Sabía de antemano que ir a la
Plaza Castilla a la concentración de ayer, 20 de octubre de 2024, acabaría de
alguna manera u otra en desilusión o en discusión. Algo previsible, cuando el
cartel de la convocatoria incluía banderas de la Unión Europea (que no de
Europa, como bien me corrigió una señora durante el acto) y la supuesta
participación del Partido Popular, que fue eso, supuesta. Como lo es lo de “popular”,
por cierto. Que también es supuesto. Cuando no impostado.
Porque los dirigentes peperos brillaron
por su ausencia, algo que por otro lado se agradece. Ya tenían a su vocero mayor
Carlos Cuesta para suplirles. Solamente faltó el enano de Teruel para redondearlo.
Ayuso desaparecida, entiendo que con tanta gente, sumado a los inhibidores de frecuencia
de los juzgados, su pinganillo no hubiera funcionado correctamente y se habría
quedado sin argumentos para responder a cualquier pregunta. Ni que fuera sobre
el tiempo, sobre música, su pareja, los menas que tanto le gustan o sobre sus
platos preferidos. Y el membrillo Feijóo, sin gafas y a lo loco, prefirió hacer
el ridículo en un concierto de Eva Amaral, la ínclita cantante que hace un año
tuvo que recurrir a mostrar sus pechos para demostrar su “lucha” por los
derechos femeninos. Derechos que no faltan en España desde hace muchos decenios,
pero que explotan bien todos los falsos movimientos de defensa de la mujer.
Pero eso es harina de otro costal.
¿Por qué insisto en lo de
equiparar al PSOE y al PP?
Porque al final, en lo que se
refiere a destrozar España, son exactamente lo mismo. No hay que ser muy
despierto ni hace falta investigar mucho para saber que ambos partidos se han
apoyado siempre, de forma visible las menos veces, de forma oculta las que más.
Todo vale para barrar el paso a cualquier alternativa al bipartidismo que nos
arruina desde 1978. Y que ha permitido y hasta fomentado el separatismo. Da vergüenza
ajena oír a dirigentes y exdirigentes del PP, hasta a don Alejo, criticar el nuevo
cupo catalán, cuando los favores del PP al nacionalismo son de dominio público.
Recordemos solamente el pacto de Aznar de 1996, el del Majestic, y queda todo dicho.
Vendiendo España a trozos por cuatro votos. O por siete. ¿Qué diferencia hay
entre aquello y los desmanes actuales del tirano Sánchez? En sus resultados,
ninguna. Significan el lento pero constante desmembramiento de nuestra patria.
Algo que a ambos partidos se la trae bien floja. Ande yo caliente, y jódase la gente.
Todo el poder que tienen hoy en
día los nacionalistas y separatistas vascos y catalanes se debe simplemente a
la necesidad, tanto el PP como el PSOE, de los votos de rancios separatistas y
sanguinarios terroristas, para mantener los alternantes gobiernos de populares
y socialistas. Y alternante no significa alternativa.
Estos supuestos separatistas que en
el fondo no quieren separarse, sino simplemente conseguir beneficios para los
suyos mediante el chantaje electoral. Y los suyos no son ni el tan español pueblo
de las provincias vascongadas ni los ciudadanos de los condados catalanes de la
Corona de Aragón, los “suyos” son 100, 200 o 300 familias acomodadas, racistas
y clasistas, que hacen y deshacen pactos, coaliciones y partidos, inventan repúblicas,
fabrican en largas noches de borrachera banderas e idiomas, institucionalizan
mentiras y reescriben la historia, mientras van enriqueciéndose año tras año.
Pasito a pasito.
Y no son siglas, son actitudes. Y
hechos. Y los militantes y sobre todo los votantes de ambas mafias disfrazadas de
partidos políticos andan por la vida con anteojeras. Niegan las evidencias. Meten
sus cabezas bajo tierra como avestruces.
Y en el acto, como no, tuvimos
nuestra pequeña discusión con alguno de ellos, y volvió a quedar demostrado que
son tal para cual. Como suelo tuitear, son como Pili y Mili. Son dogmáticos.
Son capaces de negar hechos, datos y verdades con tal de defender a los “suyos”.
Votan sus siglas por tradición, sin pararse a analizar, sin intentar conocer la
verdad. Y niegan la mayor a las primeras de cambio. El señor de la discusión se
enrabietó al ver nuestro cartel equiparando a ambos partidos, pero cuando de
buenas maneras, con nuestra caballerosidad y sabiduría habitual, le dimos datos,
argumentamos e intentamos hacerle entender que las dos mafias al final trabajan
contra España, de que en la Unión Europea votan juntos en la mayoría de los
casos, no supo más que gritar, hacer aspavientos y, sin capacidad de replicar,
apartarse de forma cobarde y discreta de nosotros.
Los militantes del partido
popular siguen el mismo patrón que los socialistas: su biblia. O eres de sangre
roja, o eres de sangre azul celeste. Que
por otro lado no es el azul de la esperanza, ni mucho menos. El de la lucha y
del esfuerzo siempre ha sido el mahón, que como alguno sabréis, no es un color,
sino un tipo de tela originario de China, fabricada con algodón amarillo,
utilizado para crear prendas resistentes. Y el nombre viene, oh sorpresa, por
la isla de Mahón, escala del transporte de esta tela desde China hacia
Inglaterra. Tela que posteriormente en España se teñía con índigo, lo que dio
lugar al azul mahón tan utilizado en nuestra patria por obreros, campesinos y
pescadores. Por bravos, esforzados y valientes luchadores por la libertad, la
justicia y la grandeza de nuestra patria.
En resumen: no estábamos ahí por
la constitución, ni por unas siglas. Estábamos por España. Por eso las uno, porque
al final en sus resultados prácticos, significan lo mismo.
Y los que apoyan estas combinaciones
de letras son los que le dan ese oxígeno en forma de papeletas para que sigan medrando
y destrozando España.
Recapacitad, peperos. Que así no
vamos a sobrevivir como nación. Vamos hacia el precipicio de la separación, del
desmembramiento, del desmantelamiento de nuestra agricultura, de nuestra
industria, de nuestra propia existencia.
Y en la Unión Europea, los corruptos y totalitarios tiranos globalistas riéndose a
carcajada limpia de lo que antaño fue el mayor y más ejemplar Imperio.
Enhorabuena
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