El delfín de agua dulce, también
conocido como delfín de río, es un cetáceo que habita en las cuencas de los
ríos Orinoco y Amazonas en Colombia, Bolivia, Brasil, Perú, Venezuela y Guyana.
Hasta aquí mi interés por este cetáceo.
Vamos a lo importante.
Muchos de nosotros volvimos a disfrutar durante las pasadas Navidades de la excelente película “Quo Vadis”, un relato sobre el emperador Nerón que se mueve entre la historia novelada y la novela histórica, y que relata las locuras y maldades de dicho emperador romano, la persecución de los cristianos, la corrupción y la demencia del personaje y la destrucción del orden social que tanto cuidó y protegió su antecesor, Claudio. ¿Nos suena a todos verdad? No la película, que también, sino el carácter, la demencia, la cobardía y la maldad del protagonista.
¡Bingo! Acertaste,
querido lector, estoy obviamente hablando del tirano que nos ha tocado sufrir,
del endemoniado Pedro Sánchez. A su lado, salvando las distancias, Nerón me
parece un santo: "Nero, vir sanctus", en latín. Hasta estoy seguro de que
cantaba mejor que David Azagra, el hermanísimo, toca el piano. Aunque esto sea
una suposición: lamentablemente no tenemos grabaciones de los alaridos de Nerón
mientras ardía Roma. Pero la “Danza de las chirimoyas” sí que la he podido
sufrir. Si tenéis problemas para ir de vientre, aquí tenéis la obra
magna. El Opus nº 1 del hermano del número uno. Aunque mejor que tiréis de
Micralax o cualquier producto equivalente.
A Pedro Sánchez y su camarilla se
le ha ido la olla definitivamente. Sus últimas actuaciones no tienen nada que
envidiar a los desmanes del ya santificado Nerón: cometer delitos y tropelías y
echar la culpa a los demás, como en el engañoso decreto Ómnibus que simplemente
ha sido un intento de colarnos los favores que debe a la chusma que le mantiene
en pie, con verdaderas necesidades sociales. Y todo ello con la pérfida
intención de poder tirar balones fuera, echar la culpa a todos los demás,
lanzar una falaz campaña publicitaria en sus medios, a los que acaba de regar
con otros 162 millones de euros (¿A cuánto asciende la ayuda para la ELA?
¿Cuánto dinero ha llegado realmente a los afectados por la DANA? ¿Cuántos
habitantes de la Isla de la Palma ha recibido ayuda? ¿Cuántos Guardias Civiles
están equipados correctamente para cumplir con su deber?...), y, cuidado, hasta
es capaz de convocar en breve unas nuevas elecciones, ahora que ya controla
todo aquello que pueda servir para manipular el resultado: Correos, Indra,
Telefónica, RTVE, CIS, prensa escrita y Tribunal Constitucional. Todo atado y
bien atado.
“Fueron los cristianos los que
quemaron Roma” gritaba el psicópata Nerón, “han sido el PP y otros los que os
han dejado sin subida de las pensiones y sin billetes de transporte subvencionadas”,
exclama iracundo y poseído Pedro Sánchez, mientras que sus ministros y sus
voceros lo proclaman a los cuatro vientos como dogma de fe. La historia se repite. Aunque los que rodean
al tirano en nuestro caso no son Séneca, Tigelino o Petronio, sino Bolaños, Patxi
Nadie (como bien lo llama Girauta) y sus 1.000 asesores que trabajan a destajo
para cambiar la historia, para convertir en negro lo que es blanco, en líquido
lo que es sólido, en verdad lo que es mentira.
Porque todo, absolutamente todo
lo que sale de la sucia boca del presidente del Gobierno, es falacia. Hasta su
fecha de nacimiento cambia entre un documento oficial y otro. Como ya he escrito
otras veces, algún día nos sorprenderá diciendo que no se llama Pedro. Y que
Begoña no es su esposa. Tiempo al tiempo.
Se acercan tiempos muy
complicados, que dejarán el incendio de Roma en una simple anécdota. Porque lo
que está incendiando el maldito demente Pedro Sánchez no es solamente una ciudad:
está arrasando con toda una nación, con su campo, su industria, su pesca, su turismo,
su libertad, su seguridad, manipulando su pasado, haciendo insoportable su
presente y liquidando su futuro.
¡Despertad, españoles, despertad
de una maldita vez! Que esto se va al garete. A la deriva. Por el sumidero. A la mierda.
Arde España, y no hay suficiente
agua para apagar este terrible incendio.
Ni para que sobrevivan los delfines de río, que siguen sin importarme un pimiento.
Lo que me importa es mi patria.
Genial. Muy bueno.
ResponderEliminarDe verdad amigo.