lunes, 6 de noviembre de 2023

A los que estáis haciendo historia

 


Aparte de un grupo familiar y uno anual para el preceptivo e imprescindible peregrinaje por los caminos que llevan a Santiago de Compostela, solamente pertenezco a dos grupos en WhatsApp, llamados “Amigos de España” y “Exiliats a Madrid”. Los miembros de estos grupos son mis compañeros de andanzas desde los años 80, unos aún residentes en Barcelona y otros, como yo, “exiliados” felizmente en Madrid. Y estos grupos son sin duda el pilar de mi vida, ya que representan lo que he sido y lo que soy, algo invariable desde esos ya lejanos años juveniles en los que se forjó el espíritu que nos acompañará el resto de nuestras vidas.

Y en este grupo de amigos y conocidos existen dos denominadores comunes: por un lado el amor a España y por otro el profundo conocimiento de la historia de nuestra patria, desde nuestra época de pujantes provincias romanas hasta el actual golpe de estado que está perpetrando el PSOE, encabezado por el demente que todos conocemos. Y este conocimiento de la historia nos permite entender con claridad lo que está pasando y, sobre todo, intuir lo que va a pasar en un futuro muy cercano. Porque, para desgracia nuestra, la historia de España se repite de forma cíclica, y cada vez que creemos haber llegado a la cima de la montaña con nuestra piedra a cuestas, cual Sísifo, volvemos a rodar ladera abajo para empezar de nuevo el duro ascenso hacia la excelencia, la libertad y la justicia (lo de usar a Sísifo como símil me lo ha inspirado Mariona Gumpert, por cierto, en una más de sus excelentes columnas). 

El grave problema es que una gran parte de la sociedad, sobre todo los menores de 50 años, desconoce nuestra historia, sin duda un hándicap, una desventaja, insuperable. Sin formación no hay opinión que valga, y con nuestra estructura de población, que tiene más de barril estilo Angela “Obélix” Pam que de pirámide, estamos apañados. La mayor parte de los ciudadanos españoles tiene más de 45 años, con un gran peso de los “boomers”, a punto de jubilarse o ya disfrutando del retiro, y este rango de edad implica un desconocimiento absoluto de la verdadera historia reciente de España, tergiversada y manipulada en los últimos 48 años por los aduladores de falsos dioses, por separatistas, por terroristas, por corruptos, por herejes, por los enemigos de la patria, que desde 1978 se han dedicado a tergiversar, blanquear y hasta inventar la historia española, sobre todo la de los siglos XVIII, XIX y XX, a fin de adaptarla a sus oscuros fines (los siglos anteriores al XVIII ni existen para estos enfermos, como es lógico, ya que les desmontaría su relato). De la mayoría de la juventud actual ya ni voy a hablar. Están más perdidos que Alberto Garzón ante una gráfica de barras. 

Esta “nueva historia” oculta, entre muchas otras cosas, los desmanes, conjuras, golpes de estado, sacas, torturas y asesinatos cometidos por el PSOE y el resto de la izquierda e inventa naciones históricas que jamás han existido, y con ello abre de par en par las puertas de nuestros hogares para que se cuelen separatistas, terroristas y golpistas hasta nuestro salón. Y si encima en este salón está sintonizado algún canal de televisión del “sistema”, es decir, todos ellos salvo la honrosa excepción que es “El ToroTV”, apaga y vámonos. Porque no olvidemos que el grueso de la sociedad no utiliza redes sociales, no accede a medios independientes y libres: viven en su inopia manipulados y dominados por el relato interesado de los malos. Los muy malos, bastante más que los “Hermanos Mala Sombra”,que comparados con los actuales y nefastos líderes políticos y de opinión, más bien parecen las Hermanitas de la Caridad.

Pero no todo van a ser desgracias, y aunque sea un triste consuelo, una parte la sociedad, aún insignificante para conseguir restablecer a corto plazo el orden social, la libertad, la igualdad, la justicia y la verdad histórica, se está levantando, está alzando la voz, como bien estamos viendo en las recientes movilizaciones contra el golpe de estado que está perpetrando el PSOE, con la aquiescencia de sus votantes, que eligen a esta panda de delincuentes por filiación, no por convicción, ya que carecen de los conocimientos necesario para discernir qué es verdad y qué es mentira. Esa sindéresis que ni está ni se espera.

Y este alzamiento popular, lejos aún de las grandes gestas protagonizadas por el noble pueblo español (esas hazañas que tan concienzudamente se ocultan en los libros de historia, los documentales, los noticiarios y la prensa), tiene heroicos y valientes protagonistas: periodistas, columnistas, algunos conocidos, otros anónimos, aportan día a día su granito de arena para invertir la actual tendencia, que solamente tiene un triste final: la desaparición de España como nación y la libertad, igualdad y la justicia como valores eternos intrínsecos al ser humano. La lista de los luchadores por la libertad y por España es larga, todos sabemos quienes son, pero permitidme destacar a algunos, como son Juan Carlos Girauta, Javier García Isac, Mariona Gumpert, María López-Brea, Gabriel Albiac, Iván Vélez, Hughes, Carmen Álvarez Vela, María Durán, Julio Ariza, Enrique García-Máiquez, Jaume Vives… y tantos otros luchadores conocidos o anónimos, historiadores, poetas, caricaturistas, músicos, profesores, catedráticos, policías, militares, Guardias Civiles, médicos, curas, monjas, fontaneros, electricistas, albañiles, camareros, transportistas o simples “influencers” en redes sociales, que aportan ese vital flujo de información tan necesario en estos oscuros días que nos ha tocado vivir.

Y en primera fila, en vanguardia, tenemos a los políticos, a los Calvo-Sotelo, José Antonio Primo de Rivera, Melquíades Álvarez o Melchor Rodríguez de nuestros días, los que están escribiendo la gloriosa historia de España de este siglo XXI, que vuelve a poner a prueba la capacidad de los españoles de acabar con el mal. Con el MAL en mayúsculas. Me refiero, como bien entenderá el lector, a los afiliados, dirigentes, diputados y demás cargos electos de VOX, que arriesgando su presente, su futuro y hasta su propia vida, están dando la batalla en las instituciones. Y a las pocas y nobles excepciones del Partido Popular, de lo que fue UPyD, de los “Ciudadanos” primigenios y, si cabe, hasta la contada buena gente que era del PSOE y lo ha abandonado. Los que han visto la luz.

Poco más hay fuera de este pequeño pero valiente ejército de salvación, que es el que tiene que liderar esta nueva reconquista en la que estamos inmersos.

Y que volveremos a ganar, por supuesto. 

Y los subcampeones serán los de siempre. 

Porque el bien siempre triunfa.

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