jueves, 30 de enero de 2025

Sandías y melones

 


Aunque la época ideal para estas dos frutas tan populares en nuestro país y en todo el arco mediterráneo, sean los meses de mayo a octubre, en España se ha obrado el milagro, y las podemos consumir cualquier día del año. Y no hablo de nuestra inmensa agricultura, antes líder mundial indiscutible y hoy en día en peligro de extinción por culpa de los malditos burócratas de la Unión Europea y la sumisión e incapacidad de nuestros gobernantes del partido único PPSOE, ni tampoco me refiero a las importaciones de los productos tóxicos de Marruecos y demás países.

Por desgracia para todos nosotros, para nuestro presente y nuestro futuro, estoy hablando de personas, más bien personajes, mutados en fruta caduca, insalubre y hasta dañina. Me refiero, como bien entenderéis, a los incapaces, traidores y ridículos dirigentes del Partido Popular.

En la huerta particular de Génova 13 de ese supuesto partido de la oposición, estas frutas antaño tan apetecibles se han convertido en productos claramente tóxicos, imposibles de digerir, causantes de diarreas y vómitos, y que a la larga pueden llevar a la muerte de aquel que las consume. Será por los abonos que usan, por la falta de cuidado, por regarlas con orines en vez de agua pura, por usar tierra seca y caduca o simplemente por ser estéril el suelo sobre el que han sido plantadas.

Tenemos por un lado a las sandías, verdes por fuera (con su discurso alineado con la Agenda 2030 y demás sandeces progres), y rojas por dentro (apuntadas a todas y cada una de las sandeces que lanzan los progres), y tenemos a los melones, en otros tiempos dulces, sabrosos y ricos en agua, vitaminas A, B, C y E, ácido fólico, fibra, calcio, hierro y potasio, y hoy en días más vacíos que el cerebro de Yolanda Díaz. Por algo será que melón, usado como insulto, equivale a ser un bobo, un necio, un torpe, un ceporro o un mendrugo (RAE dixit).

La cosecha anual de estos seres mutantes, de estos hombre-fruta del Partido Popular, ha ido empeorando cada año, con sandías tóxicas como Esteban González Pons o Borja Semper, y melones deformados como Cuca Gamarra o Elías Bendodo, hasta llegar al melón mayor, la mutación más terrible que ha sufrido nuestra tan amada fruta, el ceporro más grande que ha salido de esa huerta tan dañina de la calle Génova, el inútil, cobarde, antiespañol, sumiso y traidor Alberto Núñez Feijóo, que bien podría haberse quedado en su taifa gallega, luchando contra España desde su incultura y su flaccidez mental, abriendo el camino al tóxico nacionalismo, que intentando emular a los dementes catalanes y los cabezudos recogenueces de la ficticia nación vasca, está en un tris de acabar también con nuestra gran tierra gallega. Y con España, ya sea como falsa oposición o gobernando, aunque no veo yo a un gobierno de mutantes sandías y melones.

No voy a entrar en detalle sobre lo sucedido con el decreto ómnibus, mutado a los pocas horas en microbús, pero finalmente aprobado por el partido único, el PPSOE, con el ridículo absoluto de las frutas mutantes de la estéril huerta genovesa.

¡Qué desgraciados somos los españoles, que en vez de tener Melonis, tenemos insalubres sandías e inútiles y tóxicos melones!

 

viernes, 24 de enero de 2025

Los delfines de río

 


El delfín de agua dulce, también conocido como delfín de río, es un cetáceo que habita en las cuencas de los ríos Orinoco y Amazonas en Colombia, Bolivia, Brasil, Perú, Venezuela y Guyana.

Hasta aquí mi interés por este cetáceo. Vamos a lo importante.

Muchos de nosotros volvimos a disfrutar durante las pasadas Navidades de la excelente película “Quo Vadis”, un relato sobre el emperador Nerón que se mueve entre la historia novelada y la novela histórica, y que relata las locuras y maldades de dicho emperador romano, la persecución de los cristianos, la corrupción y la demencia del personaje y la destrucción del orden social que tanto cuidó y protegió su antecesor, Claudio. ¿Nos suena a todos verdad? No la película, que también, sino el carácter, la demencia, la cobardía y la maldad del protagonista. 

¡Bingo! Acertaste, querido lector, estoy obviamente hablando del tirano que nos ha tocado sufrir, del endemoniado Pedro Sánchez. A su lado, salvando las distancias, Nerón me parece un santo: "Nero, vir sanctus", en latín. Hasta estoy seguro de que cantaba mejor que David Azagra, el hermanísimo, toca el piano. Aunque esto sea una suposición: lamentablemente no tenemos grabaciones de los alaridos de Nerón mientras ardía Roma. Pero la “Danza de las chirimoyas” sí que la he podido sufrir. Si tenéis problemas para ir de vientre, aquí tenéis la obra magna. El Opus nº 1 del hermano del número uno. Aunque mejor que tiréis de Micralax o cualquier producto equivalente.

A Pedro Sánchez y su camarilla se le ha ido la olla definitivamente. Sus últimas actuaciones no tienen nada que envidiar a los desmanes del ya santificado Nerón: cometer delitos y tropelías y echar la culpa a los demás, como en el engañoso decreto Ómnibus que simplemente ha sido un intento de colarnos los favores que debe a la chusma que le mantiene en pie, con verdaderas necesidades sociales. Y todo ello con la pérfida intención de poder tirar balones fuera, echar la culpa a todos los demás, lanzar una falaz campaña publicitaria en sus medios, a los que acaba de regar con otros 162 millones de euros (¿A cuánto asciende la ayuda para la ELA? ¿Cuánto dinero ha llegado realmente a los afectados por la DANA? ¿Cuántos habitantes de la Isla de la Palma ha recibido ayuda? ¿Cuántos Guardias Civiles están equipados correctamente para cumplir con su deber?...), y, cuidado, hasta es capaz de convocar en breve unas nuevas elecciones, ahora que ya controla todo aquello que pueda servir para manipular el resultado: Correos, Indra, Telefónica, RTVE, CIS, prensa escrita y Tribunal Constitucional. Todo atado y bien atado.

“Fueron los cristianos los que quemaron Roma” gritaba el psicópata Nerón, “han sido el PP y otros los que os han dejado sin subida de las pensiones y sin billetes de transporte subvencionadas”, exclama iracundo y poseído Pedro Sánchez, mientras que sus ministros y sus voceros lo proclaman a los cuatro vientos como dogma de fe.  La historia se repite. Aunque los que rodean al tirano en nuestro caso no son Séneca, Tigelino o Petronio, sino Bolaños, Patxi Nadie (como bien lo llama Girauta) y sus 1.000 asesores que trabajan a destajo para cambiar la historia, para convertir en negro lo que es blanco, en líquido lo que es sólido, en verdad lo que es mentira.

Porque todo, absolutamente todo lo que sale de la sucia boca del presidente del Gobierno, es falacia. Hasta su fecha de nacimiento cambia entre un documento oficial y otro. Como ya he escrito otras veces, algún día nos sorprenderá diciendo que no se llama Pedro. Y que Begoña no es su esposa. Tiempo al tiempo.

Se acercan tiempos muy complicados, que dejarán el incendio de Roma en una simple anécdota. Porque lo que está incendiando el maldito demente Pedro Sánchez no es solamente una ciudad: está arrasando con toda una nación, con su campo, su industria, su pesca, su turismo, su libertad, su seguridad, manipulando su pasado, haciendo insoportable su presente y liquidando su futuro.

¡Despertad, españoles, despertad de una maldita vez! Que esto se va al garete. A la deriva. Por el sumidero. A la mierda.

Arde España, y no hay suficiente agua para apagar este terrible incendio.

Ni para que sobrevivan los delfines de río, que siguen sin importarme un pimiento.

Lo que me importa es mi patria.

jueves, 16 de enero de 2025

La Francostela

 


Ahora que estamos en pleno Año Francobeo (no sé quién acuñó esta acertada expresión, pero, por lo que veo, su primera aparición en X fue el 11 de diciembre del año 2024), todos los socialistas, los vividores del sistema, los paniaguados periodistas, los cómplices en la judicatura, los vendidos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, los militares traidores, los inútiles ministros, criminales y corruptos todos ellos, y, sobre todo, los familiares de Pedro Nicolás Sánchez Maduro, andan locos por sellar su credencial y conseguir su ansiada Francostela, ese certificado de fidelidad al líder máximo que confirma haber mentido como mínimo 100 veces en el último año, o en su defecto haber cometido suficientes delitos para ser merecedor de la recompensa, de la indulgencia plenaria que en este caso no es más (ni menos) que poder seguir robando, mintiendo y viviendo del cuento a costa de los impuestos de los españoles, mientras nuestra patria muere poco a poco.

Y no estoy lamentándome como Jeremías, sino más bien redactando una clara y rotunda filípica, con el necesario propósito de que mis lectores abran los ojos de una maldita vez. Y con una segunda y obvia intención, cagarme en los muertos del tirano Sánchez.

Por desgracia, y ante el desconocimiento de la historia y la realidad por la mayoría de la población española, inculta y manipulada como pocas, hemos llegado a un punto sin retorno, como les pasó con anterioridad a los cubanos hace más de 60 años, a los chinos y norcoreanos hace ya 76, a los venezolanos hace 26, a los nicaragüenses hace 13 y a otras tantas naciones que sufren sanguinarias dictaduras por el mundo. Y no quiero hablar aquí de la dictadura globalista de la Unión Europea, ya que daría para escribir un libro entero.

En España nos salvamos por los pelos de caer en las garras del terrorífico sistema social-comunista en 1939, pero pasados 86 años de la victoria del bando nacional, volvemos a estar a un paso de convertirnos en esclavos de un psicópata, de un autócrata sin escrúpulos, de un mentiroso compulsivo, de un ser maligno, de un Largo Caballero renacido, de un criminal, de un tirano. Hablad con cualquier cubano o venezolano en el exilio, que ellos ya han pasado por este trance, ellos vienen del futuro montados en su DeLorean DMC-12 para advertirnos de lo que nos espera si no le ponemos remedio con urgencia. Con máxima urgencia.

Lamentablemente, no todos leemos medios libres como la Gaceta o el Debate (más aún, la inmensa mayoría de la población no lee), o escuchamos Informa Radio o Radio Libertad, o vemos el Toro TV. Somos una minoría entre los 48 millones de españoles, por no hablar del micro mundo de las redes sociales, en las que en nuestra inocencia creemos ver una reacción y una gran cantidad de personas que piensan lo mismo, cuando somos simplemente y por desgracia un minúsculo grupo de correligionarios unidos por un algoritmo.

No nos llevemos a engaño con nuestros tan valiosos comunicadores en X, los columnistas de La Gaceta o El Debate, los grandes profesionales de Informa Radio o del Toro TV y sus 50.000 o 100.000 seguidores: por cada uno de nosotros, idealistas, sanos, formados, preocupados y luchadores, hay 200.000 garrulos en TikTok, 500.000 viciosos en Onlyfans y 1.000.000 de lerdos en Facebook. Ayer mismo vi las cifras de Onlyfans y da miedo y asco: hay unos 80 millones de hombres americanos usuarios activos, y el mayor accionista de la empresa gana un millón y medio de dólares ¡diarios!

Pero bueno: la esperanza no se pierde. Faltaría. Y sin duda, la victoria de Trump algo ayudará, igual que la presidencia de Milei, pero ambos nos pillan lejos. Europa ya no pinta nada en el mundo y España no pinta nada en Europa.

¿Y qué hacer?

Pues lo mismo que llevamos haciendo desde hace tantos años, trabajar, estudiar, comprender, compartir, enseñar. Haciendo proselitismo, siendo evangelizadores, luchando contra viento y marea.

Cambiando lo de armados por preparados, la frase de Ramiro Ledesma bien aplica hoy:

"España se salvará si aparecen cien mil españoles jóvenes, disciplinados y armados, cuyo propósito único consista en barrer del escenario nacional la voz de los farsantes y de los traidores".

Y hasta armados, si hiciera falta.

Y todos sabemos muy bien quiénes son los farsantes. Y los traidores.

Porque el tirano no se irá voluntariamente. Eso lo debemos tener muy claro.

Y España no es un lúdico “escape room”, una de las “actividades” previstas por el tirano para su Año Santo Francobeo. Porque este tipo de atracción tiene una salida, aunque a veces cueste encontrarla.

Pero las checas no tienen salida. Y España está a punto de convertirse en una inmensa checa.

Y de las temibles checas, tan queridas y usadas por socialistas y comunistas, solamente se sale de una manera: con los pies por delante.