lunes, 12 de agosto de 2024

Un silencio ensordecedor

 


No hables hasta que puedas superar al silencio.

 

Silencio. Absoluto silencio. Y no es porque estemos en pleno estío. Ni porque de golpe se nos haya acabado la batería del sonotone, esa marca de audífonos americana que consiguió convertirse en palabra de uso común, y aceptada por la RAE, como lo son también el velcro, el pladur, el bótox, el claxon y tantas otras.

Es un silencio intencionado, buscado con pérfidas intenciones, que intenta ocultar la realidad y hacernos olvidar cualquier maldad, delito o desgracia acaecidos antes de la llega del verano, aprovechando la cobertura que brinda el tiempo de asueto de muchos ciudadanos (cada vez menos, eso sí), un silencio que utiliza la conocida indefensión de los españoles en periodo vacacional, más preocupados por encontrar un trozo de arena para colocar la toalla y plantar la sombrilla, y así evitar una discusión con la respectiva, que de estar pendientes de lo que pasa en España, en Europa o en el resto del mundo. Como mucho dedicarán un rato a interesarse por los fichajes de sus equipos de fútbol, leyendo el Marca, el Sport o el As en el bar de la esquina, librándose así, de paso, del rato que media entre que la familia se despierta y la obligada peregrinación a la playa. O al prado. O a la piscina municipal. O a la plaza del pueblo. O al mercadillo medieval de turno, del que pocos españoles nos salvamos en estos duros meses que son junio, julio y agosto.

Un silencio ensordecedor que pretende borrar del área de la memoria de nuestros cerebros, barriendo tanto el hipocampo, como la corteza prefrontal y la amígdala. Haciendo un reseteo del disco duro, para que, acabadas las vacaciones, puedan seguir reescribiendo su relato con unos cerebros vacíos, formateados, y listos para seguir siendo explotados por mentirosos, corruptos, ladrones y manipuladores profesionales. Y sí, me refiero a los de siempre, a los malignos y criminales socialistas que al mando de un psicópata están acabando con España. Y a sus compis de la autoproclamada oposición, los peperos, que ni son oposición ni son nada. Son uva pasa. Son barras de pan endurecidas. Son mayonesa con salmonela. Son tomates podridos. Son membrillos enmohecidos. No son nada, en resumen.

Un silencio ensordecedor que solamente han interrumpido para alabar nuestras (pocas) medallas en lo peores juegos olímpicos que se han celebrado en la historia, y que gracias a Dios ya han acabado. Creo que sobra hacer una descripción de lo que ha sido Paris estos días. Tira de la Biblia, Genesis 19, y tendrás el resumen de esta chabacanería woke y sucia que han sido estas olimpiadas.

Y encima, todos sabemos que ni uno de los mensajes de los políticos celebrando alguna medalla española ha sido sincero. En la mayoría de los casos, me jugaría la mano izquierda, ni conocían al deportista premiado. Ni el ministro o político titular de la cuenta de la red social, ni el CM encargado de gestionar el perfil durante el verano. Todos los mensajes han sido simples copia y pega de un mensaje estándar, distribuido desde Moncloa, Ferraz o Génova, en el cual simplemente cambiaban el nombre del premiado, el color de la medalla y el deporte en el que hubo victoria. Y a otra cosa, mariposa, jugar al golf, a viajar por el mundo o a esconderme en algún palacete, con todo incluido, máxima seguridad y mínimo esfuerzo. Y eso no quiere decir que el resto del año se esfuercen mucho, nuestros tan eficientes gestores del estado plurinacional. Pero algo hacen de septiembre a mayo. Por lo menos aparecer de tanto en tanto por el Congreso, por la sede del ministerio o del partido, para cobrar su jugosa nómina y a esperar a las siguientes vacaciones.

Mientras tanto, se han quedado en el tintero todas las cosas graves e importantes que tendrían que habernos mantenido despiertos y alerta, aunque sea verano.

¿Qué pasa con la primera dama, la corrupta Begoña?

¿Ha fallecido ya Barrabés, ese supuesto enfermo terminal, o sigue embolsándose contratos del estado, con el porcentaje para la fundraiser ya descontado del reluciente talón del Banco de España?

¿Dónde anda el satánico Zapatero, uno de los responsables del fraude en la elecciones de Venezuela (aunque este no sea el mayor de los pecados que ha perpetrado esta rata)?

¿En qué país están Ego y Bego veraneando a cuerpo de rey, mientras España es invadida por masas de violentos presos liberados por Hassan y por barbaros subsaharianos?

¿Dónde está el plan de ataque de Feijóo y su colla de Verano Azul? ¿En el chiringuito del Ayo en Nerja, comiendo sardinas, bebiendo sangría, canturreando infantiles canciones y riéndose con ello en nuestras caras?

¿Dónde están las protestas de nuestro ministro de asuntos exteriores, el padre Albares, ante el genocidio de hindúes en Bangladesh a manos de los musulmanes?

¿Dónde esta Marlaska para explicarnos en detalle el paripé de la no detención de Puigdemont?

Del único que sabemos algo es del primate Oscar Puente: insulta a un ciudadano en un campo de golf, se pasea con cuatro sobrinas de buen ver (y mal vivir, me imagino) por un festival de música y echa toda la culpa del desastre de los transportes por ferrocarril a la histórica y puntera empresa TALGO. Con todo el morro. Y con la chorra colgando, con perdón. Y es tan primitivo que aún no ha entendido que el verano está para explotar el silencio. Para narcotizar las mentes. Para tapar la corrupción, el derroche, la falta de gestión, de verdad y de ética. Para echar arena de playa sobre la basura que han generado durante el año. Para esconder bajo sus sombrillas coloridas todas las maldades, trapicheos, traiciones y expolios que llevan a cuestas

A disfrutar y explotar el verano con su silencio ensordecedor.

Y todos callados. Menos el primate. Unga, unga, unga.

 

 

 

 

 

 

 

 

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