crueles, salvajes e inhumanas acciones, muestran claramente que una cosa es la verdad y otra lo que te cuentan. Esa posverdad que no por prevista se ha impuesto definitivamente.

Como sucede con la ya pactada amnistía, redactada por Conde Pumpido y los suyos y aprobada por un comité federal del PSOE que cada vez se parece más a una sesión del partido comunista chino: el único y supremo líder hablando y las sumisas ovejas balando y aplaudiendo.

Y hasta aquí llego… y me sigo planteando la pregunta inicial: ¿y ahora qué, España?

Pues está claro: a seguir luchando hasta el último aliento. Como llevamos haciendo desde hace muchas, muchas décadas. Y como hacen y seguirán haciendo las personas ejemplares que ayer hablaron en Colón. A todas y cada una de ellas: muchas gracias. 

España está en deuda con vosotros.

1 comentario:

  1. Duque de Ahumada8:53 a. m.

    Gran artículo que plasma la realidad auténtica que vivimos. Enhorabuena gran escritor.

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