Acto en memoria de los caídos por Dios y por España: descripción y reflexión.
El pasado 19 de Julio de 2008 se celebró en el foso de Santa Elena del Castillo de Montjuich de Barcelona un emotivo acto en memoria de los caídos entre los años 1936 y 1939, con un homenaje especial a los 350 ejecutados por las fuerzas revolucionarias y de izquierda en dicho castillo. Con la lectura de sus nombres y de pequeñas anécdotas relacionadas con alguno de ellos y bajo un sol de justicia, un reducido número de familiares y amigos de los fallecidos honraron su memoria escuchando la brillante alocución del Excmo.Sr. Don Felio Villarrubias* y celebrando la Santa Misa frente a los muros que siguen mostrando los impactos de las balas que acabaron injusta y vilmente con sus vidas, todo ello bajo un cielo azul que con toda seguridad se les abrió de par en par en el mismo momento de ascender a él para estar sentados al lado de nuestro Señor.
Hasta aquí la descripción.
Pasemos pues a la reflexión.
Al acto descrito anteriormente asistieron alrededor de 30 personas. Según el último censo del INE, Barcelona y su área metropolitana aglutinan una población de más de 5 millones de personas. Por otro lado, el pasado 29 de Junio varios millares de personas se concentraron en calles y plazas de la capital catalana, ciudad que durante muchos siglos fue abanderada de la causa española y noble defensora de una patria común forjada bajo el mismo cielo azul que brillaba el pasado 19 de Julio, para celebrar de forma alegre y ruidosa la victoria de nuestra selección de fútbol.
Pasemos pues a la reflexión.
Al acto descrito anteriormente asistieron alrededor de 30 personas. Según el último censo del INE, Barcelona y su área metropolitana aglutinan una población de más de 5 millones de personas. Por otro lado, el pasado 29 de Junio varios millares de personas se concentraron en calles y plazas de la capital catalana, ciudad que durante muchos siglos fue abanderada de la causa española y noble defensora de una patria común forjada bajo el mismo cielo azul que brillaba el pasado 19 de Julio, para celebrar de forma alegre y ruidosa la victoria de nuestra selección de fútbol.
¿No deberíamos sentir una gran vergüenza?
¿No deberíamos plantearnos que algo no está funcionando en nuestra sociedad?
¿Nuestra conciencia ha quedado reducida a la parte lúdica y superficial de la vida, como puede ser un partido de fútbol, olvidando temas tan importantes como la muerte de inocentes y su obligado homenaje?
¿Dónde está la gente de bien, dónde las familias, los hijos y nietos de los fusilados, de los asesinados por profesar la fe católica o por ser de “orden”?
¿Es de recibo cerrar los ojos, olvidar la historia y tolerar que las nuevas generaciones (aquí incluyo de forma expresa a las juventudes de determinado partido político que ha renunciado a defender la verdad histórica y se ha apuntado al carro de la conveniencia y la manipulación interesada en aras de mantener unos pingües privilegios económicos resultantes de su integración en el sistema político imperante) estén ausentes de actos tan importantes?
Estoy seguro que a todas estas preguntas la mayoría contestaremos con un “mea culpa”, pero poco más. Aceptaremos de inmediato que es una vergüenza, que hay que hacer algo, que ya no tenemos conciencia ni ética, pero no haremos nada. Y la excusa fácil la usaremos sin dudar: que estamos solos, que cada vez somos menos, que los tiempos han cambiado, que hay que pasar página, que los buenos tiempos no volverán y que hemos perdido la batalla.
Malditas respuestas. Despertemos. Luchemos.
Malditas respuestas. Despertemos. Luchemos.
Si somos capaces de salir a la calle con nuestra bandera para celebrar una victoria deportiva, seámoslo también para homenajear a personas que sacrificaron su vida por esos mismos colores.
Si firmamos un manifiesto por la lengua común, la española, usemos esta lengua para elevar nuestras oraciones a Dios por el descanso eterno de aquellos que no merecían morir de esta forma.
Si sabemos que la Ley de la Memoria Histórica es partidista, unilateral y sesgada, seamos activos y participemos en aquellos actos que reivindican la verdadera y sangrienta memoria de los hechos acaecidos entre 1933 y 1939.
Seamos íntegros, seamos consecuentes con lo que predicamos, seamos buenos españoles.
Seamos íntegros, seamos consecuentes con lo que predicamos, seamos buenos españoles.
Nota: Don Felio A. Villarrubias Solanes es experto en protocolo, destacado escritor y entre muchos otros cargos ha sido director honorario de los cursos de Protocolo de la Universidad de Oviedo, en La Granda y jefe de protocolo de la Fundación Príncipe de Asturias.
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